Jueces no humanos
Hay no pocos jueces que no disimulan nada, y a los que no preocupa lo m¨¢s m¨ªnimo manifestar s¨ªntomas de locura
No es que los jueces hayan sido nunca demasiado de fiar. A lo largo de la historia los ha habido venales, cobardes, fan¨¢ticos, por supuesto prevaricadores, por supuesto desmesurados. Pero la mayor¨ªa de los injustos manten¨ªa hasta hace no mucho una apariencia de cordura. Recurr¨ªan a claros sofismas o retorc¨ªan las leyes o bien se aferraban a la letra de ¨¦stas, pero al menos se molestaban en urdir artima?as, en dotar a sus resoluciones de simulacros de racionalidad y ecuanimidad. Recuerdo haber hablado, hace ya m¨¢s de diez a?os, de un caso en que el juez no apreci¨® ¡°ensa?amiento¡± del acusado, que hab¨ªa asestado setenta pu?aladas a su v¨ªctima, algo as¨ª. El disparate, con todo, busc¨® una justificaci¨®n: dado que la primera herida hab¨ªa sido mortal, no pod¨ªa haber ¡°ense?amiento¡± con quien ya era cad¨¢ver y no sufr¨ªa; como si el asesino hubiera tenido conocimientos m¨¦dicos y anat¨®micos tan precisos y veloces para saber en el acto que las sesenta y nueve veces restantes acuchillaba a un fiambre.
Pero ahora hay no pocos jueces que no disimulan nada, y a los que no preocupa lo m¨¢s m¨ªnimo manifestar s¨ªntomas de locura o de supina estupidez. Uno se pregunta c¨®mo es que aprueban los ex¨¢menes pertinentes, c¨®mo es que se pone en sus manos los destinos de la gente, su libertad o su encarcelamiento, su vida o su muerte en los pa¨ªses en que a¨²n existe la pena capital. Si uno ve series de televisi¨®n de abogados (por ejemplo, The Good Wife), a menudo reza por que lo mostrado en ellas sea s¨®lo producto de la imaginaci¨®n de los guionistas y no se corresponda con la realidad judicial americana, sobre todo porque cuanto es pr¨¢ctica en los Estados Unidos acaba siendo servilmente copiado en Europa, con la papanatas Espa?a a la cabeza.
La epidemia de jueces lun¨¢ticos se extiende por todo el globo
Hace unas semanas hubo un reportaje de Natalia Junquera sobre los tests a que se somete a los extranjeros que solicitan nuestra nacionalidad, para calibrar su grado de ¡°espa?olidad¡±. Por lo visto no hay una prueba standard (¡°?Todo el mundo se aprender¨ªa las respuestas!¡±, exclama el Director General de los Registros y del Notariado), as¨ª que cada juez pregunta al interesado lo que le da la gana, cuando ¨¦ste se presenta ante el Registro Civil. Al parecer, hay alg¨²n juez que, para ¡°pulsar¡± el grado de integridad del solicitante en nuestra sociedad, inquiere ¡°qu¨¦ personaje televisivo mantuvo una relaci¨®n con un conocido torero¡± o ¡°qu¨¦ torero es conocido por su muerte tr¨¢gica¡± (me imagino que aqu¨ª se admitir¨ªan como respuestas v¨¢lidas los nombres y apodos de todos los diestros fallecidos a lo largo de la historia, incluidos suicidas). El mismo juez pregunt¨® qui¨¦n era el Presidente de Navarra, y el marroqu¨ª interrogado lo supo, inveros¨ªmilmente. Pero tal haza?a no le bast¨® (fall¨® en la cuesti¨®n taurina), y hubo de recurrir, con ¨¦xito. Otros jueces quieren saber qu¨¦ pas¨® en 1934, o c¨®mo fue la Constituci¨®n de 1812, o nombres de escritores espa?oles del siglo XVI. A un tal juez Celem¨ªn, famoso aunque yo no lo conozca, le pareci¨® insuficiente que un peruano mencionara el de Lope de Vega, y se lo carg¨®. Todo esto suena demencial, y encima, en los ex¨¢menes sobre ¡°personajes del coraz¨®n¡±, resulta muy dif¨ªcil seguirles la pista o incluso reconocerlos, tanto cambian de aspecto a fuerza de perrer¨ªas (hace poco cre¨ª estar viendo en la tele a la actriz de la pel¨ªcula Carmina o revienta y despu¨¦s descubr¨ª que era, precisamente, quien ¡°mantuvo una relaci¨®n con un conocido torero¡±).
Pero la epidemia de jueces lun¨¢ticos se extiende por todo el globo. Se ha sabido que los magistrados venezolanos del Tribunal Supremo (o como se llame el equivalente caraque?o) han fallado 45.000 veces a favor de los Gobiernos de Ch¨¢vez y Maduro ¡ y ninguna en contra, en los litigios presentados contra sus directrices y leyes. Empiecen a contar, una, dos, tres, y as¨ª hasta 45.000, no creo que nadie lo pueda resistir, y sin embargo existe tal contabilidad. Pero quiz¨¢ es m¨¢s alarmante (el caso venezolano s¨®lo prueba que esos jueces reciben ¨®rdenes y son peleles gubernamentales, lo habitual en toda dictadura) el reciente fallo de unos togados argentinos que dictaminaron que una orangutana del zoo era ¡°persona no humana¡±, con derecho al habeas corpus (como si hubiera sido arrestada) y a circular libremente. Que haya articulistas y espont¨¢neos que abracen en seguida la imbecilidad y reivindiquen la ¡°definici¨®n¡± tambi¨¦n para las ballenas, los perros y los delfines, no tiene nada de particular. Al fin y al cabo ya hubo aquel llamado Proyecto Gran Simio que suscribi¨® con entusiasmo el PSOE de Zapatero. Pero que unos jueces (individuos en teor¨ªa formados, prudentes y cultos) incurran en semejante contradicci¨®n en los t¨¦rminos, francamente, me lleva a sospechar que son ellos quienes forman parte del peculiar grupo de las ¡°personas no humanas¡±. Y a ellos s¨ª, pese a su desvar¨ªo, habr¨ªa que reconocerles el derecho al habeas corpus, faltar¨ªa m¨¢s. Conf¨ªo en que la orangutana (ya puestos) sea proclive a conced¨¦rselo. No ver¨ªa gran diferencia si fuera ella quien vistiera la toga y enarbolara el mazo con el que dictar sentencias. La capacidad de raciocinio de la una y los otros debe de ser bastante aproximada.
elpaissemanal@elpais.es
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