Aritz Aranburu, un planeta y mil millones de olas
Viajamos a Haw¨¢i con el mejor surfista espa?ol de todos los tiempos, una etapa dentro de una vida repleta de viajes, marejadas, experiencias y ense?anzas alrededor del globo.
Siempre estoy pendiente del mundo. El a?o pasado estaba en Zarautz y vi por Internet que una borrasca muy fuerte se acercaba a Tahit¨ª. Hice la maleta, surfe¨¦ dos d¨ªas y entonces vi que la borrasca se desplazaba hacia M¨¦xico. Cog¨ª otro avi¨®n y volv¨ª a surfear la misma marejada, pero a miles de kil¨®metros. Una locura, pura adrenalina¡±. Aritz Aranburu, surfista profesional, sonr¨ªe: ¡°Dicen que soy un motivado¡±. El a?o pasado apenas par¨® en su casa de Zarautz (Gipuzkoa) un par de meses. Viaj¨® a Australia, Fiyi, Brasil, Tahit¨ª, Namibia, Haw¨¢i, Sud¨¢frica, Portugal¡ Mitad por competici¨®n y mitad por libre. ¡°Muchas veces no se trata de las olas, sino del camino. De llegar a sitios nuevos y empaparte de culturas y experiencias¡±.
A los 29 a?os, su hogar es el oc¨¦ano. Ha nadado junto a arrecifes de coral, fondos de lava volc¨¢nica y bancos de arena. Ha surfeado millones de olas en todo el globo y ha roto barreras impensables a base de mucha perseverancia. Es el ¨²nico espa?ol que ha competido en la ¨¦lite del surf mundial y en su momento fue el quinto europeo en alcanzarla (lo logr¨® en 2007). Es un pionero en una disciplina copada por australianos y estadounidenses, categor¨ªa esta ¨²ltima en la que tambi¨¦n est¨¢n los hawaianos, distinguidos aparte por respeto a su historia. Fue uno de ellos, Duke Kahanamoku, quien fund¨® el surf moderno, lo populariz¨® y lo export¨® a las costas de California y Australia. Hoy, tras 45 ediciones del mundial, solo cuatro campeones no pertenec¨ªan a ese eje yanqui-aussie con epicentro en Haw¨¢i: Felipe Pomar (Per¨², 1965), Shaun Thompson (Sud¨¢frica, 1977), Martin Potter (Reino Unido, 1989) y Gabriel Medina (Brasil, 2014).
En Pipeline (costa norte de Oahu, Haw¨¢i) ha habido muchas muertes. El agua viene con fuerza, cubre muy poco y el fondo es duro, de lava volc¨¢nica¡±
¡°Haw¨¢i es la meca, donde todos los surfistas queremos llegar¡±, sentencia Aritz. ?l aterriz¨® por primera vez en este m¨ªtico punto del Pac¨ªfico hace 15 a?os en busca de esa ilusi¨®n, de competir un d¨ªa con los mejores. Desde entonces, cada invierno pisa las playas de la North Shore (costa norte) de la isla de Oahu, una de las ocho principales que componen el archipi¨¦lago de Haw¨¢i. A lo largo de 22 kil¨®metros de vastos arenales, de corrientes marinas enrevesadas y de un oleaje que en esta ¨¦poca del a?o es espectacular, cientos de surfistas buscan la mejor ola en Haleiwa, Waimea Bay o Pipeline. Esta ¨²ltima es especial: en el fondo marino y a diferentes distancias de la costa hay tres arrecifes que con las corrientes y vientos adecuados generan olas de una virulencia, altura, perfecci¨®n y constancia ideales. Un sitio donde los surfistas disfrutan meti¨¦ndose en esos fotog¨¦nicos tubos de olas de tres, cinco, siete metros ¨Clas favoritas de Aritz, las ¡°potentes¡±¨C, pero tambi¨¦n un lugar muy peligroso. ¡°En Pipeline ha habido muchas muertes. El agua viene con mucha fuerza, cubre muy poco y el fondo es duro, de lava volc¨¢nica, muy rugoso¡±, explica.
Son las 5.45 en Pipeline. El mar ruge. En la orilla, la espuma centellea en pura efervescencia. Dos potentes puntos de luz enfocan hacia la playa y rompen la noche. Los trabajadores del Billabong Pipe Masters, la ¨²ltima prueba del Mundial de surf 2014, preparan una nueva jornada del campeonato, compuesto por otros 10 destinos m¨¢s en el mundo. Para las ocho de la ma?ana, los fans invaden la playa. Es un p¨²blico heterog¨¦neo. En edad, en sexo, en procedencia, en color de piel. Comparten est¨¦tica surfera y el deseo de aplaudir las mejores maniobras, que son, explica Aranburu, las que se trazan con una mayor ¡°radicalidad¡±, cuando el surfista puede con la ola. Decenas de fot¨®grafos tratar¨¢n de captar giros imposibles y tubos interminables. Teleobjetivos y drones competir¨¢n por la imagen m¨¢s fresca e innovadora. Los ni?os pugnar¨¢n por pescar trozos de tabla rotos arrastrados a la orilla, piezas de colecci¨®n que ser¨¢n autografiadas por sus ¨ªdolos.
Aritz se la juega. Pese a que el d¨ªa anterior consigue la mejor puntuaci¨®n en una ola de todos los surfistas en competici¨®n, la imposibilidad de coger otra le relega a la repesca de hoy. La manga es de hombre contra hombre y dura 30 minutos. Uno puede coger todas las olas que quiera, pero solo punt¨²an las dos mejores. Es un deporte subjetivo: califican cinco jueces, la mejor y la peor nota se descartan y se hace la media del resto. Si Aritz no logra sorprenderles, perder¨¢ la categor¨ªa. Del Champion?ship Tour (CT) al Qualification Series (QS), es decir, de la primera a la segunda divisi¨®n de la Association of Surfing Professionals (ASP), la World Surf League (WSL, Liga Mundial del Surf) a partir de este a?o. Junto a la playa, en una casa de madera t¨ªpica de la North Shore de Oahu y alquilada por Quiksilver, patrocinador de Aritz, el surfista se pone el ba?ador, estira, encera cuatro tablas y enfila hacia la arena, donde sus padres, Karmele y Rafa, y su novia, la modelo Almudena Fern¨¢ndez, le aguardan. Hay tensi¨®n, orgullo, besos y apretones cari?osos. Pero pocas palabras.
En el agua compite contra el australiano Matt Wilkinson. Aritz lidera la manga, pero al final comete un error y pierde su ronda. Cae en la espuma y dos socorristas en una moto de agua acuden a toda velocidad al rescate, con olas de siete metros rompiendo sobre ellos. La repetici¨®n por televisi¨®n es impactante. Dice su madre: ¡°A veces sientes una impotencia terrible de no poder hacer nada¡±. Terminado el Pipe Masters para ¨¦l, tambi¨¦n lo hace el campeonato del mundo, este en el puesto 27, insuficiente para mantenerse (bajan 10 surfistas de un total de 36). Punto final a su tercera temporada en el Olimpo (antes compiti¨® en el CT en 2008 y 2009).
Aritz camina descalzo. En su mano lleva un taz¨®n de leche con cereales. Enfila la calle Ke Waena en direcci¨®n a la playa. ¡°?Sab¨¦is que en idioma hawaiano solo hay siete consonantes?¡±. De ah¨ª que los nombres aqu¨ª tengan ese aspecto tan parecido: h, k, l, m, n, p, w. Se sienta en la arena a mirar el mar. Amanece nublado. En Haw¨¢i todos los d¨ªas hace sol y casi todos los d¨ªas caen algunas gotas de lluvia. La temperatura oscila aproximadamente de una m¨ªnima de 20 grados a una m¨¢xima de 30 en invierno, mientras que en verano sube un poquito el term¨®metro. La climatolog¨ªa favorece un paisaje bello y verde: hierba, ¨¢rboles muy frondosos, palmeras majestuosas a la orilla del oc¨¦ano y flores exuberantes con las que los hawaianos fabrican sus tradicionales collares.
¡°El d¨ªa que me retire me gustar¨ªa compartir con otras generaciones lo que he aprendido. No hay nada mejor para un deportista que otros te sigan¡±
¡°Todas las ma?anas estudio las olas. Observo en qu¨¦ direcci¨®n vienen, c¨®mo sopla el viento¡¡±. Vistas las condiciones, Aritz elige surfear en Haleiwa. En este pueblecito, el surf es religi¨®n. Se palpa en las tiendas, verdaderos para¨ªsos de las tablas de segunda mano, de ba?adores y camisetas de todas las grandes marcas y dise?os. Y tambi¨¦n en el aparcamiento de la playa, donde estaciona una antigua furgoneta Volkswagen, s¨ªmbolo de un estilo de vida. En cierto modo, Haleiwa, como le pasa a toda la North Shore, ha mantenido el sabor de anta?o. Es tur¨ªstico, pero en una muy justa medida. El 99% de los alojamientos son casas particulares y no hoteles. En sus jardines hay carteles que reivindican el keep the country country (mant¨¦n el campo campo), y si has visto pel¨ªculas como Los descendientes o Parque Jur¨¢sico, o series como Lost, uno tiene la sensaci¨®n de pisar sus v¨ªrgenes localizaciones. ¡°Hey, Aritz!¡±, le saludan en el parking. Desde surfistas aficionados hasta Martin Potter, el campe¨®n mundial en 1989, todos reconocen al zarauztarra.
Quienes han vivido la evoluci¨®n de Aritz desde que era un cr¨ªo y empez¨® a conquistar campeonatos en su pueblo y despu¨¦s en Capbreton (Francia) contra los mejores juniors del mundo ¨Cah¨ª fue donde Quiksilver le fich¨®¨C hasta que termin¨® surfeando con su ¨ªdolo de ni?o, Kelly Slater, 11 veces campe¨®n mundial y al que ha vencido alguna vez, hablan de un chico muy trabajador. En Australia, con 15 a?os, particip¨® en un surf camp de la mano de Tom Carroll, doble vencedor mundial en 1983 y 1984. Hoy, con 53 a?os, Carroll sigue surfeando, y adem¨¢s muy bien: en Pipeline se llev¨® las Heritage Series, competici¨®n para veteranos. Reci¨¦n salido del agua, se encuentra con Aritz, al que saluda con afecto. ¡°Recuerdo cuando lleg¨® a Australia. No ten¨ªa un talento sobresaliente, pero s¨ª una enorme determinaci¨®n. Le otorgamos el Premio Andrew Murphy, que reconoc¨ªa al surfista que mostraba un mayor esp¨ªritu¡±.
Los padres de Aritz tambi¨¦n recuerdan aquel galard¨®n y la felicidad de su hijo. Karmele, su madre, rememora c¨®mo pas¨® de ser un chaval¨ªn de la playa de Zarautz, donde empez¨® ¡°con dos o tres a?os¡± tomando prestado un paipo a un compa?ero, a llamar la atenci¨®n de las marcas, clave en este negocio. ¡°Una de las cosas m¨¢s importantes para un surfista es ser capaz de vender ba?adores. No hay que olvidar que, gracias a las marcas, nosotros tenemos dinero para viajar¡±, razona Aritz. Acudimos con ¨¦l a una sesi¨®n fotogr¨¢fica para Quiksilver en Pupukea, en una casa espectacular con un gran jard¨ªn. ¡°Le conoc¨ª en Marruecos cuando ¨¦l ten¨ªa 14 a?os. No ha cambiado nada. Sigue surfeando por amor y no por el negocio, y no tiene ego. Cr¨¦eme, es raro en este mundo¡±, asegura el retratista, el franc¨¦s Bernard Testemale. ¡°El surf es una lecci¨®n de vida. No se puede ir de chulito, el mar siempre te deja en tu sitio¡±, dice Aritz.
Para Quiksilver, presente en 115 pa¨ªses del mundo, el mercado espa?ol es importante, el cuarto donde m¨¢s vende (6%) tras EE UU (35%), Francia (12%) y Australia/Nueva Zelanda (7%). Sin ser Aritz un top 10 del mundo, s¨ª lo es en Europa, y desde luego en Espa?a, y eso tiene un valor. ¡°El surf mueve millones¡±, dice Aranburu, que no detalla sus ingresos, pero reconoce que la mayor parte le entran de sus patrocinadores (en 2014 gan¨® 100.000 d¨®lares compitiendo, unos 86.000 euros). ?l, un ¡°inquieto¡±, no para en casa por un doble motivo: primero, porque le gusta descubrir nuevos sitios; segundo, porque sabe que el free surfing o surf libre sirve para alimentar a los propios patrocinadores. A cada viaje, ¨¦l se lleva un c¨¢mara, explota los v¨ªdeos y las fotograf¨ªas en su blog, en las redes sociales y en los medios de comunicaci¨®n.
La carretera de la playa es un viaje a la gastronom¨ªa mundial. Camionetas, furgonetas y peque?os puestos ofrecen desde un buen desayuno estadounidense con su caf¨¦ y su muffin de chocolate hasta una cr¨ºpe francesa, un pad thai tailand¨¦s o diferentes especialidades brasile?as como el a?a¨ª, una fruta del Amazonas que se sirve triturada, de textura y color similar al chocolate, muy fresca, energ¨¦tica y llena de propiedades. Comemos un bol con Aritz y su familia y hablamos del futuro del surf en Espa?a. ?l resalta ¡°la falta de estructuras potentes¡± y de gente ¡°que sepa de verdad¡±, y reivindica el modelo de Portugal, un pa¨ªs que crece sin parar. Tiago Pires, amigo suyo, portugu¨¦s y compa?ero en el CT, explica las claves: ¡°Hay muy buenas olas; las dos ciudades principales del pa¨ªs, Lisboa y Oporto, miran al mar; el r¨¦cord de Garret McNamara en Nazar¨¦ (el hawaiano que se ha hecho famoso por atreverse con olas de 30 metros de altura) nos ha colocado en el mapa; y la entrada de compa?¨ªas de telefon¨ªa, de seguros o bancos han beneficiado a Portugal¡±.
¡°El d¨ªa que me retire me gustar¨ªa compartir con otras generaciones lo que he aprendido. No hay nada mejor para un deportista que otros sigan tu pista¡±, sue?a Aritz. Hoy ya ayuda a otra gente, a trav¨¦s de la ONG Kind Surf, fundada por su novia, Almudena, y de la que ¨¦l es embajador: una organizaci¨®n que les emociona y que trata de echar una mano a ni?os con discapacidades f¨ªsicas o ps¨ªquicas. ¡°Parece que haces mucho por ellos, pero muchas veces es m¨¢s lo que recibes de vuelta¡±, asegura ella.
En Haleiwa, Aritz lleva unos minutos surfeando. Su fot¨®grafo, Isio Noya, le persigue desde la orilla con un teleobjetivo y se percata de una ca¨ªda. Pasan pocos minutos hasta que descubrimos las consecuencias. El codo y la espalda del deportista sangran: se acab¨® el surf durante una semana. ¡°?Mejor que hayas salido r¨¢pido, ya sabes que hay tiburones!¡±, r¨ªe Isio. Pero no es broma. Penetrando un par de kil¨®metros en el mar, hay quien baja en cestas met¨¢licas para ver a estos animales en su h¨¢bitat, cara a cara. A veces los escualos se acercan m¨¢s a la costa: en 2003, una surfista hawaiana, Bethany Hamilton, perdi¨® un brazo por un ataque: no es frecuente, pero puede suceder. Hamilton volvi¨® a surfear y es una figura reconocida. Las heridas de Aritz son menos salvajes, claro, pero demuestran que en el surf no todo es felicidad: implica esfuerzo, dedicaci¨®n y una dosis de sufrimiento y aventura: ¡°La mayor¨ªa de mis cicatrices son de Tahit¨ª. All¨ª el suelo es de coral vivo. ?Corta la piel como si fueran cuchillos!¡±, exclama con una sonrisa. ¡°Para m¨ª, la clave para mantener la ilusi¨®n y los pies en el suelo es sentirse agradecido. Siempre hay d¨ªas malos, pero en cualquier momento, cuando me pregunto si cambiar¨ªa mi trabajo y lo que me rodea, no se lo cambiar¨ªa a nadie. Esa gratitud, aparte de la pasi¨®n por surfear, me hace sonre¨ªr todos los d¨ªas".
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