Ya tenemos un Tratado de Comercio de Armas, ?y ahora qu¨¦?
Un soldado junto a las armas incautadas a cuatro presuntos miembros de Al Shabaab, en Mogadiscio, Somalia. Foto de la ONU/Stuart Price
El pasado 24 de diciembre, el Tratado Internacional de Comercio de Armas (TCA) entraba en vigor. Se trata de la primera norma internacional que regula la venta de armas a escala mundial, pero que, posiblemente, no tenga mayor incidencia en ?frica.
19 a?os han pasado desde que en 1995 un grupo de Premios Nobel impulsaran la iniciativa. En 2003, las organizaciones participantes en Armas bajo control respaldaron la idea e iniciaron una campa?a a nivel mundial para apoyarla. En 2006, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprob¨® la resoluci¨®n 61/89 en la que solicitaba al Secretario General que recogiera la opini¨®n de los estados miembros sobre la viabilidad de tal propuesta. La mayor¨ªa de los 94 que contestaron se manifestaron a favor, entre ellos Estados Unidos, Uni¨®n Europea, Rusia y China, estos dos ¨²ltimos con algunas precisiones. Esto facilit¨® que al a?o siguiente se presentase el primer informe que servir¨ªa de base a una larga negociaci¨®n que culmin¨® el 2 de abril de 2013 con la aprobaci¨®n por parte de la Asamblea General de la ONU del texto del tratado.
El art¨ªculo 22 del TCA estipula que el mismo se convertir¨ªa en derecho internacional 90 d¨ªas despu¨¦s del dep¨®sito del instrumento de ratificaci¨®n n¨²mero 50. El 25 de septiembre de 2014, Argentina, Bahamas, Bosnia y Herzegovina, Rep¨²blica Checa, Santa Luc¨ªa, Portugal, Senegal y Uruguay depositaban ante la ONU los suyos, alcanz¨¢ndose, as¨ª, 53 adhesiones. En el momento de entrar en vigor ya eran 61.
De los 34 pa¨ªses africanos que han firmado el Tratado solo siete lo han ratificado, hasta el momento: Burkina Faso, Guinea Conakry, Mal¨ª, Nigeria, Senegal, Sierra Leona y Sud¨¢frica. Curiosamente, quitando el ¨²ltimo, todos son miembros de la Comunidad Econ¨®mica de Estados de ?frica Occidental (CEDEAO).
Una vez que ha entrado en vigor el TCA, los Estados partes:
1.- Est¨¢n obligados a evaluar sus exportaciones de armas convencionales para determinar si existe el peligro de que se utilicen para incentivar los conflictos existentes.
2.- Tienen prohibido autorizar transferencias de armamento que puede ser empleado en la comisi¨®n de genocidios, cr¨ªmenes contra la humanidad o cr¨ªmenes de guerra. Igualmente si existe riesgo de que las armas se empleen para socavar la paz y la seguridad o cometer una grave violaci¨®n del derecho internacional humanitario o de derechos humanos.
3.- Est¨¢n obligados a tomar medidas para prevenir el desv¨ªo de armas al mercado negro, as¨ª como elaborar informes de sus importaciones y exportaciones de armas convencionales.
El TCA cubre un abanico de ocho categor¨ªas de armas convencionales entre las que se encuentran: los tanques de combate, los buques de guerra, veh¨ªculos blindados, sistemas de artiller¨ªa de gran calibre, aviones de combate, helic¨®pteros de ataque, misiles y lanzamisiles y las armas peque?as y ligeras. El tratado tambi¨¦n incluye a las municiones y sus partes y componentes.
Debe quedar claro que este tratado no deja de ser un primer paso que no tiene como objetivo terminar con el comercio de armas en el mundo sino regularlo.
El comercio de armas, a nivel mundial, est¨¢ rodeado de gran secretismo, pero se estima que en el ¨²ltimo a?o movi¨® unos 100 mil millones de d¨®lares, lo que supone un gran incremento desde 2010 cuando la cifra rondaba los 72. A esto hay que sumar los servicios que acompa?an a este negocio que pueden mover otros 120 mil millones de d¨®lares.
En la actualidad, hay 40 pa¨ªses con gran capacidad de producci¨®n de armamentos y otros 60 que manufacturan a menor escala.
En el caso de ?frica, Sud¨¢frica es mayor productor de armamento del continente, y de todos los pa¨ªses no occidentales, y mantiene un fluido comercio con muchos de los pa¨ªses del mismo. Junto a ella, a mucha distancia, hay otros pa¨ªses que tambi¨¦n tienen capacidad para manufacturar armamento, seg¨²n AEJN: Rep¨²blica Centroafricana, Etiop¨ªa, Kenia, Nigeria, Sud¨¢n, Tanzania, Uganda y Zimbabue.
Sin embargo, lo verdaderamente preocupante, a nivel africano, es el tr¨¢fico ilegal de armas, que, evidentemente, es muy opaco pero din¨¢mico y mueve gran cantidad de dinero. Para poner algunos ejemplos: El Frente Unido Revolucionario de Foday Sankoh en Sierra Leona, consigui¨® sus armas a trav¨¦s de Burkina Faso, N¨ªger y Costa de Marfil (curiosamente pa¨ªses muy controlados por Francia). Costa de Marfil sufre un embargo de armas desde 2004, sin embargo, a trav¨¦s de Liberia llegaron a los grupos rebeldes. La Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo tambi¨¦n tiene un embargo desde 2003, pero Ruanda ha violado la prohibici¨®n repetidas veces facilitando armamento a los grupos rebeldes. Chad facilita armas a los rebeldes de Darfur o Sud¨¢n a los de Sud¨¢n del Sur. Las armas libias que han llegado al Sahel han desestabilizado la zona. Muchos pa¨ªses compran armas de forma legal que luego triangulan a zonas en conflicto: Burkina Faso, Chad, Guinea Conakry lo han hecho en varias ocasiones; tambi¨¦n Ghana es sospechosa de participar en esta pr¨¢ctica. Y as¨ª podr¨ªamos seguir con decenas de ejemplos en cualquiera de los conflictos existentes en el continente. El ¨²ltimo Small Arms Survey, de 2014, pone de manifiesto que la situaci¨®n no ha cambiado nada y que va en aumento.
Esto nos indica que en ?frica, como tantas otras veces, la ley internacional, en la pr¨¢ctica, no se va a aplicar porque los mismos estados son los que est¨¢n traficando con armas, por lo que no incluir¨¢n estas en sus informes, si es que llegan a hacerlos, y no tomar¨¢n medidas para poner fin a este comercio il¨ªcito que tantos beneficios les reporta. Consecuentemente, el tercer punto de los que hemos se?alado m¨¢s arriba, no se cumplir¨¢. Y vista la baja capacidad de manufacturaci¨®n de armamento que presenta el continente, habr¨¢ que preguntarse, qu¨¦ potencias productoras del mismo ser¨¢n las m¨¢s beneficiadas por esta actividad.
Alrededor de medio mill¨®n de personas son asesinadas cada a?o con armas de fuego: en los campos de batalla, como resultado de la represi¨®n de los estados o por grupos criminales.
Muchos otros millones mueren por no tener acceso a agua, comida o servicios de salud al estar atrapados en medio a conflictos. ?frica se lleva la palma en este campo, solo en la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo donde se calcula que m¨¢s de cinco millones de personas han muerto desde el inicio del conflicto.
No olvidemos a todas esas v¨ªctimas que son heridas, torturadas, violadas, desaparecidas, hechas prisioneras o a las que se les niega sus derechos b¨¢sicos a punta de pistola. De esto, ?frica tambi¨¦n sabe mucho.
Junto a este tema hay otros que est¨¢n muy estrechamente relacionados con el tr¨¢fico de armamento en ?frica: la pobreza y los menores soldados.
Hace tiempo que Oxfam ya puso de manifiesto que el tr¨¢fico de armas impide el desarrollo socio-econ¨®mico de los pueblos. Estimaba la organizaci¨®n que esta actividad costaba al continente alrededor de 18 mil millones de d¨®lares al a?o.
En teor¨ªa, el nuevo tratado podr¨ªa poner fin a esta situaci¨®n, sin embargo, ya hemos visto que en ?frica las cosas no van a cambiar mucho: el tr¨¢fico de armas continuar¨¢ y la poblaci¨®n civil seguir¨¢ sufriendo sus consecuencias. Posiblemente, si el TAC viniese acompa?ado de un acuerdo sobre el comercio de los llamados minerales de sangre, se podr¨ªan dar algunos pasos en el control del comercio il¨ªcito de armas, lo cual ayudar¨ªa a poner fin a la mayor¨ªa de los conflictos del continente.
Tambi¨¦n el control del comercio de armas deber¨ªa tener un efecto directo en la reducci¨®n del n¨²mero de menores soldados en el continente, pero por las mismas razones expresadas anteriormente lo m¨¢s seguro es que no se produzca y miles de ni?os y ni?as seguir¨¢n siendo utilizados como soldados y esclavas sexuales en los conflictos africanos.
Una implementaci¨®n efectiva del Tratado Internacional de Comercio de Armas garantizar¨ªa la justicia, la paz y la seguridad en el mundo; sin embargo, los intereses econ¨®micos y pol¨ªticos de las grandes multinacionales, de muchos estados africanos y de las potencias occidentales har¨¢n muy dif¨ªcil que el TAC tenga una verdadera incidencia en el continente y que ayude a reducir los muchos conflictos que siguen vivos en ¨¦l.
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