Un aplauso para la gente que lee libros de papel en el metro
Un fot¨®grafo caza fotos de los lectores del suburbano de Nueva York. El resultado queda como un m¨¢gico homenaje
Era 2011 y Reinier Gerritsen, un fot¨®grafo holand¨¦s, empez¨® a observar un cambio en el metro de Nueva York. Era sutil, pero poco a poco, los smartphones y los e-book estaban haci¨¦ndose dominantes en el ambiente. Armado con su c¨¢mara, comenz¨® a retratar lo que ve¨ªa como una especie en v¨ªas de extinci¨®n- ¡°leer es muy com¨²n en el metro y cada vez ve¨ªa menos y menos libros impresos-, el lector parapetado tras el volumen en tapa dura o edici¨®n de bolsillo, atento al mundo que toma forma en su imaginaci¨®n. La exposici¨®n que recoge este trabajo se llama, l¨®gicamente, El ¨²ltimo libro.
¡°Es muy interesante la combinaci¨®n entre una cara y un libro, adem¨¢s de la postura corporal¡±, contesta en un correo electr¨®nico, ¡°ya que siempre sacas conclusiones, como alguien que no esperabas leyendo un t¨ªtulo determinado o pensar que, si est¨¢ ocultando la portada, est¨¢ con 50 Sombras de Grey¡±. Aclara que cierta gente ve el libro como ¡°una pieza de ropa, con la que mandar un mensaje¡±, como algunos que ¡°no les importaba ser fotografiados, pero con uno diferente al que llevaban¡±.
En sus im¨¢genes, entre el ecosistema de iPhones, Kindles y Samsungs, surge una mujer rubia, con cara de disgusto, viajando por la saga de Ender?del controvertido Orson Scott Card. En otra, una lectora de 100 a?os de soledad de Gracia M¨¢rquez se enfrenta, espalda contra espalda, con Anthem, de la ego¨ªsta racional y musa del neoliberalismo Ayn Rand.?Murakami, Austen, Voltaire... ¡°Fue muy dif¨ªcil encontrar a Philip Roth, es mi escritor favorito y tard¨¦ bastante en verlo¡±.
Pero, ?tiene ventajas tiene leer en libro f¨ªsico sobre uno digital en el ambiente suburbano o es solo una forma de romanticismo, de resistir el paso del tiempo? Es innegable que los e-book suponen una enorme ayuda para la espalda. Ir cargando por ah¨ª una edici¨®n completa de Guerra y paz en la mochila puede ser malo para la salud, as¨ª como sujetarlo mientras el vag¨®n va dando vaivenes. Por otro lado, si con esos meneos el dispositivo electr¨®nico se va al suelo, lo m¨¢s probable es que se rompa, pero si lo hace el enorme volumen con la historia de los Bolkonsky y los Rostov, el damnificado ser¨¢ el pie de un viajero.
El libro es, adem¨¢s, un objeto con una navegabilidad incre¨ªble, con el ¨ªndice marcando los cap¨ªtulos y los contenidos. Se demuestra en que a?os despu¨¦s, en un libro amado, el lector es capaz de encontrar esos pasajes que le encandilaron simplemente abriendo el libro, algo que con un aparato electr¨®nico se antoja mucho m¨¢s complicado. Adem¨¢s, tienen esa incre¨ªble capacidad de no necesitar energ¨ªa el¨¦ctrica. En un trayecto de una hora al final de la jornada laboral, una edici¨®n de bolsillo de John le Carre nunca se cerrara sola, pero su versi¨®n electr¨®nica puede quedarse sin bater¨ªa.
Otro punto a favor, al menos para los posturitas, es como apuntaba Gerritsen mandar un mensaje. En la pantalla de tu libro electr¨®nico nadie puede distinguir entre Harry Potter y Orgullo y Prejuicio, pero es cierto que si lees en smartphone y se va la luz del metro, podr¨¢s seguir con tu lectura. Eso puede volverse en tu contra, por el llamado S¨ªndrome de Fatiga Visual y los todav¨ªa desconocidos efectos a largo plazo puede tener pasarse todo el d¨ªa mirando una pantalla retrolimuninada.
?Al preguntarle que ventajas puede tener un libro real el electr¨®nico, Gerritsen asegura no tener ni idea. No se define a si mismo ni de un lado ni de otro, sino como un ¡°fot¨®grafo del metro¡± al que le sorprende que se lea con tanta frecuencia la Biblia y Suzanne Los Juegos del Hambre Collins.
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