Juguetes demasiado listos
Mu?ecos conectados a Internet pueden vulnerar la intimidad de los ni?os
En sus 56 a?os de vida, la Barbie ha sido un verdadero icono en el imaginario infantil y una compa?era de juegos de millones de ni?as en el mundo. Se ha ido adaptando a los tiempos y ha ejercido todo tipo de profesiones. Una de las ¨²ltimas es la de emprendedora, con su smartphoney su perfil en Linkedin.
Mattel, la madre de la criatura, ya ha estado en el ojo del hurac¨¢n por las proporciones f¨ªsicas de la mu?eca. A sus pies se han abierto desde hace un tiempo nuevas pol¨¦micas que tienen que ver con la intimidad de los ni?os y el peligro de que el parloteo con sus mu?ecos salte sin control a Internet.
Un ejemplo es la Barbie Video Girl (chica v¨ªdeo), que lleva camuflada una c¨¢mara de v¨ªdeo en el collar y una pantalla LCD en su espalda para ver las grabaciones que hacen los ni?os. La mu?eca viene, adem¨¢s, dotada de un cable USB para descargar los v¨ªdeos en Internet y ofrece la posibilidad de conectarse a la web para editar y retocar im¨¢genes.
Toda esta sofisticaci¨®n inform¨¢tica puede convertir un aparentemente inocuo juguete en un instrumento para cometer delitos. As¨ª lo ve el FBI, que teme que esta mu?eca pueda ser utilizada por los ped¨®filos como cebo para sus v¨ªctimas. Ahora las miradas se dirigen hacia Hello Barbie, un modelo con conexi¨®n a Internet y provisto de un sistema de inteligencia artificial gracias al cual la mo?a podr¨¢ hablar con su due?a mediante un micr¨®fono pinchado en el collar. Es el mismo sistema que utiliza el dinosaurio Cognitoy (de la empresa Elemental Path), un bicho verde con capacidad para enlazar con una base de datos online y responder las preguntas de los ni?os.
Detr¨¢s de todos estos proyectos interactivos surge la duda de si los ni?os tienen garantizada su intimidad o si las charletas con sus juguetes corren el riesgo de quedar al descubierto en la Web. Quienes desarrollan estos chismes aseguran que solo los padres pueden acceder a los datos. Una salvaguarda insuficiente, porque incluso los ni?os, cuando juegan, tienen derecho a la intimidad y a que las conversaciones con sus mu?ecos no sean grabadas sin su conocimiento. O al menos, sin orden judicial.
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