La lista de la compra con la letra de un rey
La escritura a mano ya no es un intermediario habitual, inevitable. Pero tampoco deber¨ªamos precipitarnos a firmar su defunci¨®n
En la pasada edici¨®n de los Premios Pr¨ªncipe de Asturias ¨Clos pr¨®ximos ya se denominar¨¢n Princesa de Asturias¨C, la Fundaci¨®n del mismo nombre rescat¨® el discurso con el que Felipe VI se hab¨ªa estrenado como orador. Corr¨ªa 1981, ten¨ªa 13 a?os y estaba escrito con inconfundible caligraf¨ªa adolescente y bol¨ªgrafo de tinta azul. Unos d¨ªas m¨¢s tarde, el Grupo Madrile?o de Grafolog¨ªa la analizaba: la letra pertenec¨ªa a un chaval ¡°inteligente, met¨®dico, ordenado, t¨ªmido, prudente, educado e introvertido, que no se dejaba influir por nada ni por nadie, con envidiables principios ¨¦ticos y morales y con apego al ¨¢rea familiar¡±.
Los retoques en algunas de las letras denotaban perfecci¨®n. El orden en los m¨¢rgenes, la regularidad en la inclinaci¨®n de las letras y la rectitud en las l¨ªneas, que controlaba bien sus emociones. Javier Burgui?o, creativo de la agencia de marketing y comunicaci¨®n digital Sr. Burns, ley¨® la noticia. Y su cerebro ¡°se dispar¨®¡±.
Se le ocurri¨® que, a partir de ese manuscrito, pod¨ªan crear una tipograf¨ªa: la Felipe Script. ¡°Se acercaban las Navidades y nos pareci¨® una buena idea como campa?a de autopromoci¨®n de la agencia¡±. Los influencers lo tuitearon enseguida: en los seis primeros d¨ªas, la campa?a sum¨® un mill¨®n de usuarios impactados. Hoy, la Felipe Script ya supera las 10.000 descargas. ¡°Hacer la lista de la compra con la letra de un rey¡±. Imposible contabilizar cu¨¢ntos la emplearon para tal fin ¨Ccomo suger¨ªa Burgui?o, metido en el papel del graf¨®logo Javier de la Fuente, en el v¨ªdeo promocional¨C, pero, constatado el ¨¦xito de la iniciativa, preparan una segunda fase: hacer entrega al Monarca de su tipograf¨ªa real.
Un d¨ªa, el periodista y escritor brit¨¢nico Philip Hensher cay¨® en la cuenta de que no sab¨ªa c¨®mo era la letra de un buen amigo suyo. Le hab¨ªa dejado mensajes en el contestador, enviado correos electr¨®nicos, escrito mensajes de texto. Pero desconoc¨ªa si su caligraf¨ªa era legible o una mara?a imposible. Poco despu¨¦s de publicar el libro The Missing Ink: The Lost Art of Handwriting, and why it Still Matters (La tinta desaparecida: El arte perdido de escribir a mano, y por qu¨¦ todav¨ªa importa), Hensher escrib¨ªa en The Guardian: ¡°Hemos renunciado a nuestra letra en favor de algo m¨¢s mec¨¢nico, menos humano, que dice menos de nosotros y est¨¢ menos presente en nuestros momentos de felicidad y emoci¨®n. La tinta corre por nuestras venas y le ense?a al mundo c¨®mo somos. El bol¨ªgrafo, que movido por la mano plasma sobre el papel las marcas de tinta, permiti¨® materializar esa forma externa del pensamiento y el lenguaje escrito que ha sido considerado, durante siglos, milenios, clave para nuestra existencia como seres humanos¡±.
Y es que ahora casi todo pasa por un teclado y una pantalla: la escritura a mano ya no es un intermediario habitual, inevitable. Pero tampoco deber¨ªamos precipitarnos a firmar su defunci¨®n. Quiz¨¢ sea in¨²til tratar de que el papel y el l¨¢piz recuperen el estatus perdido, pero al menos los valores caligr¨¢ficos resisten. Aplicaciones como Notegraphy reivindican la individualidad de la letra y aseguran que podamos compartir aquello que escribimos en, por ejemplo, Twitter, Facebook o Instagram, con un estilo que refleje ¡°nuestra personalidad¡± ¨Cel escritor Paulo Coelho cuenta con una colecci¨®n propia¨C. Y Handwrytten ya riza el rizo: esta app, pensada fundamentalmente para empresas, permite mandar postales, notas, cartas que parezcan escritas por la mano del remitente: sus robots escriben a bol¨ªgrafo cualquier mensaje. Su reclamo es sencillo: ahora que la correspondencia digital nos abruma, la manual es excepci¨®n y, por tanto, distinci¨®n.
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