Por qu¨¦ nos fuimos (y por qu¨¦ volver¨ªamos)
No queremos ser investigadores en un CSIC anclado en el pasado. Solo estamos dispuestos a regresar a un organismo que apoye la excelencia y la capacidad de sus cient¨ªficos para gestionar proyectos competitivos
El a?o pasado tomamos la decisi¨®n de hacer las maletas y establecer nuestros laboratorios en otros pa¨ªses. Hasta entonces hab¨ªamos dirigido l¨ªneas de investigaci¨®n en Espa?a, en el Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC) que, por indicadores objetivos, se podr¨ªan se?alar como referentes internacionales en nuestros respectivos campos. Seguimos en nuestra marcha el camino iniciado por investigadores m¨¢s j¨®venes, que fueron, y siguen siendo, expulsados del sistema por el brutal adelgazamiento de las plantillas y programas de contrataci¨®n. A este adelgazamiento forzoso se une ahora uno voluntario y mucho menos numeroso de cient¨ªficos establecidos que, como nosotros, deciden marcharse.
Emilio Lora-Tamayo, presidente del CSIC, ha explicado esta marcha de investigadores establecidos por la oferta de ¡°cheques de varios ceros¡±, lo que supone confundir en el diagn¨®stico causa con efecto.
El efecto es que nos hemos marchado y lo hemos hecho a instituciones que consideramos que ofrecen las mejores condiciones para continuar nuestra investigaci¨®n, incluyendo remuneraciones competitivas a escala internacional. Pero esas ofertas no han surgido de repente; las hemos venido recibiendo con asiduidad, por lo que dif¨ªcilmente puede ser esta la causa de nuestra marcha.
La causa es el hast¨ªo de un sistema de investigaci¨®n p¨²blico en Espa?a incapaz de adaptarse a las necesidades actuales. Ejemplos de esta disfunci¨®n son las trabas a la contrataci¨®n de cient¨ªficos extranjeros, los largos plazos para la contrataci¨®n de personal y, en resumen, la falta de flexibilidad administrativa. Este problema ha sido reconocido desde hace d¨¦cadas, pero hemos sido incapaces de afrontarlo con valent¨ªa incluso sabiendo cu¨¢l es la soluci¨®n, que dicha soluci¨®n es factible y que, adem¨¢s, es econ¨®micamente rentable. Por si todo esto no fuera suficientemente tr¨¢gico, en los dos ¨²ltimos a?os hemos asistido a un empeoramiento de estas condiciones, al menos en el CSIC, donde se ha dado la conjunci¨®n de tres niveles de deterioro.
El sistema p¨²blico de investigaci¨®n en Espa?a es incapaz de adaptarse a las necesidades actuales
Los cient¨ªficos no somos un grupo al margen de la sociedad, a la que servimos y en la que estamos imbricados directamente. As¨ª hemos soportado solidariamente los sacrificios (rebaja sustancial de ingresos y de d¨ªas de vacaciones), aumento de impuestos y limitaciones de servicios y prestaciones sociales que han venido soportando todos los trabajadores en Espa?a. Es el primer nivel de deterioro.
El segundo nivel afecta espec¨ªficamente a la actividad cient¨ªfica, castigada con una ca¨ªda importante de la financiaci¨®n. Esta, a su vez, se ve agravada por el secuestro de convocatorias de financiaci¨®n por parte del Ministerio de Hacienda, de manera que el exiguo presupuesto no se ha llegado a ejecutar en los pasados ejercicios. Han desaparecido programas de apoyo a la ciencia y formaci¨®n de j¨®venes investigadores y se han deteriorado las infraestructuras. Frente a esto nos sobrepusimos recurriendo a fuentes de financiaci¨®n internacionales para capear el temporal de la escasez de recursos a escala nacional.
Sin embargo, la puntilla que nos ha llevado a marcharnos y que es espec¨ªfica del CSIC es el empeoramiento de las condiciones para hacer ciencia de calidad en los ¨²ltimos a?os. En 2013, el presidente del CSIC envi¨® un escrito a los investigadores anunciando que se incautaba de fondos de investigaci¨®n, obtenidos de fuentes competitivas externas al CSIC; a la vez que congelaba, durante ocho meses, el acceso a los fondos de proyectos en ejecuci¨®n y suspend¨ªa todos los compromisos de financiaci¨®n asumidos con instituciones nacionales e internacionales. Todo ello innecesariamente, pues se hac¨ªa en aras a un plan de ¡°viabilidad¡± para atajar un d¨¦ficit que se result¨® ser, en buena medida, una ficci¨®n derivada de errores contables de bulto, como se?al¨® la Intervenci¨®n General de la Administraci¨®n del Estado. Es decir: a un ¡°corralito¡± cient¨ªfico, el presidente del CSIC sumaba una quita a sus propios investigadores. Estas medidas ins¨®litas afectaban con mayor gravedad a los investigadores m¨¢s activos, con m¨¢s proyectos competitivos y, por tanto, con equipos mayores y compromisos de investigaci¨®n m¨¢s exigentes. Adem¨¢s, se introdujeron nuevas medidas burocr¨¢ticas que, bajo la apariencia de aumentar el control del gasto, lo ¨²nico que consiguieron fue dificultar a¨²n m¨¢s nuestro trabajo.
No hay excusas para aplazar m¨¢s la profunda renovaci¨®n de I+D que requiere el pa¨ªs
La triste realidad es que el CSIC del siglo XXI es mucho peor que el de hace s¨®lo unos a?os. Los investigadores m¨¢s brillantes ya no se incorporan mayoritariamente al CSIC, sino que lo hacen en otras instituciones espa?olas m¨¢s ¨¢giles y competitivas. Y no es solo porque el CSIC apenas contrate hoy en d¨ªa, sino porque, en gran medida, ha dejado de ser el referente cient¨ªfico de nuestro pa¨ªs. No queremos ser investigadores en una instituci¨®n anclada en la a?oranza de un pasado que cre¨ªmos haber dejado atr¨¢s. Esa, y no los cheques de muchos ceros, es la causa de nuestra marcha.
?Qu¨¦ cambios deber¨ªan producirse para que de una vez por todas pongamos las bases de un sistema de I+D moderno y funcional en nuestro pa¨ªs? Por encima de todo, darse cuenta de que ya no es suficiente con poner parches a un sistema fallido, sino que hay que reinstaurar el sistema. Si el CSIC fuese un banco, la soluci¨®n ser¨ªa crear un nuevo organismo y dejar el actual CSIC como un banco malo en el que queden todos los activos t¨®xicos a extinguir. Los activos rentables, que siguen siendo muchos, ir¨ªan pasando, a trav¨¦s de procedimientos de selecci¨®n rigurosos, a un nuevo organismo en el que ni los investigadores ni el personal administrativo o de apoyo ser¨ªan funcionario; contar¨ªan con salarios m¨¢s equiparables a los de pa¨ªses de nuestro entorno modulados en funci¨®n de sus m¨¦ritos; y el presidente dejar¨ªa de ser un comisario pol¨ªtico nombrado por el Gobierno para ser un cient¨ªfico de prestigio seleccionado mediante concurso internacional, como en las mejores instituciones de investigaci¨®n del mundo, con un consejo asesor internacional con capacidad de influencia real sobre el gobierno de la instituci¨®n. Dicho organismo apoyar¨ªa la excelencia y fomentar¨ªa las facilidades administrativas para que sus cient¨ªficos tuvieran capacidad de gestionar proyectos competitivos. Comprender¨ªa las reglas del juego de esta actividad internacional que llamamos Ciencia.
No estamos proponiendo una fantas¨ªa. Estos modelos de contrataci¨®n de investigadores existen en Catalu?a (ICREA) desde hace a?os y, m¨¢s recientemente, en Euskadi (IKERBASQUE). Y existen centros de investigaci¨®n en Espa?a que han adoptado procedimientos de gesti¨®n modernos y eficaces, libres en gran medida de la burocracia que atenaza al CSIC. Han incorporado a los mejores cient¨ªficos independientemente de su procedencia y, a partir de ah¨ª, el sistema funciona solo: los cient¨ªficos que lideran sus campos son capaces de atraer la financiaci¨®n m¨¢s competitiva y los mejores talentos. Como consecuencia, el sistema no solo no es costoso, sino que proporciona beneficios. El gasto p¨²blico en la contrataci¨®n de estos cient¨ªficos de excelencia se compensa con creces por el retorno en forma de costes indirectos de sus proyectos y el c¨ªrculo virtuoso que lleva al crecimiento de un ecosistema basado en conocimiento e innovaci¨®n en torno a las instituciones que les apoyan.
Llevamos dos o tres d¨¦cadas con un diagn¨®stico certero, sabemos cu¨¢l es la soluci¨®n y hemos comprobado una y otra vez que dicha soluci¨®n no solo crea calidad cient¨ªfica sino que es econ¨®micamente rentable. No hay excusas para aplazar un d¨ªa m¨¢s la profunda renovaci¨®n del sistema p¨²blico de I+D que requiere nuestro pa¨ªs.
Jordi Bascompte es catedr¨¢tico de Ecolog¨ªa en el Institute of Evolutionary Biology and Environmental Studies, University of Zurich, Suiza. Carlos M. Duarte es catedr¨¢tico de Ciencias Marinas en la King Abdullah University of Science and Technology, Arabia Saud¨ª. ?scar Mar¨ªn es director del MRC Centre for Developmental Neurobiology King¡¯s College London, Reino Unido. Los tres son profesores de Investigaci¨®n del CSIC en excedencia.
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