El metro de Donato Ndongo
"El negro es una persona invisible fuera de ?frica y yo lo ¨²nico que pretendo con mi novela es hacer visibles a los negros que andamos por las esquinas de Espa?a y Europa. Somos personas como los dem¨¢s: con nuestra cultura, familias, creencias¡ Eso no se puede dejar tirado cuando se baja de la patera, del avi¨®n o como cada uno llegue...".
Es Donato Ndongo (Niefang, Guinea Ecuatorial, 1950) quien me cuenta estas cosas mientras compartimos un caf¨¦ en una ma?ana lluviosa en la Plaza de Cascorro, de Madrid. Assata Ediciones (hablaremos de esta editorial dentro de poco) acaba de reeditar su libro El Metro. El escritor, periodista y profesor nos da las claves para entender esta obra.
"Para m¨ª", dice Ndongo, "el tema fundamental no es lo qu¨¦ estamos haciendo aqu¨ª los africanos o c¨®mo se nos trata o c¨®mo se nos recibe o c¨®mo se nos acoge, esa palabra que tanto se usa y que no deja de ser un t¨®pico. Para m¨ª, y creo que para todos los africanos, el tema fundamental no es eso, es por qu¨¦ tenemos que huir de nuestros pa¨ªses atravesando desiertos, r¨ªos, mares¡ para terminar en una patera, en un cayuco en las playas de Canarias o en las playas de Andaluc¨ªa o ante una valla con cuchillas, que hieren evidentemente, de Ceuta o de Melilla o en la costa de Lampedusa o donde sea".
"Se sabe perfectamente qu¨¦ es lo que est¨¢ pasando en ?frica, por qu¨¦ los africanos tenemos que huir, abandonar nuestros pa¨ªses, pero nadie hace absolutamente nada, ni nuestros propios gobiernos. Desde hace 50 a?os somos supuestamente independientes pero los gobernantes africanos no hacen absolutamente nada; se re¨²nen en la Uni¨®n Africana, gastan un mont¨®n de dinero en caprichos absolutamente innecesarios e in¨²tiles, tienen las cuentas corrientes repletas de millones de d¨®lares en todo el mundo y los africanos seguimos muriendo de hambre y pidiendo y mendigando por todo el mundo", afirma.
"Para que ellos puedan tener esas cuentas multimillonarias en todo el mundo, en los para¨ªsos fiscales, en los pa¨ªses europeos, en los Estados Unidos hace falta que se asienten sobre la represi¨®n. La represi¨®n, la inmensa crueldad de los dirigentes africanos es una cosa que aqu¨ª, en Europa, todav¨ªa se sigue silenciando. Cuando algunas veces he contado a algunos amigos c¨®mo se mata en Guinea Ecuatorial a la gente, por ejemplo, o como mataba el presidente de Togo, Eyad¨¦ma, que ten¨ªa un estanque lleno de cocodrilos donde arrojaba a los opositores, la gente cree que exagero. Sin embargo, esas cosas est¨¢n ocurriendo en ?frica. Pero claro, ?qui¨¦n puso ah¨ª a Eyad¨¦ma que estuvo casi 40 a?os en el poder y al morir dej¨® a su hijo? ?Qui¨¦n mantiene a los Eyad¨¦ma en el gobierno? Es un hecho que Europa est¨¢ detr¨¢s de esto, Francia en concreto en este caso. ?Y qui¨¦n mat¨® a Thomas Sankara en Burkina Faso?: el presidente socialista franc¨¦s que ser¨ªa socialista para los franceses pero en ?frica el se?or Mitterrand se comport¨® igual que sus predecesores y los que le han seguido. Y esas cosas tenemos que decirlas. ?Qui¨¦n puso ah¨ª a Teodoro Obiang? Desde luego ning¨²n ecuatoguineano puso a Teodoro Obiang como presidente de Guinea Ecuatorial para que nos robe, nos torture y nos mande al exilio. Los que le pusieron ah¨ª, le siguen manteniendo. As¨ª podr¨ªamos ir de pa¨ªs en pa¨ªs, de los 55 que componen el continente africano, y donde las democracias se pueden contar con los dedos de las manos. Es esa estructura la que nos obliga a salir".
El latrocinio y la represi¨®n les empujan, dice el autor, a la pobreza porque no hay ni un solo pa¨ªs africano pobre. "El PNUD habla siempre de N¨ªger, de Chad y de Mal¨ª como los ¨²ltimos en los ¨ªndices de desarrollo del mundo, pero nadie dice que Mal¨ª es un gran productor de oro desde el siglo XII, que Mansa Musa fue el rey m¨¢s rico del mundo en su tiempo y que el Renacimiento europeo se financi¨® con el oro de Mal¨ª. Este pa¨ªs sigue hoy d¨ªa produciendo oro. N¨ªger es el segundo productor de uranio y nadie lo dice y tampoco que en N¨ªger no hay ninguna central nuclear, ?d¨®nde va ese uranio? Chad es un importante productor de petr¨®leo. As¨ª podr¨ªamos ir pa¨ªs por pa¨ªs. No hay pobreza en ?frica, es una pobreza totalmente inducida".
Opina Ndongo que al silenciar estas cosas se perpet¨²a la imagen del "negrito desvalido" que siempre est¨¢ pidiendo, que no puede resolver los problemas de su propia vida y por eso tiene que depender siempre de la caridad de los dem¨¢s, de los gobiernos europeos. "Ya es hora de empezar a luchar contra esos t¨®picos".
Y concluye: "Por otro lado, el ?frica de 2015 no puede seguir viviendo como lo hac¨ªa mi abuelo en el siglo XIX, tenemos que situarnos en el siglo en el que estamos. Si un d¨ªa consigui¨¦ramos, que creo que s¨ª lo conseguiremos, terminar con el neocolonialismo, con las dictaduras, con todas las lacras que nos impiden ser personas normales, todav¨ªa quedar¨¢ otra batalla que luchar. Es el debate recurrente, que a m¨ª me parece totalmente artificial, de si tradici¨®n o modernidad en ?frica. Los africanos somos personas como el resto del mundo, tenemos nuestras costumbres, tenemos nuestras tradiciones, pero estas tienen que evolucionar y tenemos que saber cu¨¢les nos sirven para ser personas de este siglo y cu¨¢les han quedado atrasadas o incluso son perjudiciales para que podamos desarrollar nuestra vida con normalidad: con una vida pol¨ªtica en libertad y una vida econ¨®mica pr¨®spera, esas cosas que cualquier ser humano busca. Por eso tenemos que hacer un ejercicio de revisi¨®n de nuestras propias realidades. Tenemos que saber qu¨¦ es lo que nos hace fuertes, nos hace personas en este siglo y qu¨¦ podemos aportar al resto del mundo como africanos, porque ?frica tiene valores que bien desarrollados podr¨ªan ser muy ¨²tiles en el mundo".
Estas son las ideas b¨¢sicas que subyacen detr¨¢s de la novela, concluye Donato Ndongo.
La vida del protagonista, Lambert Obama, inmigrante camerun¨¦s en Madrid, contin¨²a el escritor ecuatoguineano, no deja de ser un reflejo del ?frica actual, la cual se encuentra, al igual que ¨¦l, encorsetada: "Por un lado, por una serie de tradiciones, muchas de ellas ya obsoletas y que son francamente desechables, pero que muchos tradicionalistas las est¨¢n imponiendo como si eso fuera la africanidad. Al ciudadano le es muy dif¨ªcil rebelarse contra ello, porque detr¨¢s est¨¢ el poder. A lo largo de la novela, se ve ese dedo represor portentoso que siempre est¨¢ detr¨¢s de las personas: la sombra de su excelencia. Quiz¨¢ esa opresi¨®n no sea tan papable en la vida de todas las personas, porque evidentemente no todo el mundo es torturado o asesinado, pero s¨ª todo el mundo sufre las consecuencias de ella. Por otro lado, la llamada modernizaci¨®n tampoco est¨¢ ayudando al africano actual. Por ejemplo, se le tienta a tener bienes materiales procedentes del exterior pero no se le dota de medios para que pueda adquirirlos y disfrutarlos; es otra forma de opresi¨®n. ?l ve que en otras partes del mundo se vive mejor, que algunas de las ¨¦lites constituidas han conseguido acumular tanto dinero que pueden hacer lo que quieran pero ¨¦l no puede ni siquiera comprar un aparato de radio".
Distintos tipos de opresi¨®n que, aunque no se vean, est¨¢n ah¨ª, ?c¨®mo rebelarse contra ello? "La forma tradicional era la revoluci¨®n, pero desde la colonizaci¨®n se impusieron unas tiran¨ªas tan b¨¢rbaras que si sabes que terminar¨¢s en un estanque lleno de cocodrilos no te mueves".
Acompa?emos a Obama en sus peripecias y reflexiones tal y como las cuenta Donato Ndongo en El Metro.
T¨ªtulo: El metro
Autor: Donato Ndongo
Editorial: Assata ediciones
Para adquirirlo hay que ponerse en contacto con la editorial y lo env¨ªa por correo.
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