Armani todopoderoso
La reciente moda de abdicar no va con ¨¦l. Prefiere la l¨ªnea cl¨¢sica de reyes y papas que viven como si la eternidad existiera. A los 80 a?os de edad y los 40 de carrera, el monarca ¡ªen su caso absolutista¡ª de la moda italiana mont¨® el jueves en Mil¨¢n una fiesta que, en otro caso, habr¨ªa sonado a despedida, pero en el suyo pareci¨® un desaf¨ªo al destino
Despu¨¦s de asistir a la inauguraci¨®n del edificio que albergar¨¢ su museo, su laboratorio y su sala de exposiciones, los 600 invitados ¡ªentre los que figuraban Tom Cruise, Tina Turner, Janet Jackson, Lauren Hutton, Glenn Close, Sophia Loren o Pierce Brosnan¡ª cruzaron una calle que no solo se hab¨ªa cerrado al tr¨¢fico, sino convertido en un jard¨ªn, para presenciar en el Teatro Armani un desfile retrospectivo en el que participaron 179 modelos. En la fiesta posterior, Antonia Dell¡¯Atte, que fue su modelo y su musa en los a?os ochenta, le dijo con aire p¨ªcaro al primer ministro italiano, Matteo Renzi: ¡°Giorgio no solo saber vestir a las mujeres, sino tambi¨¦n desnudarlas¡±.
Dicen los colaboradores de Armani, y corrobora ¨¦l, que su ansia de perfecci¨®n lo lleva a controlar personalmente cada detalle, algo que no debe de ser tan f¨¢cil en un emporio que cuenta con 4.700 empleados, casi 8.000 millones de euros de ingresos y una producci¨®n que va de la alta costura a los hoteles pasando por la moda joven, las gafas, la ropa infantil, los perfumes, el maquillaje o los restaurantes. De todos los ejemplos, uno de los que m¨¢s llama la atenci¨®n tiene que ver con el teatro en el que el jueves se desarroll¨® el desfile. Fue dise?ado por el prestigioso arquitecto japon¨¦s Tadai Ando sobre una antigua f¨¢brica de chocolate y consta de 628 asientos alrededor de un rect¨¢ngulo de luz. En octubre de 2001, cuando el teatro ya estaba terminado pero a¨²n faltaban unos d¨ªas para la inauguraci¨®n, Giorgio Armani apareci¨® y se sent¨® en cada uno de los asientos para comprobar que la visi¨®n era perfecta desde todos los ¨¢ngulos. Solo entonces dio su visto bueno.
La gran fiesta en Mil¨¢n reuni¨® las tres caracter¨ªsticas que, tal vez, marcan la exitosa carrera del dise?ador nacido en Piacenza el 11 de julio de 1934. La primera es su manejo del tiempo, del de sus colecciones y del suyo propio. Visitando su museo, al que ha llamado Silos, se percibe claramente que casi cualquiera de sus creaciones sigue siendo actual, llevable. Hasta Glenn Close lo subray¨® durante la fiesta: ¡°Tengo mi armario lleno de hermosos trajes de Armani, incluido el primero que compr¨¦, all¨¢ por 1985. Y todav¨ªa me los sigo poniendo de vez en cuando¡±. La clave tal vez est¨¦ en que la apuesta del dise?ador italiano nunca fue por el asombro. ¡°No me gusta la moda cuando propone creaciones buenas solo para la pasarela o para las revistas¡±, explica en declaraciones a EL PA?S, ¡°para m¨ª, el oficio del dise?ador tiene que ser el de vestir a la gente¡±.
Tambi¨¦n en lo personal, si no con el diablo, Giorgio Armani tiene un pacto con el tiempo. De hecho, algunas de las celebridades que asistieron a su fiesta ¡ªentre ellas Leonardo DiCaprio, cuya actual figura se hace dif¨ªcil de imaginar haciendo equilibrios en la proa del Titanic¡ª parecen empe?adas en demostrar que nadie se cuida como Armani, siempre en forma y con aspecto de llegar de la playa.
Otra de las caracter¨ªsticas de Armani es la de su negativa absoluta a dejar el tim¨®n. La pregunta de si se va a retirar se la han hecho mil veces, al derecho y al bies, pero la respuesta es siempre la misma: ¡°No¡±. En una ocasi¨®n le preguntaron si, al menos, no se le hab¨ªa pasado alguna vez por la cabeza, y la contestaci¨®n fue lo suficientemente expl¨ªcita como para dejar el asunto zanjado para siempre. ¡°S¨ª¡±, dijo un Armani no exento de retranca, ¡°algunas ma?anas lo pienso, s¨ª. Visitar¨¦ mis casas, navegar¨¦ en mi barco, ir¨¦ al campo, pasear¨¦ a mis perros y comprar¨¦ picassos. Pero eso ser¨ªa el fin, porque mi vida es el trabajo. Mi vida estar¨ªa vac¨ªa. ?Qu¨¦ har¨ªa? No podr¨ªa viajar con gente de mi edad, porque no siento ninguna inclinaci¨®n por pasar el tiempo con viejos. Prefiero tener j¨®venes a mi alrededor que me supongan un reto. Me mantienen despierto y en contacto con lo que ocurre. Por eso contin¨²o¡±. En cualquier caso, y por si en los ¨²ltimos meses hubiese cambiado de opini¨®n, se lo volvimos a preguntar. ?Ha pensado en retirarse?: ¡°Honestamente no. No podr¨ªa prescindir del trabajo¡±.
No me gusta la moda cuando propone creaciones buenas solo para la pasarela o las revistas¡±
Una de las cosas con la que m¨¢s orgulloso est¨¢ Armani ¡ªadem¨¢s de haber ocupado en una ocasi¨®n la portada de Time¡ª es la de no haberse vendido a las multinacionales. La globalizaci¨®n de la econom¨ªa, unida a la fuerte crisis que viene sufriendo Europa en general y los pa¨ªses del sur en particular, ha provocado en los ¨²ltimos a?os una desamortizaci¨®n de la marca Italia. Un gran n¨²mero de los productos italianos por excelencia ¡ªya sea en la gastronom¨ªa, la moda o la automoci¨®n¡ª ya solo lo son de nombre. Tras el lujoso escaparate de un tiempo que se fue se esconden accionistas chinos, ¨¢rabes o estadounidenses. El dise?ador se niega en redondo: ¡°La independencia es el ¨²nico valor al que no puedo y no quiero renunciar. Todo lo que he construido se ha basado en mis decisiones aut¨®nomas, a veces incluso arriesgadas y temerarias. Decisiones que, si formase parte de una multinacional, no podr¨ªa tomar. Pienso adem¨¢s que el poder excesivo de las finanzas no le viene bien a la moda¡±. Dice Antonia Dell¡¯Atte que entre el mundillo que pivota alrededor de Armani tambi¨¦n existe una cierta preocupaci¨®n en ese sentido. ¡°Hay que tener en cuenta¡±, dice la exmodelo, ¡°que ¨¦l es el ¨²nico que es ¨¦l mismo y no una multinacional. Todos estamos rezando que sea como Mathusalem, que siga otros 100 a?os al frente. El d¨ªa que nuestro querido Giorgio se vaya¡ No, no lo quiero pensar, espero que sea eterno, porque todos estamos preocupados por qu¨¦ pasar¨¢ con sus empresas. Pero, dej¨¦moslo, ahora vivimos el momento¡±.
Y el momento es una exhibici¨®n de fuerza. El magnate de la moda organiz¨® su fiesta en la v¨ªspera de la inauguraci¨®n de la Exposici¨®n Universal dedicada a la alimentaci¨®n, con lo que se asegur¨® la presencia en la ciudad de las altas autoridades del pa¨ªs, pero tambi¨¦n de paso regal¨® a Mil¨¢n el brillo de las estrellas llegadas para su fiesta. ¡°Los famosos¡±, explica, ¡°son un veh¨ªculo potente de comunicaci¨®n, crean una identificaci¨®n inmediata con el p¨²blico. A m¨ª me gusta colaborar solo con aquellos que comparten la est¨¦tica y el esp¨ªritu de mi mundo, porque de lo contrario se tratar¨ªa de una puesta en escena sin alma¡±. Explica que todo se inici¨® con Richard Gere, Lauren Hutton o Jodie Foster porque con ellos compart¨ªa una cierta visi¨®n de las cosas. ¡°No es casualidad¡±, subraya, ¡°que me siga uniendo una gran relaci¨®n de amistad con todas las estrellas que he vestido en el pasado o visto ahora¡±.
Echando la vista atr¨¢s, aunque no sea la actitud preferida de la casa, Giorgio Armani acepta que el momento m¨¢s duro fue la desaparici¨®n de su socio y compa?ero de vida, Sergio Galeotti, fallecido por el sida en los a?os ochenta. ¡°Fue duro¡±, recuerda, ¡°sobre todo al principio, pero el camino me ha tra¨ªdo hasta aqu¨ª. He descubierto dotes de mando y estrategia que de ning¨²n modo pensaba tener. Por car¨¢cter, no me paro ante las dificultades¡±. A la fiesta, adem¨¢s de los personajes famosos del cine o la canci¨®n, asisti¨® una completa representaci¨®n de la pol¨ªtica italiana, a la que, de vez en cuando, Armani no ha dudado en criticar. A Silvio Berlusconi le concede el m¨¦rito de ser, en dura competencia con ¨¦l mismo, el italiano m¨¢s famoso del mundo, aunque lo tacha de vulgar y dice que no lo soporta. Con Matteo Renzi tambi¨¦n tuvo sus m¨¢s y sus menos al criticar su forma de vestir. ¡°Parece una persona interesante¡±, dijo Armani del actual primer ministro italiano, ¡°pero esa camisita blanca que siempre lleva puesta no me parece adecuado. ?Qu¨¦ intenta, provocar?¡±. El jueves se les vio felices juntos. A fin de cuentas tienen dos cosas en com¨²n. A ambos les gusta ejercer el mando en solitario. Y solo est¨¢n dispuestos a morir si es de ¨¦xito.
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