Lucha contra la fuerza del viento
La formaci¨®n es primordial para reducir los riesgos ante desastres naturales Desarrollar mecanismos de alerta o saber d¨®nde resguardarse salva vidas
Tacloban. Filipinas. 8 de noviembre de 2013. Siete de la ma?ana. Viento de 200 kil¨®metros por hora y tres grandes olas. La primera lleg¨® hasta las rodillas, la segunda hasta el pecho, la tercera por encima del brazo levantado. Ya no pod¨ªa respirar. Mir¨® hacia arriba, cogi¨® a dos de sus tres hijos desde el fondo del agua, se impuls¨® y sali¨® a flote. Quer¨ªa dar las gracias a Dios por sobrevivir, pero olvid¨® como se rezaba, as¨ª que entender¨ªa si la llevaba al cielo. No fue ella la que falleci¨®, fue su hijo peque?o. Evelinda Somo-oc, de 36 a?os, sigue llor¨¢ndole. ¡°Es duro sobrevivir¡±, lamenta. El devastador tsunami que arras¨® Filipinas ese noviembre fue provocado por el paso del tif¨®n que ha tocado la tierra con m¨¢s intensidad en la historia, se le denomin¨® Haiy¨¢n y, a pesar de que los cient¨ªficos alertaron de su llegada, sorprendi¨® desprevenido al pa¨ªs.
Tras una carretera sin apenas arcenes, flanqueada por chabolas construidas con maderas, hojas, chapas, escombros y lonas, todo h¨²medo por la lluvia, enfangado y resbaladizo, las camionetas portan decenas de personas por Tacloban encaramadas de pie agarradas a cualquier saliente del veh¨ªculo. Tierra adentro aparece un descampado con cerca de 2.000 cruces blancas que recuerdan a los fallecidos identificados. Sobre las maderas est¨¢n escritos sus nombres: Rub¨¦n, Catalina, Fedelina, Antonio, Hilaria¡ Despu¨¦s de tres siglos de colonizaci¨®n espa?ola, la herencia permanece viva en la onom¨¢stica. Los apellidos Garc¨ªa, Zambrano, Toboso, Labrador se leen en una enorme l¨¢pida negra colocada en otra parcela en la que hay sepultados 400 cuerpos m¨¢s. Y todav¨ªa quedan mil desaparecidos, que se los trag¨® el Pac¨ªfico, que quedaron sepultados... El viento arras¨® casas, campos, barcas, palmeras, animales y medios de vida de 44 provincias de Filipinas. Dej¨® 6.200 fallecidos en el pa¨ªs, 28.700 heridos y cuatro millones de desplazados, seg¨²n los datos del Gobierno. Pero los censos no son exactos, podr¨ªan ser centenares de afectados m¨¢s¡
Son n¨²meros tras los que se esconden miles de dramas, de soledades, de ausencias, de traumas. Como el de la hija superviviente Somo-oc, de siete a?os, que desde aquel d¨ªa no distingue los colores, todo es marr¨®n. ¡°Antes pod¨ªa diferenciarlos, y tambi¨¦n contar los n¨²meros, pero ya no sabe¡±, asegura la madre mientras pide perd¨®n por sus l¨¢grimas. Prosigue tranquila y se excusa: ¡°los psic¨®logos me han dicho que es bueno que comparta mis sentimientos...¡±. Cuenta pausada que su hija tiembla cuando llueve y le tiene miedo al viento. Ella, embarazada de nuevo, se inventa soluciones para aliviar su sufrimiento. ¡°Hago cometas para jugar con el aire¡±, dice ahora con media sonrisa. Busca la conciliaci¨®n y la diversi¨®n con el viento sobrevolando sus cabezas, con lo que antes fue el infierno.
El asesoramiento psicol¨®gico a las v¨ªctimas se une a la creaci¨®n de refugios, comida, agua, saneamiento, medicinas y medios de vida de los programas de reconstrucci¨®n para afrontar las p¨¦rdidas ocasionadas por el Haiy¨¢n, que ascendieron a 12.300 millones de euros, seg¨²n datos de la ONU. El Gobierno de Filipinas ¡ªun pa¨ªs con una renta per c¨¢pita de 2.200 euros al a?o¡ª estim¨® en 7.500 millones de euros el plan de reconstrucci¨®n.? Pero los fondos del Gobierno no siempre han llegado con la inmediatez que requer¨ªa la poblaci¨®n, y por los conflictos entre las dinast¨ªas que imperan en el pa¨ªs tampoco se han ejecutado en igualdad de condiciones en las zonas en las que gobiernan los opositores al Gobierno central, como en Tacloban. En estos casos, la cooperaci¨®n internacional se hace m¨¢s imprescindible.
Las instituciones no solo deben reconstruir lo arrasado, adem¨¢s tienen que reducir el impacto de las futuras cat¨¢strofes
Adem¨¢s, la lucha de las instituciones no se enfoca solo en reconstruir, de forma simult¨¢nea deben reducir el impacto de los futuros desastres naturales. El desaf¨ªo es considerable en un pa¨ªs con m¨¢s de 7.000 islas y situado en el llamado anillo de fuego por la incidencia de cerca de 20 tifones al a?o, terremotos, descorrimientos de tierras, erupci¨®n de volcanes e inundaciones, fen¨®menos que se repiten cada vez m¨¢s por el cambio clim¨¢tico. Este mes se pueden enfrentar a la llegada del tif¨®n Maysak, que alcanzar¨ªa r¨¢fagas de 240 kil¨®metros por hora en las islas. ¡°El objetivo primordial es actuar antes de las embestidas, prepararnos y formar a la poblaci¨®n. Uno de los problemas en Tacloban fue de nomenclatura. Se dijo que iba a ser una tormenta, si se hubiese mencionado tsunami, la poblaci¨®n habr¨ªa reaccionado mejor¡±, reconoce Alexander Pama, director del Consejo nacional de reducci¨®n de riesgos de desastres naturales, una entidad para la que se destina el 5% del presupuesto del pa¨ªs.
El Banco Mundial ha concluido que invertir antes de los desastres en infraestructuras de los pa¨ªses en desarrollo conllevar¨ªa un ahorro de hasta el 50%. A mediados de marzo, Naciones Unidas celebr¨® la tercera conferencia mundial de Reducci¨®n del Riesgo de Desastres en Sendai (Jap¨®n), donde se redact¨® un nuevo marco para la reducci¨®n de desastres. El evento coincidi¨® con el paso del tif¨®n Pam en Vanuatu, que provoc¨® la muerte de 24 personas y registr¨® 3.300 desplazados. ¡°Por cada euro invertido en prevenci¨®n se pueden ahorrar hasta siete en ayuda humanitaria¡± se lee en los informes de la Direcci¨®n General de Ayuda Humanitaria y Protecci¨®n Civil (ECHO) de la Comisi¨®n Europea, que sufrag¨® un viaje a Filipinas para un grupo de periodistas de 10 medios europeos entre los que se encuentra El Pa¨ªs. ¡°El argumento para invertir en preparaci¨®n para desastres es sencillo. Invertir tiempo y recursos en prepararse salvar¨¢ vidas y proteger¨¢ a las comunidades de otras p¨¦rdidas¡±, describe Helen Clark, administradora del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD)
Por cada euro invertido en prevenci¨®n se pueden ahorrar hasta siete en ayuda humanitaria¡±, calcula la Comisi¨®n Europea
Como premisa, la formaci¨®n de la poblaci¨®n es una herramienta principal para evitar muertes, pero en la isla de Samar, cuya provincia del este se ha convertido en la regi¨®n m¨¢s pobre del pa¨ªs tras el paso del Haiy¨¢n, a¨²n quedaban personas que desconoc¨ªan c¨®mo evacuar sus chabolas. Un a?o despu¨¦s del tif¨®n han aprendido m¨¢s detalles. Elvira Declaro, de 15 a?os, enumera desde un colegio de la isla c¨®mo actuar ante una emergencia. ¡°Si suena la campana de la iglesia ya sabemos que tenemos que ir a prepararnos para evacuar. Debemos coger las partidas de nacimiento, los documentos de propiedad de las tierras, agua, comida y un kit de emergencia¡±, detalla la joven uniformada mientras asienten sus compa?eras de clase. Hay personas que no se atreven a abandonar sus casas por miedo a los robos, pero Declaro tiene la lecci¨®n bien aprendida. ¡°Hemos hecho un simulacro de terremoto y en ese caso, debemos ir a la plaza, a lugares abiertos¡±, matiza t¨ªmida. Si es un tif¨®n, el consejo es que vayan a los colegios, las iglesias, las casas privadas construidas de cemento, los centros de evacuaci¨®n...
En una cueva de la isla Samar, donde abundan las copas de las palmeras arrancadas de cuajo por el viento, se resguard¨® Evelinda Somo-oc con sus dos hijos y su marido durante los dos d¨ªas que tard¨® en pasar la tormenta Hagupit el pasado diciembre, con vientos que alcanzaron 140 kil¨®metros por hora. ¡°Fue duro estar ah¨ª, sin luz, con los ni?os¡±, recuerda ahora. Pero ellos se salvaron. Aunque, a pesar de las medidas tomadas, por este ¨²ltimo temporal murieron 18 personas y 4.000 se vieron afectadas. El paso del Hagupit ha sido visto por la comunidad internacional como una prueba para evaluar la respuesta de Filipinas ante un fen¨®meno similar al del Haiyan un a?o despu¨¦s. Entre otras medidas, el Gobierno ha desarrollado un programa para dar los partes desde Manila hasta el ¨²ltimo barangay (distrito) de la ¨²ltima isla del pa¨ªs. ¡°Las autoridades locales operan con alertas de m¨®vil, aplicaciones, redes sociales, la televisi¨®n, la radio y los peri¨®dicos para prevenir a las instituciones y la poblaci¨®n¡±, destaca Pama. ¡°La r¨¢pida y eficaz respuesta salv¨® muchas vidas, pero es importante destacar que no fue una reacci¨®n imprevista, sino parte de un esfuerzo bien planificado. Esta experiencia puede servir de ejemplo¡±, revela Clark.
Viviendas lejos de la costa
El Gobierno filipino ha prohibido construir viviendas a 40 metros de la costa en zonas vulnerables, por lo tanto, la poblaci¨®n que reside en esas ¨¢reas, en las que desarrollan labores de pesca, ha quedado desamparada para reconstruir sus casas sobre su propiedad. Tampoco las ONG pueden instalar las instalaciones de viviendas desmontables cerca del Pac¨ªfico. La familia de Flocertina Macabocsit cumple los requisitos para que la Organizaci¨®n Internacional de las Migraciones (OIM) haya podido instalar una casa temporal en su parcela de la isla Samar. Es a cuatro aguas, fabricada con maderas, clavos, y chapa, est¨¢ bien ordenada y varias macetas bien cuidadas lucen en la puerta.
¡°Somos ocho en la familia: cuatro ni?os duermen dentro de la casa, y los otro fuera¡±, dice mientras se?ala un habit¨¢culo de cuatro metros cuadrados con colchones amontonados, una hamaca y una ventana con cortinas verdes de encaje. Cuenta que su casa anterior, construida con cemento, desapareci¨® por completo con el paso del tif¨®n Haiy¨¢n. ¡°Primero se levant¨® el techo y despu¨¦s se derrumb¨® todo¡±, recuerda con gesto amargo. Se queja de que esa casa era m¨¢s grande, aunque reconoce que m¨¢s insegura, y se angustia cuando piensa que no va a tener dinero para comprar una vivienda definitiva en d¨¦cadas. ¡°La plantaci¨®n de cocos y pl¨¢tanos que ten¨ªamos qued¨® destrozada y no tenemos barca para pescar. Apenas ganamos dinero¡±, asegura. Ahora fabrica collares de conchas que vende al peso.
Hagupit tambi¨¦n ha puesto a prueba las viviendas levantadas tras el Haiy¨¢n. ¡°Este a?o construimos 8.000 casas desmontables, y a pesar de los ¨²ltimos vientos, no se ha ca¨ªdo ninguna¡±, asegura satisfecho Roger Alonso, delegado de la Cruz Roja espa?ola en Filipinas, una entidad que es beneficiaria junto a una decena de ONG de parte de los 30 millones de euros que ECHO dispens¨® en Filipinas tras el Haiy¨¢n. ¡°Las casas est¨¢n fabricadas con materiales locales y son los beneficiarios los que las construyen con nuestro asesoramiento¡±, detalla Roger, que explica as¨ª por qu¨¦ tardan dos meses en levantarlas. La entidad procura ofrecer adem¨¢s cursos de construcci¨®n, pero se enfrenta a la complejidad de conseguir financiaci¨®n para formaci¨®n. ¡°La correspondencia de fondos va m¨¢s all¨¢ de una foto con la inauguraci¨®n de un edificio. Pero cuando tenemos la oportunidad de formarles, expedimos certificados para que vayan progresando ellos solos. A veces es m¨¢s importante una persona con un certificado que acredite que sabe reconstruir casas a la casa en s¨ª¡±, considera. Es as¨ª como toma m¨¢s fuerza la palabra resiliencia, ¡ªentendida como la capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones l¨ªmite y sobreponerse a ellas¡ª, uno de los t¨¦rminos m¨¢s repetidos entre la comunidad internacional sobre los filipinos.
La resiliencia se hace tangible en Tacloban. Donde hace 15 meses la naturaleza les atac¨®, dej¨® cuerpos flotando sin extremidades, personas sangrando sin sentir dolor y supervivientes hablando en voz baja tras el impacto del tif¨®n, ahora j¨®venes y ni?os sacan agua de un pozo p¨²blico que aparece bajo el suelo, otros juegan al baloncesto en una pista de cemento y uno tiende la ropa para que se seque al viento. Han aprendido a la fuerza c¨®mo actuar en caso de evacuaci¨®n y en un muro con letras grandes est¨¢ escrita una declaraci¨®n de principios: ¡°hay esperanza¡±. Es en Tacloban. Filipinas. 2015. A las siete de la ma?ana. Con sol y calma frente a la proa de un barco encallado en la tierra.
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