Koolhaas en R¨®terdam: ?faro o muro?
Antes de que nadie pudiera opinar, Rem Koolhaas ofreci¨® la respuesta: es una ciudad vertical. ¡°El nuevo icono del puerto de R¨®terdam tiene tres torres transparentes y 1.500 metros de caf¨¦s p¨²blicos en la orilla del r¨ªo Maas¡±, reza la presentaci¨®n del inmueble que define el muelle Wihelmina, donde est¨¢ ubicado, como ¡°el nuevo Manhattan¡± de la ciudad. M¨¢s datos tratan de explicar el edificio: 230.000 toneladas de peso (lo que pesan 1.200 kil¨®metros de coches en fila india, nos traducen muy en la l¨ªnea de Koohaas de hablar con datos y esl¨®ganes para hacer comprensible el caos de la arquitectura). Las informaciones de la compa?¨ªa inmobiliaria son menos transversales: 150 metros de altura, 150 de ancho, 240 apartamentos, 285 habitaciones de hotel, 670 plazas de aparcamiento, 9.500 metros de espacio para restaurantes, comercios y caf¨¦s y 60.000 metros de oficinas metidos, todos, en lo que ocupa un campo de f¨²tbol.
La imponente presencia de ese gran muro urbano yo la sent¨ª como violenta, pero justo es decir que un arquitecto espa?ol que lo visitaba conmigo qued¨® prendado de la elegancia ¨Cque la tiene- y todo lo dem¨¢s le pareci¨® irrelevante. El tama?o del edificio deja fuera de escala, como reducidos, a todos sus famosos vecinos: las torres de Piano, Siza, Mecanoo o Foster ¨Cninguna singular y ninguna tampoco cercana en tama?o-. Pero, m¨¢s all¨¢ de ese tortazo inicial ante el edificio, sorprende que alguien pueda entrar y salir por las puertas de los rascacielos. Las tres personas que visit¨¢bamos el edificio no tuvimos problemas para utilizar los ascensores, para recorrer varios pisos y hasta sentarnos en los vest¨ªbulos sin que nadie nos preguntara qu¨¦ hac¨ªamos all¨ª. Por eso lo primero que pienso es que va a ser verdad que tiene muchos rincones p¨²blicos, o de uso p¨²blico.
Al profesor Manuel Delgado, que ahora mismo estar¨ªa ¨Chipot¨¦ticamente- atento a apuntar que esos rincones semi-p¨²blicos lo son para quien califique como p¨²blico posible (es decir, quien pueda, o aparente poder, pagarse un caf¨¦ o alquilar una habitaci¨®n) yo le contestar¨ªa que tendr¨ªa que habernos visto ataviados de gorros y manoplas, con la identidad m¨¢s cubierta que descubierta por una vieja parca y un gorro de lana.
De modo que, empezamos a quitarnos capas de abrigo cuando descubrimos que el hermetismo externo choca con la acogida interna. M¨¢s all¨¢ de esa libertad de acceso, otra percepci¨®n cambia dentro del rascacielos. En el interior de cualquiera de las torres, o en el z¨®calo que las une en la base, una s¨ª piensa que las tres torres son realmente transparentes. Primero porque el r¨ªo es una presencia que penetra todas las estancias ¨Cno s¨®lo las comunes o las bajas-. Segundo porque una puede ver las piernas de los oficinistas, el desorden de sus mesas, su cara de aburrimiento, o preocupaci¨®n desde la torre vecina. ¡°Koolhaas insisti¨® en que as¨ª fuera¡±, explica el arquitecto holand¨¦s que nos acompa?a. No es este un inmueble que considere la intimidad una cuesti¨®n importante.
Acogedor por dentro y arisco por fuera. ?Es as¨ª como el gur¨² de la arquitectura mundial imagina el futuro de las ciudades? ?Es esta la manhattanizaci¨®n que lleva a?os anunciando?
El rigor compositivo de los vol¨²menes permite pensar que si estos fueran juzgados aislados, como un objeto y no en relaci¨®n con una ciudad ni con la orilla de un r¨ªo, compondr¨ªan una construcci¨®n esmerada y elegante. Pero cuesta sustraerse de un contexto tan marcado. Sin embargo, y como casi siempre, hay que reconocerle a Rem Koohaas su capacidad visionaria a la hora de adelantar tantos pasos a la vez en su apuesta por la densificaci¨®n de las ciudades. Sin embargo, y tambi¨¦n como casi siempre, esa apuesta tiene un gran pero: se traduce a la vez en un edificio singular y en una falta de consideraci¨®n hacia inmuebles vecinos o cualquier planificaci¨®n urban¨ªstica que considere la proporci¨®n una cuesti¨®n relevante.
?ngel o demonio, obra maestra u obra soberbia, faro o muro, el nuevo proyecto de Rem Koolhaas ¨Cnuevo y viejo, (lo proyect¨® en 1997)- parece extra?amente contenido en comparaci¨®n con los alardes formales que el arquitecto ha desplegado en otras ciudades, sobre todo asi¨¢ticas. Sin embargo, desde su aspecto compacto continua provocando, incitando y ofreciendo respuestas y reacciones extremas. Nadie como ¨¦l para conseguir el consenso de la duda.
Comentarios
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.