Siniestro total
Hasta personas que presumen de izquierdistas y razonantes se mueren por ser cofrades del Cristo de las Chinchetas
Hac¨ªa ya dos o tres a?os que hab¨ªa interrumpido mi vieja costumbre de dedicar un art¨ªculo a la Semana Santa, como hay columnistas que cada San Isidro maldicen los toros o defienden a las cabras que los mozos valientes tiran o tiraban desde un campanario (siempre con la anuencia de la iglesia, imagino). En este ¨²ltimo caso me suena que la tenacidad ha sido premiada y que las pobres cabras ya est¨¢n a salvo en ese sitio cuyo nombre no recuerdo, o quiz¨¢ esos lugare?os amantes del riesgo se limitan a arrojarlas con una cuerda atada a una pezu?a, como si hicieran puenting, evitando as¨ª que se estampen y provoc¨¢ndoles s¨®lo un infarto. En cuanto a los antitaurinos, de la mano de un argentino (?!) se apuntaron un notable ¨¦xito en Catalu?a, y adem¨¢s se han vuelto intimidatorios: no son raras las ocasiones en que zarandean a matadores y espectadores, e incluso a los participantes en simposios sobre el arte del toreo. Siempre me han hecho gracia los defensores de los animales dispuestos a maltratar a personas cuyas aficiones u opiniones reprueban.
Lo m¨ªo carece de futuro. No porque yo pretenda que se suprima nada ¨Cno es el caso¨C, sino porque veo que el enfermizo gusto por las procesiones va m¨¢s bien en aumento. Mi leve esperanza era que, sopor¨ªferas, deprimentes y molestas como son, cada vez asistiera menos gente a ellas y eso las llevara a moderarse. No es normal que durante ocho d¨ªas los centros de todas las ciudades (menos Barcelona) queden intransitables y de ellos se apropie, en sesi¨®n continua, una religi¨®n. En el siglo XXI y en un pa¨ªs europeo, y aconfesional en teor¨ªa. No es normal que el obsesivo espect¨¢culo ofrecido, adem¨¢s de lent¨ªsimo y mon¨®tono, sea siniestro, con los ¨¦mulos del Ku-Klux-Klan ense?ore¨¢ndose del espacio p¨²blico, con ominosos tambores que parecen anunciar ejecuciones, con militares portando efigies espantosas y t¨¦tricas, con individuos descalzos y medio en pa?os menores que a veces ¨Ctodav¨ªa ahora¨C se fustigan hasta hacerse brotar sangre o avanzan con cadenas atadas a sus pies mugrientos. No es normal que la mayor celebraci¨®n de una Iglesia ¨Cla que dura m¨¢s d¨ªas y a todos se impone, velis nolis¨C sea tan l¨®brega y amenazante, tan carente de alegr¨ªa y truculenta. A¨²n menos normal es que la 2 de TVE retransmita sin cesar, en directo, desde el via crucis del Papa en Roma hasta no s¨¦ qu¨¦ ceremonia en una bas¨ªlica castrense ¨Ccastrense para mayor inri¨C. La televisi¨®n estatal, de creyentes y no creyentes. Pero resulta que hasta personas que presumen de izquierdistas y razonantes (desde el ex-ministro Bono hasta el actor Banderas) se suman con regocijo al funeral ininterrumpido y aun se mueren por ser cofrades del Cristo de las Chinchetas. De su izquierdismo o de su fervor no me creo una palabra.
Siempre me han hecho gracia los defensores de los animales dispuestos a maltratar a personas cuyas aficiones reprueban
Este a?o, en Madrid, me toc¨® el obligado incidente. Hab¨ªa quedado yo a cenar el jueves con mis amigos Tano y Gasset (¨¦ste vive en Berl¨ªn, as¨ª que no hab¨ªa m¨¢s fechas). Abr¨ª el portal de mi casa y me vi sin poder salir, bloqueado por el gent¨ªo. No pod¨ªa tirar hacia la derecha, pues ah¨ª hay una calle principal por la que la procesi¨®n transcurrir¨ªa. Del callej¨®n de la izquierda me separan trece pasos contados, as¨ª que intent¨¦ llegar all¨ª para luego dar mil rodeos. Con educaci¨®n fui pidiendo: ¡°?Me permite? He de alcanzar esa esquina¡±. Al instante se me soliviantaron un par de fieles: ¡°Pues no pase por aqu¨ª, vaya por otro lado. ?A qui¨¦n se le ocurre?¡± ¡°Si vivo aqu¨ª¡±, contest¨¦, y se?al¨¦ el portal, ¡°?por d¨®nde quiere que salga?¡±, y en mi pensamiento a?ad¨ª: ¡°Imb¨¦cil¡±, pero me lo call¨¦, hoy en d¨ªa los religiosos andan muy iracundos. ¡°?Es que no puedo salir de mi casa?¡± Ante eso se qued¨® un poco cortado, el feligr¨¦s m¨¢s airado, pero a¨²n insisti¨®: ¡°?Y qu¨¦ quiere, echarnos a todos?¡± Yo no quer¨ªa echar a nadie, s¨®lo hacerme lo m¨¢s estrecho posible y brujulear entre la multitud para dar mis trece pasos. Pero nadie se mov¨ªa un mil¨ªmetro, y como la gente es cada vez m¨¢s gorda y abulta el doble o el triple de lo que sol¨ªa, y adem¨¢s gordos y flacos enarbolan m¨®viles y se paran a cada paso a fotografiar lo que no miran, tard¨¦ casi diez minutos, jug¨¢ndome varias bofetadas, en llegar a la esquina semisalvadora. Si digo ¡°semi¡± es porque despu¨¦s, durante el trayecto, me fui encontrando innumerables calles cortadas por la misma procesi¨®n invasora y serpenteante o por otras simult¨¢neas. Todas, claro est¨¢, por el centro m¨¢s c¨¦ntrico. La masa no se contenta con ir en masa, sino que adem¨¢s, vanidosa, exige ser contemplada. Le debe de parecer indigno desfilar por Ciudad Lineal o Aluche o Moratalaz, all¨ª quiz¨¢ no molesten suficientemente a sus conciudadanos. Los alcaldes de casi todas las ciudades se ponen de felpudos de los procesionarios. La televisi¨®n pagada por todos, ya digo, emite monogr¨¢ficos de las tinieblas cat¨®licas, como en tiempos de Franco. Incluso las pel¨ªculas que exhibe son de asunto milagroso, como lo eran entonces obligatoriamente. S¨®lo aspiro ¨Cen vano¨C a que durante ocho d¨ªas enteros no quedemos todos secuestrados por los ritos tenebrosos ¨Cal paso de los encapuchados los ni?os lloran de miedo y los adultos creemos vuelta la Inquisici¨®n¨C de esta Iglesia siempre abusiva.
elpaissemanal@elpais.es
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