La epidemia mundial de obesidad: relato de un fracaso
'The Lancet' dedica seis art¨ªculos a describir la lucha contra la pandemia

¡°A pesar de algunas ¨¢reas aisladas de mejora, ning¨²n pa¨ªs ha sido capaz de revertir la epidemia de obesidad hasta la fecha¡±. Con este tono marcadamente pesimista arranca el primero de los seis art¨ªculos que la revista The Lancet dedica a describir el avance del sobrepeso en el mundo y el ritmo ¡°inaceptablemente lento¡± de las medidas desplegadas para combatir la pandemia de obesidad. Los investigadores que han participado en el contundente despliegue que la revista cient¨ªfica dedica a este tema plantean la necesidad de aplicar pol¨ªticas dirigidas a fomentar el consumo de alimentos saludables -por ejemplo, a trav¨¦s de los impuestos a la comida basura o vales para comprar fruta y verduras a familias con pocos recursos- pero como parte de una amplia estrategia que debe incluir no solo a los Gobiernos, sino el compromiso de la industria, la presi¨®n de la sociedad y el cambio de los comportamientos individuales.
Parte de los art¨ªculos se dedican a diseccionar la magnitud del problema. Por ejemplo, a exponer que hay 2.100 millones de personas con sobrepeso en el mundo y que el 37 % de los hombres y el 38 % de las mujeres tienen un ¨ªndice de masa corporal (IMC, resultado de dividir el peso por la estatura al cuadrado) cuyo resultado es mayor de 25, lo que les sit¨²a por encima del l¨ªmite recomendado. O que desde 1980 este valor ha aumentado un 28 % en la poblaci¨®n adulta y un 47 % en la infantil.
Turqu¨ªa y Grecia: la mejor dieta
Los griegos y los turcos, as¨ª como los ciudadanos de Chad o Mali se encuentran entre los que tienen una dieta m¨¢s saludable de todo el mundo. Los dos primeros, por la influencia de las buenas costumbres alimentarias del Mediterr¨¢neo. Los pa¨ªses africanos, probablemente influidos por la falta de acceso a alimentos preparados y comida basura.
El despliegue de The Lancet y sus seis art¨ªculos sobre el avance de la obesidad se acompa?a de otro trabajo, publicado en una revista del mismo grupo editorial, The Lancet Global Health, que analiza la evoluci¨®n de la calidad de la dieta en 187 pa¨ªses entre 1990 y 2010.
Entre los que presentan una alimentaci¨®n menos sana se encuentran algunas de las antiguas rep¨²blicas de la Uni¨®n Sovi¨¦tica como Uzbekist¨¢n, Turkmenist¨¢n y Kirguist¨¢n.
En t¨¦rminos generales, el consumo de comida saludable se ha incrementado en todo el mundo en el periodo analizado, aunque esta mejora ha quedado eclipsada por el aumento a¨²n mayor de la extensi¨®n de la comida basura, fundamentalmente las carnes procesadas y las bebidas azucaradas. La excepci¨®n son China e India, donde no se han observado cambios en estos 20 a?os.
Las dietas con una calidad nutricional m¨¢s pobres se concentran en EE UU, Canad¨¢, Europa Occidental, Australia y Nueva Zelanda.
A este ritmo, y con las medidas actualmente en vigor, los especialistas cuestionan que se pueda alcanzar el objetivo que se marc¨® la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) en su plan para el control de las enfermedades no transmisibles de mantener la incidencia de la obesidad en 2025 en los mismos niveles de 2010. ¡°Es necesario un urgente replanteamiento de las causas, los impedimentos y las claves que nos pueden ayudar a cambiar la tendencia respecto a la pandemia global de la obesidad¡±, reclaman Sabine Kleinert y Richard Horton, miembros del comit¨¦ editorial de la revista, en un comentario a los seis art¨ªculos.
Uno de los aspectos sobre los que se centra el foco es la obesidad infantil, c¨®mo se ha disparado dr¨¢sticamente ¡°en menos de una generaci¨®n¡± y el impacto de este fen¨®meno en la edad adulta.
Entre los pa¨ªses desarrollados, los especialistas ponen de ejemplo a Estados Unidos, donde los ni?os pesan una media de 5 kilos m¨¢s que hace 30 a?os y uno de cada tres tiene un IMC superior al recomendado. Pero en los pa¨ªses en desarrollo el sobrepeso tambi¨¦n avanza r¨¢pidamente, con la paradoja a?adida de que, en muchos casos, va acompa?ado con desnutrici¨®n por el abuso de alimentos ricos en calor¨ªas y pobres en nutrientes (la f¨®rmula m¨¢gica de la comida basura).
Al replicar un modelo que emple¨® hace d¨¦cadas la industria del tabaco, el sector de la alimentaci¨®n tiene un especial inter¨¦s en dirigir sus mensajes hacia los menores para crear h¨¢bitos que puedan mantener en el futuro, seg¨²n se plasma en uno de los an¨¢lisis que publica la revista cient¨ªfica. ¡°La repetida exposici¨®n a alimentos procesados y bebidas azucaradas crea preferencias de sabores y gusto¡±, ya sea con el consumo de papillas preparadas, cereales azucarados, boller¨ªa industrial, o aperitivos (como patatas fritas). ¡°Los ni?os gordos son una inversi¨®n de ventas futuras¡±, destaca Tim Lobstein, de la Federaci¨®n Mundial de Obesidad.
El mercado global de comida infantil procesada crecer¨¢ este a?o hasta los 19.000 millones de d¨®lares (16.600 millones de euros), comparado con los 13.700 millones (12.000 millones de euros) de 2007. Frente a ello,"los Gobiernos apenas han tomado medidas para proteger a la infancia y la mayor parte de ellos conf¨ªan en las iniciativas voluntarias de la industria que no son suficientes para abordar esta tarea¡±, reflexionan los investigadores.
Ante este escenario, la soluci¨®n es abordar el problema desde un nuevo enfoque. ¡°Nuestra comprensi¨®n de la obesidad debe de ser completamente reformulada si deseamos parar y reducir esta epidemia global¡±, plantea Christina Roberto, de la Escuela de Salud P¨²blica T. H. Chan de Harvard. ¡°Debemos reconocer que los individuos son responsables de su salud, aunque tambi¨¦n que desde el ¨¢mbito de la alimentaci¨®n se explotan las vulnerabilidades biol¨®gicas (la innata preferencia por los alimentos dulces), psicol¨®gicas (a trav¨¦s de las t¨¦cnicas de marketing) y socioecon¨®micas (el coste de los productos), lo que hace m¨¢s sencillo la extensi¨®n de la alimentaci¨®n poco saludable¡±, a?ade.
La parcela reservada a los Gobiernos consistir¨¢ en tomar medidas preventivas, entre las que los especialistas en salud p¨²blica y obesidad destacan, por ejemplo, desarrollar un c¨®digo internacional sobre el marketing de alimentos para proteger la salud de los ni?os, aplicar programas educativos para ense?ar buenas pr¨¢cticas nutritivas en los colegios, aplicar impuestos a productos como las bebidas azucaradas o ayudas para familias con pocos recursos destinadas a comprar frutas o verduras frescas. Pero la responsabilidad de reducir la prevalencia de la obesidad debe ir m¨¢s all¨¢ del ¨¢mbito gubernamental, a juicio de los especialistas. Y ello debe implicar no solo a la industria, sino de forma destacada a los propios ciudadanos, a trav¨¦s de la movilizaci¨®n social.
Un ejemplo de ¨¦xito es M¨¦xico y la Alianza por la Salud Alimentaria, una asociaci¨®n integrada por entidades sociales movilizadas contra el sobrepeso. Como consecuencia de sus esfuerzos, este pa¨ªs aprob¨® en 2014 un impuesto a las bebidas azucaradas que lo situ¨® en la primera l¨ªnea de la batalla contra la obesidad en este tipo de iniciativas.
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