Ferran Adri¨¤ monta un mini Bulli para ocho personas
El cocinero organiza una peculiar comida para explicar su proceso creativo como parte de su exposici¨®n en la Fundaci¨®n Telef¨®nica
Ahora que los fogones est¨¢n cerrados pero no las ideas, ocho personas han podido comer con los ojos, degustar con ¡°un paladar mental¡±, con Ferran Adri¨¤ como anfitri¨®n, platos icono del proceso creativo de elBulli, restaurante desde donde el chef catal¨¢n revolucion¨® la cocina mundial. ¡°Hace tres a?os y medio que no me pongo la chaquetilla de cocinero¡±, coment¨® Adri¨¤ a los asistentes de la cita Comer conocimiento, que se desarroll¨® en el espacio de la exposici¨®n Auditando el proceso creativo, en la sede de la Fundaci¨®n Telef¨®nica en la Gran V¨ªa madrile?a. Era una comida peculiar, con realidad y juego virtual. ¡°Un nuevo formato de conferencia¡± ¨Cafirmaba el chef-, en la que el p¨²blico es ¡°receptor¡± y ¡°creador¡± de un di¨¢logo de sensaciones con el lenguaje culinario como herramienta. El experimento ser¨¢ visualizado en un documental en Paramount Channel que podr¨¢ verse por televisi¨®n a mediados de febrero.
Un arquitecto, una periodista, un ense?ante y bloguero, un experto en branding, una especialista en videojuegos, un comunicador digital, dos estudiantes adolescentes. Los ocho ganadores de entre 800 participantes de un concurso en el que ten¨ªan que definir la creatividad, masticaron alimentos, pero lo que m¨¢s digirieron fue el intr¨ªngulis del concepto creativo. El hervor de pensamiento es lo que maneja Adri¨¤ y lo mostr¨® a sus atentos invitados a lo largo de m¨¢s de dos horas. Un viaje conceptual y sensorial ¡°en planos y secuencias, como una pel¨ªcula¡±, seg¨²n el dise?o de los men¨²s bullinianos.
Ya lo dec¨ªa un cliente habitual de elBulli, Richard Hamilton: ¡°Mirar y degustar la sucesi¨®n de platos que componen el men¨² de elBulli es una experiencia tan est¨¦tica como la contemplaci¨®n de un cuadro¡±. Los trazos del cuadro en movimiento de Comer conocimiento fueron ocho elaboraciones (hay propuestas que se escapan de la clasificaci¨®n t¨ªpica de plato).
Para abrir mentes antes que bocas, la queja impresa de un comensal que en 1997 mand¨® una carta ¡°insult¨¢ndonos por la espuma de humo¡±. Ah¨ª empez¨® el debate y la risa: ¡°Si vas con prejuicios te sientes estafado¡±, ¡°hay miedos a probar algo distinto¡±¡ Luego vino la degustaci¨®n. ¡°Sabe a madera, sabe a brasa¡±, comentaban. ¡°Cuando haces vanguardia tienes que ser muy radical¡±, les dec¨ªa Adri¨¤ sobre los caminos de ¡°la valent¨ªa y el riesgo, del humor y la provocaci¨®n¡±. ¡°Cocin¨¢bamos para que te gustara mucho aunque sab¨ªamos que pod¨ªa no gustarte¡±.
El asunto provocativo sigui¨® con un crujiente pan artesanal y una deliciosa mantequilla. Caras y comentarios de extra?eza. ¡°?Har¨ªas 2.000 kil¨®metros para comer esto?¡±, pregunt¨® el chef. ¡°En cocina creativa te tienes que emocionar desde el primer momento¡±, proclam¨®, y pas¨® a relatar c¨®mo en 1996 en elBulli se introdujo el pan en la comida y el aperitivo de bienvenida t¨ªpico de los restaurantes de ¡°comida reproductiva¡± (donde se repiten las cosas) se cambi¨® por c¨®cteles (l¨ªquidos y s¨®lidos) y snacks. Unos aperitivos tan chocantes como la pulverizaci¨®n de un Dry Martini que los ocho invitados probaron con un spray petaca. ¡°?C¨®mo lees este plato?¡±, inquir¨ªa el cocinero. Y as¨ª lo le¨ªan: ¡°Te ponen esto y ya es una ruptura¡±, ¡°es realismo m¨¢gico, no sabemos si es ficci¨®n o realidad¡±, ¡°?est¨¢s en un restaurante o en una tienda de perfumes?¡±. ¡°Pensad que no hay cocina rara, hay gente rara¡±, les dec¨ªa Adri¨¤, subrayando que ¡°la gastronom¨ªa es una actitud¡±.
Continuaron los retos ¡°al talento cognitivo¡± de los presentes con una trufa negra presentada en copa como si fuera un vino y para ser pescada con pinzas. Hubo un paladeo virtual de semillas (entre ellas las del tomate) en una tableta y otro real de especias dispuestas en el plato como las horas de un reloj. Se barajaron como en un juego de cartas im¨¢genes de platos bullinianos de influencia japonesa y, finalmente, los comensales probaron y vieron c¨®mo se produce otro hallazgo nip¨®n que Adri¨¤ incorpor¨® a su cat¨¢logo: el obulato. Fue una especie de comuni¨®n con obleas transparentes. Un cubo de ocho caras, un dado de poes¨ªa visual a modo de men¨² fue el postre de una comida hecha entre todos. ¡°El receptor (comensal) cocina tanto como el cocinero. Vuestras reflexiones y sensaciones es lo que hab¨¦is cocinado¡±, afirm¨® el ide¨®logo del fest¨ªn de ideas.
En este mini Bulli por un d¨ªa hubo emoci¨®n entre los asistentes y los celebrantes. Lluis Garc¨ªa, Lluis Biosca y David L¨®pez, cordiales conductores del guion del almuerzo, iban vestidos de negro y con pajarita, elegantes como cuando serv¨ªan en la sala de elBulli. En la preparaci¨®n y emplatado se pusieron manos a la obra Marc Cuspinera y Eugeni de Diego. Fue para estos miembros del equipo bullinano un ejercicio de nostalgia, incluyendo el jefe. Adri¨¤ confes¨® sentir la misma ilusi¨®n que cuando ve¨ªa las caras de sorpresa de quienes, a finales de los noventa, se iniciaban en la magia de su famoso restaurante. ¡°Es un d¨ªa importante a nivel ic¨®nico. Hace tres a?os y medio que no d¨¢bamos de comer¡±, dijo. Record¨® que nunca afirm¨® que iba a dejar de cocinar y anunci¨® que dentro del renovado Bulli (elBulliFoundation) habr¨¢ ¡°m¨¢s experiencias participativas¡± con el p¨²blico.
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