El ¨¦xito de los ni?os pobres de Instagram

En Internet todo es una historia, y las mejores son las que cuentan la victoria de un desgraciado. El problema que ten¨ªan los ni?os ricos de Instagram era que no formaban un buen cuento. Lo de estos chavales, hijos de padres adinerados, protagonistas de vidas de lujo y despilfarro que documentan descaradamente en la red social de fotos, era otra cosa, un monumento, m¨¢s bien, a muchas y muy inelegantes pulsiones humanas. As¨ª lo constat¨® la Red hace casi tres a?os cuando un blog, titulado Ni?os ricos de Instagram, empez¨® a reunir las im¨¢genes que ellos publicaban. Facturas de m¨¢s de 100.000 euros por una comida en un restaurante de lujo, jets privados, un adolescente d¨¢ndose un ba?o y vaciando una botella de Mo?t & Chandon en la ba?era, colecciones de coches o helic¨®pteros, fundas doradas para iPhone con diamantes. Y muchas variaciones sobre el ya cl¨¢sico rico-reboz¨¢ndose-en-el-suelo-entre-billetes. Del blog salieron dos realities con un t¨ªtulo parecido, que hac¨ªan parecida pornograf¨ªa del derroche y que remataron el inter¨¦s por la franquicia. Cotillear en qu¨¦ se gastan el dinero los ricos da su placer morboso pero convertir en estrellas a unos muchachos que ya lo tienen todo en la vida gener¨®, por el motivo que sea, un rechazo tajante en el p¨²blico. La cosa qued¨® ah¨ª, como una de las representaciones m¨¢s arquet¨ªpicas de c¨®mo nace y muere un fen¨®meno de Internet. Nada rese?able. Hasta que llegaron los pobres.

Rico ni?o pobre

De repente, Instagram se ha llenado de respuestas a estas ostentosas fotos. Vienen de Rumania, est¨¢n etiquetadas con la frase #distractiepebaniputini (diversi¨®n con poco dinero) y son hilarantes. Si un rico aparece en una foto presumiendo de Rolex, el pobre aparece en la misma pose pero sujetando el dibujo de un reloj en un trozo de papel. Si uno sale frente a un helic¨®ptero privado, otro sale desde el mismo ¨¢ngulo, solo que con un helic¨®ptero de juguete sobre el hombro. La foto que presume de funda de iPhone tiene una imitadora que muestra, en su lugar, medio tel¨¦fono de los setenta. Y as¨ª.

El ganador

La cosa cumple ese mandato de la comedia de que sus protagonistas no sepan que est¨¢n siendo rid¨ªculos: las poses de estos pobres rumanos son m¨¢s serias que un infarto, aunque se est¨¦n rebozando en el suelo entre monedas de c¨¦ntimos. Y suponen ¡ªaunque todo esto empez¨® como una campa?a publicitaria¡ª una cr¨ªtica certera a la superficialidad del lujo. Los pobres han cogido el terreno de los ricos y lo hab¨ªan hecho suyo. La historia perfecta.