Portzamparc y el rascacielos que no quiere ser objeto
En la ¨¦poca de densificaci¨®n de las ciudades y en plena era de rascacielos escult¨®ricos para diferenciar su linaje, Christian de Portzamparc no ha querido hacer destacar, sino integrar en la trama urbana, el rascacielos residencial m¨¢s alto de Manhattan.
La descripci¨®n del arquitecto de las 135 residencias m¨¢s caras de Manhattan (algunas se han vendido por 90 millones de d¨®lares) sobre un hotel con 210 habitaciones es una mezcla entre una reacci¨®n l¨®gica y un rompecabezas. La l¨®gica es la que le llev¨® a realizar m¨¢s de 300 maquetas, a cambiar varias veces de solar hasta dar con la ubicaci¨®n final frente a Central Park, y a modificar la altura del edificio (que lleg¨® a barajar 400 metros durante el proceso de dise?o en 2007). El rascacielos sufri¨® numerosos cambios hasta que los proyectistas y el promotor -Extell- dieron con la planta en L, las diversas alturas, la fachada cambiante -y sin embargo sobria, y la silueta reconocible gracias a la esbeltez del edificio sumada al giro redondeado que lo corona a?adi¨¦ndole mayor sensaci¨®n de altura. As¨ª, es natural que el arquitecto hable de progresi¨®n para llegar al rascacielos en relaci¨®n con la trama urbana tanto como desde el propio proceso de dise?o. El rompecabezas, por otro lado, responde igualmente a ese puzzle que Portamparc tuvo que resolver manejando la irregularidad del solar, la crisis econ¨®mica que se desat¨® mientras dise?aba el rascacielos y la cualidad de r¨¦cord Guinness (el edificio residencial m¨¢s alto de Manhattan) que Portzamparc quer¨ªa tratar con discreci¨®n. ?C¨®mo ser el m¨¢s alto y pasar desapercibido? ?C¨®mo destacar sin abrumar? En este ejercicio de grandes decisiones ¨Cfragmentar la torre- peque?os cambios, de juegos ¨®pticos, de limpieza geom¨¦trica y de ausencia de miedo a la ornamentaci¨®n est¨¢ la respuesta de Portzamparc.
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