¡°Quer¨ªa que mis hijos conocieran la pobreza de primera mano¡±
La que fue durante cuatro d¨¦cadas pareja y c¨®mplice de Vicente Ferrer contin¨²a cultivando su sue?o en com¨²n: que no haya m¨¢s pobres
Se dice que todos los padres quieren para sus hijos lo mejor. Anna Ferrer tuvo claro desde el principio lo que esto significaba. "Todos mis hijos nacieron en Anantapur y siempre pens¨¦ que su mejor educaci¨®n era all¨ª. Quer¨ªa que conocieran de primera mano la pobreza. Todos sus amigos eran de comunidades pobres. Creo que ha sido la mejor decisi¨®n que he tomado", cuenta la mujer que, durante cuatro d¨¦cadas, comparti¨® junto a Vicente Ferrer el sue?o de erradicar la pobreza en un pa¨ªs donde los ¨²ltimos de los ¨²ltimos se cuentan a millones.
La serenidad con la que pronuncia la frase ¡ªy que ti?e toda y cada una de las an¨¦cdotas que relatar¨¢ en la charla, mantenida en una reciente visita a Madrid¡ª es la de quien tiene la seguridad de haber elegido el camino justo, el sendero de una vida dedicada a los dem¨¢s. El mismo que quiso ense?arles a sus hijos para seguir cultivando las semillas que su padre empez¨® a sembrar en los a?os sesenta en la India m¨¢s indigente. Aquella utop¨ªa que se hizo realidad a lo largo de los a?os y de la que ella se enamor¨® cuanto apenas ten¨ªa 20, cuando, joven aprendiz de periodismo en la revista Current, en Bombay, acompa?¨® a un colega s¨¦nior para entrevistar al hombre que el Gobierno de la regi¨®n india de Maharastra consideraba como una amenaza por estar del lado de los campesinos. A partir de ah¨ª la historia es conocida: dos a?os m¨¢s tarde de aquel primer encuentro, tras dejar el periodismo y sumarse al grupo de voluntarios del proyecto del entonces jesuita Ferrer, Anna Perry, la joven nacida en la ciudad brit¨¢nica de Essex en 1947, se convirti¨® en la se?ora Ferrer.
"No pens¨¦ ni un minuto en el hecho de que dejaba Bombay para ir a Anatapur, que era un semidesierto". Lo dice y se r¨ªe, con la frescura de una veintea?era, 45 a?os despu¨¦s de haber dado aquel paso. "Tardamos dos meses en tomar la decisi¨®n. Yo le dije que me iba a Bombay para pensar. Y cuando llegu¨¦ all¨ª, nada m¨¢s entrar en mi casa Vicente llam¨® por tel¨¦fono. 'Anna tienes que volver y tenemos que casarnos'. Y cuando volv¨ª, me dijo: ¡®Solo una condici¨®n...¡¯. Y yo me imaginaba algo muy bonito. ?l era muy fil¨®sofo... Y la condici¨®n era: ¡®Tienes que estar conmigo toda la vida¡¯. Estaba un poco decepcionada. [Se r¨ªe]. Le dije s¨ª, s¨ª. Creo que tem¨ªa que, teniendo 27 a?os menos que ¨¦l, alg¨²n d¨ªa me fuera. Pero yo estaba tan segura de querer formar parte de su vida y de su trabajo¡ Nunca, nunca pens¨¦: ?c¨®mo voy a vivir en Anantapur? Ni que all¨ª no hab¨ªa ni un m¨¦dico, un hospital. Nunca pens¨¦ c¨®mo voy a tener un beb¨¦ aqu¨ª, c¨®mo voy a dar a luz¡¡±.
Poco a poco llegaron los m¨¦dicos, y tambi¨¦n un hospital, y luego dos¡ y hasta cinco. Y escuelas, miles de escuelas, en las que incluir a ni?os ciegos y sordos y darles un futuro. Y decenas de miles de viviendas para que los que la sociedad consideraba intocables tuvieran un hogar digno. Las actividades de la Fundaci¨®n Vicente Ferrer alcanzan hoy 3.093 pueblos y benefician a casi tres millones de personas.
A menudo se ha dicho, contando su historia, que Vicente era el visionario y Anna pon¨ªa el sentido pr¨¢ctico. Lo uno sin lo otro no hubiera logrado los mismos resultados. ?Nunca se enfadaban? "S¨ª, siempre est¨¢bamos un poco as¨ª¡ ?l era la persona que quer¨ªa correr y yo la quer¨ªa hacer las cosas muy bien. Pero, poco a poco, aprendimos¡ Yo pensaba que ten¨ªa que tener una escuela bien organizada antes de abrir otra; pero Vicente no me daba esta oportunidad. ?l ya ten¨ªa los fondos para otras 10. Y yo descubr¨ª que pod¨ªa llevar las 10. Y a lo largo de los a?os ¨¦l comprendi¨® un poco mejor la complejidad de la administraci¨®n".
Una administraci¨®n que cada vez es un poco m¨¢s complicada, a medida que se ampl¨ªan los proyectos existentes y se incluyen nuevos. "Queda mucho por hacer. Se dice que la India es un pa¨ªs emergente. Pero hay 400 millones de personas que viven sumidas en la pobreza. La fundaci¨®n trabaja siempre en dos l¨ªneas. Mejorar los proyectos que ya tiene y emprender nuevos. Estamos ahora en una nueva zona con poblaciones tribales que han vivido miles de a?os en el bosque. Desde hace 10 a?os el Gobierno les anima a salir del bosque. Est¨¢n atrapados entre la tradici¨®n y la vida moderna. Est¨¢n exactamente como era Anantapur hace 30 a?os. No est¨¢n escolarizados, no tienen acceso a sanidad, y la esperanza de vida es 45 a?os. Luego est¨¢n los programas VIH/sida. Antes no hab¨ªa ni antiretrovirales¡ y ahora hay que animar a todos los pacientes a tomar los medicamentos todos los d¨ªas. Hay mucha discriminaci¨®n y muchos hu¨¦rfanos. Tenemos dos orfanatos con 100 ni?os y 800 ni?os con VIH/sida en Anantapur. Tenemos que cuidar de estos ni?os y asegurar que estudien y tengan un futuro. Y est¨¢ el proyecto contra la violencia de g¨¦nero. Tenemos una de las pocas casas para mujeres maltratadas en India; y luego¡". Mientras enumera las muchas tareas pendientes, el cansancio acumulado en sus d¨ªas de gira por Espa?a desaparece y sus ojos claros se encienden. A sus 67 a?os tienen a¨²n mucha labor por hacer en su pa¨ªs. Porque India es, definitivamente, su pa¨ªs. "Yo soy 98% india, el 2% brit¨¢nica", dice. Y, de nuevo, se r¨ªe. Envuelta en su sari s¨®lo la delata la extrema claridad de su piel.
"Cuando llegu¨¦ all¨ª me sent¨ª en casa. Lo mismo dec¨ªa Vicente". Lleg¨® con 16 a?os. "Era una chica como cualquier otra. Era una persona con mucha compasi¨®n. Era t¨ªmida y buena estudiante, y nunca hab¨ªa pensado en viajar. Y entonces, mientras estaba cursando el bachillerato, mi hermano, con su mujer y un beb¨¦ de un a?o, decidi¨® hacer una aventura, una vuelta al mundo con un todoterreno. Y muy espont¨¢neamente dije que s¨ª, que me gustar¨ªa ir con ellos¡±. Cruzaron Francia, Italia, la antigua Yugoslavia, Grecia, Turqu¨ªa, Irak, Afganist¨¢n¡ "Salimos en abril y llegamos a India en julio. Y luego nos falt¨® dinero. Y mi hermano decidi¨® parar all¨ª para trabajar. Luego se estableci¨® en Guyarat y me pregunt¨® qu¨¦ iba a hacer. No sab¨ªa si ten¨ªa que volver a Inglaterra. Y ¨¦l me dijo: ¡®No, Anna. T¨² puedes seguir con tus estudios en Bombay. Y otra vez, muy espontanea ¨C?es que ten¨ªa 16 a?os!- dije que s¨ª".
El resto ya es historia. Pero si tiene que explicar por qu¨¦ finalmente se qued¨® en Anantapur, la respuesta es tan sencilla que asombra: "Era y soy una persona muy feliz. Y quer¨ªa tener la oportunidad de hacer felices a los dem¨¢s".
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