La tenacidad de la se?ora juez
Manuela Carmena, hoy posible alcaldesa de Madrid, fue entrevistada por 'El Pa¨ªs Semanal' en 1982. Ex comunista, antes de ser juez fue abogada laboralista del despacho de Atocha
A finales de los sesenta, Manuela Carmena, comunista, en plena clandestinidad y con el t¨ªtulo de abogada todav¨ªa h¨²medo, form¨® el primer despacho laboralista del pa¨ªs, directamente ligado a Comisiones Obreras. Fue una de los "abogados-ni?os terribles" de las postrimer¨ªas del franquismo, cuando Magistratura del Trabajo "cay¨® en poder de los rojos". Unos a?os despu¨¦s, en 1977, un escalofr¨ªo de pasmo y horror recorri¨® el pa¨ªs con las palabras "matanza de Atocha", y Manuela Carmena era, en aquellos momentos, la titular del despacho laboralista maldito. Algunos todav¨ªa recuerdan, en las primeras elecciones, la imagen ins¨®lita de una Manola ¡ªcomo la llamaban los peceros¡ªhaciendo campa?a electoral. Despu¨¦s vino el abandono silencioso del partido, las oposiciones a juez y el primer destino en La Palma.
Ahora, a los 37 a?os, en el despachillo insignificante de los juzgados de El Escorial, comida por los legajos, entre escaleras desconchadas y pasillos encolillados, do?a Ma?nuela, la se?ora juez, maneja la ley desde el otro lado de la mesa, dejando pasmado al personal cuando les dice eso de ?los jueces esta?mos para servirles?, desconcertando con sus respuestas a los vetustos funcionarios que pregun?tan afirmando: "Do?a Manuela: usted no ir¨¢ a las autopsias, ?verdad?".
"Yo me met¨ª en Derecho sin ninguna idea de lo que significaba, porque en todo el bachiller nadie me hab¨ªa hablado del tema, y en mi fami?lia, pues igual. Porque normalmente la gente que va a Derecho est¨¢ relacionada con la profe?si¨®n, pero yo no. Mi familia es, por una parte, de extracci¨®n campesina, campesinos de Toledo con algo de tierras, y de otra, comerciantes, muy peque?a burgues¨ªa. Me acuerdo que nada m¨¢s entrar en la universidad, a la puerta de Derecho estaban un d¨ªa leyendo unos versos de Machado y vino la polic¨ªa y disolvi¨® a la gente. Tengo esa imagen grabada. De pronto, empec¨¦ a conocer autores y gente que hab¨ªa hablado de la guerra. Mi sorpresa fue comprender que la guerra hab¨ªa sido entre pobres y ricos, explotadores y explo?tados, y a partir de ese momento empec¨¦ a sen?tirme muy interesada por todas esas cosas y a conocer a personas que estaban en grupos pol¨ªticos".
Entonces, l¨®gicamente, apareci¨® el partido comunista, aunque camuflado en la Federaci¨®n Universitaria de Estudiantes (FUDE), y da la impresi¨®n, oyendo hablar a Manuela Carmena, de que sinti¨® por el partido una atracci¨®n y rechazo simult¨¢neos muy similar a la de tantos intelectuales y profesionales de la ¨¦poca, que llegaron al mismo m¨¢s como luchadores antifascistas, que descubr¨ªan en ¨¦l una v¨ªa eficaz de lucha por la democracia, que como aut¨¦nti?cos comunistas o marxistas. Un camino m¨¢s visceral que intelectual o te¨®rico. "Totalmente visceral, desde luego. El partido me produjo de entrada una reacci¨®n doble: por una parte, me gustaba mucho su decisi¨®n, su eficacia, su clari?dad de ideas; pero, por otra, algunos aspectos de su manera de ser me produc¨ªan rechazo. En?tonces conoc¨ª al primer obrero-obrero, de pro?cedencia obrera, que me llev¨® a su casa a la celebraci¨®n de un Primero de Mayo, y aquello me hizo mucho impacto. Primero, porque todo aquello era nuevo para m¨ª, y segundo, porque empezaba a comprender c¨®mo la gente sent¨ªa la explotaci¨®n. Descubr¨ª lo que hab¨ªa sido la gue?rra, la tortura, y a partir de aquel momento me sent¨ª totalmente comprometida; comprend¨ª que aquellas gentes ten¨ªan raz¨®n".
Es inevitable hablar de la ma?tanza de Atocha, recordar aquella sensaci¨®n de espantosa angustia e incredulidad, algo que Manuela Carmena vivi¨® tan directamente
Fue una militante significada, que nunca lleg¨® a leerse las obras de Lenin y que se hac¨ªa chuletas, como los malos estudiantes, cuando ten¨ªa que dar seminarios pol¨ªticos."Creo que entonces no hab¨ªa otra alternativa; lo que pasa es que posteriormente, a diferencia de muchos compa?eros, yo no me he sentido desencantada, porque nunca me cre¨ª el partido como dogma. Claro que esto me produc¨ªa una disociaci¨®n muy grande". Una contradicci¨®n que, no obstante, no impidi¨® a Manuela Carmena ju?garse el tipo por el partido comunista en las ¨¦pocas duras: "Esa reacci¨®n la ten¨ªa tambi¨¦n con el Mundo Obrero, que nunca me ha gustado, y cuando me daban un taco de Mundo Obrero ¡ªque casi nunca llegu¨¦ a repartir porque me daba verg¨¹enza dar un peri¨®dico donde hab¨ªa cosas en las que yo no cre¨ªa¡ª, pues ten¨ªa una sensaci¨®n contradictoria. Porque, por otra par?te, ve¨ªa que los obreros ten¨ªan tanto derecho a tener su Prensa y a decir las cosas que se le ocurrieran, que estaba convencid¨ªsima de que hab¨ªa que luchar por que todo el mundo que quisiera vendiera Mundo Obrero donde le ape?teciera. Luego he comentado con muchos com?pa?eros que a nadie nos gustaba Mundo Obrero, pero est¨¢bamos dispuestos a que nos cayeran un mont¨®n de a?os por tener los cajones llenos de peri¨®dicos".
Eso suena un poco a complejo de culpabili?dad de peque?os burgueses.
¡ªYo creo que s¨ª, totalmente. Lo que ocurri¨® es que de ese punto de partida extra?o en segui?da fui evolucionando y encontr¨¢ndome con gentes que ¨¦ramos muy parecidas. Cuando est¨¢bamos haciendo la carrera, el partido dijo que era necesario que fu¨¦ramos a Francia a hacer un cursillo. Yo me march¨¦ con much¨ªsi?mos problemas personales, y nos metieron a los cuatro que fuimos en un campamento de ju?ventudes del partido para la emigraci¨®n. Pocas veces me he sentido tan mal y tan inc¨®moda. De los cuatro que ¨ªbamos, tres nos sentimos muy mal, y de hecho, los del campamento nos pidie?ron que nos march¨¢ramos antes, porque no hac¨ªamos m¨¢s que incordiar. Y nos sentimos mal porque era la primera vez que ve¨ªamos al partido como religi¨®n: banderas por todas par?les, cantos... Me acuerdo que hac¨ªamos juegos como los scouts, y una de aquellas veces toc¨® andar descalzos por una carretera llena de gui?jarros. A m¨ª aquello me parec¨ªa una estupidez enorme, y no se me olvidar¨¢ que una compa?era dijo: "Hacedlo por los presos de Burgos...".
Cuando lleg¨® el momento en que el partido decidi¨® que hab¨ªa que organizar un despacho laboralista para asesorar a Comisiones Obreras, no se lo pens¨® dos veces: "A m¨ª el derecho la?boral me parec¨ªa un rollo y sigui¨® sin gustarme; pero era tan sugerente, tan precioso eso de ser el brazo jur¨ªdico de los obreros...". As¨ª que, como los compa?eros que terminaban se ten¨ªan que ir a la mili, Manuela y Cristina Almeida fueron las primeras voluntarias. "En la carrera hab¨ªa descubierto que las leyes eran una de las formas m¨¢s importantes de las estructuras del poder y me hab¨ªa quedado sorprendida de lo que val¨ªa el derecho. Pero la primera sensaci¨®n fue mala: sentirnos con poqu¨ªsimos medios, tener que competir con abogados y magistrados que se las sab¨ªan todas. Yo recuerdo una sensaci¨®n como de bombero...".
Mientras tanto, entre sanci¨®n y sanci¨®n uni?versitaria, Manuela Carmena se hab¨ªa casado con el arquitecto y hoy tambi¨¦n ex militante comunista Eduardo Leira. Hay muchos que todav¨ªa recuerdan de aquellos tiempos a la hija reci¨¦n nacida de Manuela, metida en un capa?cho, cri¨¢ndose pr¨¢cticamente "a los pechos de los obreros de Atocha". "La ni?a acababa de nacer y me la ten¨ªa que llevar a todas partes, porque hab¨ªa un trabajo horrible. A veces esta?ba en un juicio y ve¨ªa que era la hora de darle de mamar y que no me daba tiempo... Luego, en el despacho, los obreros me avisaban: "Oiga, que la ni?a se ha despertado y est¨¢ llorando".
Es inevitable, puesto que el despacho sale una y otra vez en la conversaci¨®n; hablar de la ma?tanza de Atocha, recordar aquella sensaci¨®n de espantosa angustia e incredulidad, algo que Manuela Carmena vivi¨® tan directamente. "El impacto, sobre todo, fue a nivel personal, aun?que yo, a mucha menor escala, hab¨ªa tenido una experiencia similar. Fue en 1970, la muerte de Pedro Patino, un obrero de la construcci¨®n de Getafe: le mataron cuando repart¨ªa propagan?da en una huelga. Este chico, adem¨¢s de ser cliente m¨ªo, era el marido de mi secretaria una de mis mejores amigas. Yo recuerdo con un espanto horroroso aquella situaci¨®n, porque le estaba dictando una sentencia a Dolores, su mujer, y me llam¨® Jaime Sartorius por tel¨¦fono para decirme que hab¨ªa venido en el Madrid que hab¨ªan matado a Pedro Pati?o. Esa sensaci¨®n terrible de tener que decirle: "Han matado a tu marido". Lo del despacho fue como eso pero multiplicado?.
¡ªSe ha repetido luego que lo esperaban, pero realmente, ?se pod¨ªa esperar algo tan alucinante?
¡ªS¨ª que lo esper¨¢bamos, porque, aunque parezca mentira, no se me olvidar¨¢ que aquella noche, cuando sal¨ªa del 55 de Atocha para ir al 49, a la otra reuni¨®n, la calle estaba temerosa ¡ªera explicable, porque hab¨ªa pasado lo de Villaescusa¡ª, y yo tambi¨¦n iba temerosa. En?tonces me cruc¨¦ con tres chicos y me dio la im?presi¨®n de que les brillaba algo, y me acuerdo que sent¨ª miedo y me puse el bolso delante, entre los brazos; fig¨²rate qu¨¦ bobada, pero pens¨¦ que pod¨ªan llevar una pistola. Cuando les rebas¨¦, vi que lo que llevaban era una m¨¢quina de fotos. Luego, en el 49, mientras en el 55 esta?ba pasando la matanza, fui mirando, por una ventana que ten¨ªamos en el pasillo y que daba a la puerta de entrada, a todos los que iban lla?mando para la reuni¨®n de profesionales, porque me sent¨ªa intranquila. Pens¨¢bamos que pod¨ªa ocurrir en cualquier momento, era la verdad. Antes hab¨ªa habido ataques y cosas similares aunque, claro, nunca cre¨ªmos que pudiera ser tanto. Quiz¨¢ luego me impresion¨® mucho la frialdad que encontr¨¦ en algunos ambientes, por ejemplo, entre los clientes. Me sorprend¨ªa que a los cuatro d¨ªas de haber pasado aquello la gente llegara como si nada; yo pensaba que qu¨¦ desprecio ten¨ªan por la vida, que por reclamar 4.000 o 5.000 pesetas se met¨ªan en un despacho donde les pod¨ªan pegar un tiro. Pero es posible que la gente que se juega la vida en un andamio tenga m¨¢s desprecio por ella. Me pareci¨® que no ten¨ªan esa consternaci¨®n nuestra.
Hay momentos en que piensas que esa Ma?nuela de espor¨¢dicos y repentinos matices inge?nuos no es sino la sombra furtiva de esta otra Manuela racionalista y eficaz, que sin duda se impone, y que, pese a su sensibilidad evidente, tiene que ser una persona fuerte, tenaz, puede que incluso dura, capaz de digerir una expe?riencia tan traum¨¢tica como la de Atocha y sonre¨ªr mientras habla de aquello, al mismo tiempo que repite lo de "Habla que vivir, vivir muy r¨¢pi?damente y olvidar".
¡ªPoco despu¨¦s, usted dejaba el partido comunista. Hay quien dijo que en ello hab¨ªa tenido que ver cierta disconformidad con la ac?tuaci¨®n del partido en todo el pro?ceso de Atocha.
¡ªNo; lo de Atocha no tuvo nada que ver. Me pareci¨® que algunas personas denotaban una falta de sensibilidad, y ciertos comentarios que o¨ª me demostraron lo poco sensibles que eran humanamente algunos militantes; pero no tuvo nada que ver con una cr¨ªtica sobre que hicieran mal las cosas en aque?llos momentos. La determinaci¨®n de dejar el partido como opci¨®n pol¨ªtica se debi¨® a otras razones.
¡ª ?Qu¨¦ razones?
La gente se siente como si tuviera que expresar agradecimiento por ser recibida por el juez. En algunos casos, in?cluso, preguntan cu¨¢nto deben
¡ªEl choque m¨¢s grande para m¨ª fue participar en la campa?a elec?toral. Realmente fue una sorpresa. Creo que me metieron en los m¨ªti?nes porque pensaron que, como ten¨ªa costumbre de hablar, lo har¨ªa bien, y fue un rotundo fracaso. A m¨ª me gustaba hablar, pero para convencer, y me hice una especie de gui¨®n de mitin para convencer. Pero cuando llegu¨¦ all¨ª y me di cuenta que hab¨ªa que decir las co?sas con pausas, para que la gente aplaudiera, y que era m¨¢s bien un espect¨¢culo sensible y emotivo, con s¨ªmbolos, pues me repugn¨®. Me parec¨ªa que se dec¨ªan cosas que no eran verdad, que s¨®lo se dec¨ªan para quedar bien.
Manuela Carmena decidi¨® entonces dejar el derecho; incluso pens¨® hacerse perito agr¨ªcola, pero las ma?tem¨¢ticas le hicieron desistir. As¨ª que se inclin¨®, finalmente, por algo distinto, aunque dentro de las leyes. Una especie de "ruptura dentro de un orden". Sonr¨ªe Carmena cuando le digo que pasar de un despacho laboralista rojo a ser la se?ora juez tiene que ser algo muy distinto a la hora de aplicar la ley. "Es muy distinto, s¨ª. Me gusta trabajar con la gente desde siempre, y ahora me viene, la escucho, y se me pasa el tiempo sin darme cuenta. Cuando era abogada tambi¨¦n me pasaba eso, con la diferencia de que entonces te sent¨ªas menos libre. Una persona te ha escogido como abogado y la tienes que acep?tar, ir con ella a todas partes. Sin embargo, como juez puedes disfrutar del contacto con las per?sonas con una cierta independencia, puedes elegir. Esa primera impresi¨®n me ha resultado muy agradable. Luego hay una segunda parte: que tengo siempre muy presente c¨®mo ve¨ªa yo a los jueces cuando no lo era; entonces procuro hacer cosas que a m¨ª me hubiera gustado que los jueces hicieran".
¡ª?C¨®mo los ve¨ªa?
¡ªCuando era abogada ve¨ªa al juez muy leja?no, muy distante, muy poco accesible; por eso yo trato de ser todo lo contrario. Trato que el juzgado no sea lo que aparentemente es: mon?ta?as de papeles, un poco lo de El proceso, de Kafka. Porque esos papeles judiciales que en apariencia no son nada tienen un contenido important¨ªsimo para la gente. Detr¨¢s de los papeles judiciales hay problemas e historias de fracasos, de amor, de desamor, ruinas econ¨®mi?cas, delitos...
¡ªCreo que su llegada a La Palma produjo una aut¨¦ntica revoluci¨®n en los juzgados; que las mujeres pr¨¢cticamente hac¨ªan cola para ha?blar con la juez.
¡ªEn los juzgados de pueblo el juez es algo m¨¢s cercano. Se le conoce, se sabe c¨®mo se llama, d¨®nde vive, la gente tiene una tendencia a ir al juez; lo que quiz¨¢ les pudo sorprender m¨¢s fue encontrar una actitud m¨¢s de igualdad, m¨¢s dem¨®crata. En la mayor¨ªa de los casos la gente se siente como si tuviera que expresar agradecimiento por ser recibida por el juez. En algunos casos, in?cluso, preguntan cu¨¢nto deben. Yo procuro disculparme cuando tengo que hacer esperar, y veo que se quedan muy sorprendidos cuando les digo que los jueces estamos al servicio de la sociedad y de las per?sonas que nos quieran ir a ver, y que el Gobierno nos paga para eso. Me he dado cuenta de que les causa mucha extra?eza. En cuanto a las mujeres, en La Palma, es un cap¨ªtulo muy especial. Es una so?ciedad con bastantes problemas, de poco desarrollo, donde la mujer est¨¢ muy explotada y recibe fre?cuentes malos tratos. Y en una so?ciedad donde la mujer no tiene ninguna independencia econ¨®mi?ca todos ¨¦stos problemas tienen m¨¢s dificultad para solucionarse, porque no tiene alternativa; est¨¢ con el marido, y si el marido no le paga tiene que buscarse otro hom?bre, porque su ¨²nica posibilidad, y ahora no se encuentra, es el trabajo de limpieza. Entonces ese tipo de mujer sencilla, de entrada, al ver una mujer se sent¨ªa mejor y te em?pezaba a contar su vida. Y sal¨ªa todo lo que es una vivencia matri?monial, esas terribles historias de amor y desamor que pasan todos los matrimonios litigiosos, se crea?ba una situaci¨®n de much¨ªsima m¨¢s confianza, que no pod¨ªa surgir con un hombre.
¡ªDebe de ser divertido eso de pasar, en poco tiempo, de correr de los guardias a que se le cuadren.
Una cosa que me sorprendi¨® much¨ªsimo es que cuando se produ?jo el 23 de febrero fuera competente la jurisdic?ci¨®n militar del conocimiento de los hechos. Eso para m¨ª es incomprensible
¡ªQuiz¨¢, m¨¢s que divertido, resulta extra?o. El mundo militar tiene unas normas de com?portamiento muy propias, y para quienes no hemos tenido contacto con ¨¦l nos resultan extra?as. Yo nunca he sabido bien qu¨¦ trata?miento emplear con todo tipo de autoridades militares. Me acuerdo que una de las veces que estuve detenida en la Direcci¨®n General de Seguridad necesitaba ir al servicio, y con toda mi buena voluntad yo gritaba por el ventanuco: "?Guardia! ?Guardia!" Hasta que vino uno y me dijo que se les llamaba se?or agente. Creo que a todo estamento militar, en general, el trato de trabajo con una mujer que puede ser su superior les resulta bastante desacostumbrado, les desconcierta. Yo recuerdo en La Palma, un d¨ªa que estaba en casa haciendo la comida, con calcetines, unos zuecos y un delantal a cuadros, una pinta absolutamente innoble para una au?toridad, y lleg¨® un guardia civil a darme un parte, y yo ve¨ªa que al pobre guardia civil, que se hab¨ªa cuadrado al saludar, se le ca¨ªa la mano, que hab¨ªa un peso de gravedad desde la sien hasta el suelo, que le resultaba absolutamente dif¨ªcil mantenerse cuadrado ante aquello. En estos momentos s¨ª que ves que son los sectores m¨¢s conservadores. En alg¨²n sector de jueces, por ejemplo, no les habr¨¢ gustado mucho mi llegada; en la Audiencia de Tenerife hab¨ªa cierta expectaci¨®n cuando iba la comunista de La Palma, pero conmigo han procurado estar encantadores, no han tenido ning¨²n tipo de desplante.
Puede que no haya habido desplantes, pero comentarios y an¨¦cdotas no le han faltado a Manuela Carmena en los dos ¨²ltimos a?os, porque esto de ver mujeres en determinados cargos tradicionalmente masculinos sigue cau?sando desaz¨®n, cuando no franco estupor. Un oficial de la Marina lleg¨® a pedir a su se?or¨ªa que se fotografiara con ¨¦l, "porque nunca hab¨ªa visto una juez". "Es que all¨ª, en La Palma, cuando van los barcos de guerra, hacen una recepci¨®n con las autoridades. Son recepciones donde las esposas est¨¢n en un rinc¨®n, en otro las autoridades y en el centro las jovencitas casade?ras, con los tenientes y solteros del barco, llenas de risitas. Entonces llegu¨¦ yo y me preguntaron que d¨®nde estaba mi marido, el se?or juez, y cuando contest¨¦: "No, el juez soy yo", pues vi que se quedaban at¨®nitos, que no sab¨ªan qu¨¦ hacer".
¡ªEl mundo de la judicatura es un mundo de f¨®rmulas hechas, a veces rimbombantes, y tra?dicionalmente masculino, donde la mujer tiene que introducir, forzosamente, nuevos compo?nentes, como el que antes alud¨ªa de las mujeres de La Palma. ?Se nota?
¡ªRealmente es un mundo muy diferente. A m¨ª me parece muy bien que al mundo judicial, al mundo de los papeles, lleguen tambi¨¦n las vivencias y el modo de ser de la mujer. En las sentencias, en las resoluciones, en los textos de separaci¨®n, todo viene redactado en un estilo masculino. Por ejemplo, hace poco, en un pleito de separaci¨®n, lleg¨® el momento de confesar la mujer, y tanto su abogado como el del marido y los procuradores eran hombres, es decir, las dos columnas sobre las que gira el proceso judicial eran masculinas. La manera en que se hacen las preguntas es muy formalista: "?Confiesa ser cierto...?", y la costumbre es responder s¨ª o no. Yo ve¨ªa que la mujer lo que quer¨ªa, fundamental?mente, era desahogar una tensi¨®n, contarnos lo que en resumen era la historia de su fracaso matrimonial, que lo hab¨ªa vivido d¨ªa a d¨ªa y con un sufrimiento tremendo. Era una mujer terri?blemente femenina, incluso yo dir¨ªa que un poco cursi. Iba vestida de rosa, en fin..., y adem¨¢s lloraba, contaba las cosas entrecorta?damente y a veces nos ten¨ªamos que parar por?que no le sal¨ªan las palabras, le sal¨ªan raudales de l¨¢grimas. A m¨ª me parec¨ªa que los abogados estaban como molestos, porque entend¨ªan que era exagerado, que las preguntas se respond¨ªan s¨ª o no, y a correr. Parece que se sent¨ªan heridos por aquella bofetada de sentimentalismo e inti?midad con que de repente se hab¨ªa llenado la sala de vistas. Pero a m¨ª me pareci¨® bonito el que se empaparan de ello, porque pensaba que aquella mujer hab¨ªa estado muchas horas ma?chacada d¨¢ndole vueltas y ahora era su juicio, y ten¨ªa derecho a que todos la oyeran.
¡ª?Qu¨¦ pasar¨ªa si ahora le llegara un caso por aborto, donde tuviera que aplicar la ley en con?tra de sus criterios personales, por ejemplo?
Esta es una de las preguntas m¨¢s dif¨ªciles que me ha hecho... Tendr¨ªa presentes todas las circunstancias que hab¨ªan concurrido en ese he?cho, hoy todav¨ªa punible, puesto que pienso que no deber¨ªa serlo. Lo que me parece importante es que el juez tenga la sufi?ciente sensibilidad para saber cu¨¢ndo una ley est¨¢ siendo socialmente rechazada, y si una ley es socialmente rechazada por muchos sectores, eso indica que tiene que cambiarse, y el juez debe aplicarla con todos los criterios que per?miten los principios generales de derecho. Es decir, que nunca se puede olvidar que la ley est¨¢ hecha para la sociedad y no la sociedad para la ley. No se debe inculpar o responsabilizar cuando hay un rechazo social importante.
¡ªHace poco, en un debate sobre El imperio de la ley, se afirmaba que la Administraci¨®n de justicia espa?ola no se hab¨ªa adaptado a¨²n a la Constituci¨®n. M¨¢s claro: que de dem¨®crata, poco.
Lo que me parece importante es que el juez tenga la sufi?ciente sensibilidad para saber cu¨¢ndo una ley est¨¢ siendo socialmente rechazada
¡ªCreo que la idea que yo tengo de la demo?cracia, que es una idea profunda de lo que es un pa¨ªs y un sistema con libertades, me parece que no, que los estamentos judiciales no han asumi?do esa idea. A m¨ª, por ejemplo, una cosa que me sorprendi¨® much¨ªsimo es que cuando se produ?jo el 23 de febrero fuera competente la jurisdic?ci¨®n militar del conocimiento de los hechos. Eso para m¨ª es incomprensible; que el legislativo haya aceptado en el C¨®digo de Justicia Militar una cl¨¢usula que, de una manera indirecta, viene a restar todo el peso de la Constituci¨®n, en la que clar¨ªsimamente delimita que solamente la ju?risdicci¨®n castrense deber¨¢ conocer de los temas castrenses, me parece un desastre y totalmente sorprendente. Entonces, que no haya habido una reacci¨®n del poder judicial en este tema me indica que no est¨¢ muy arraigado el sentimiento democr¨¢tico dentro de la organizaci¨®n judicial. Adem¨¢s, creo que el comportamiento de las propias estructuras judiciales, jueces, presiden?tes de las audiencias, etc¨¦tera, sobre el 23 de febrero ha sido decepcionante, especialmente en las demarcaciones de las jurisdicciones cas?trenses, que fueron asumidos los poderes a las autoridades civiles. Es algo impensable que inmediatamente no haya habido alg¨²n tipo de protesta, y, seg¨²n tengo entendido, no se ha producido por parte de los correspondientes estamentos judiciales. Me parece fundamental que quede clar¨ªsimo que un golpe de Estado es absolutamente ilegal en una sociedad de?mocr¨¢tica, y que tiene que ser terminantemente rechazado por el poder judicial, que es el que tiene que impedir el delito. Es que mi sorpresa fue grand¨ªsima, porque adem¨¢s, como ten¨ªa recient¨ªsimas las oposiciones a juez, me acorda?ba perfectamente del delito que dec¨ªa: "Aque?llos que invadan violentamente las Cortes es?tando reunidas...". Sab¨ªa que era un delito tipi?ficado en el C¨®digo Penal, y por el hecho de que fuera cometido por los militares, con la Consti?tuci¨®n en la mano no ten¨ªa por qu¨¦ no juzgarse por la jurisdicci¨®n ordinaria. Parece que no se dieron cuenta de ese error, pero creo que es significativo que no haya habido protestas del estamento judicial. Pienso que cuando llegan unos militares al juez y le dicen que asumen sus poderes, el juez tiene que decir que de ninguna de las maneras se va, que no, aun a riesgo de asumir las consecuencias.
¡ªComo contrapartida, ¨²ltimamente, hay un endurecimiento visible en determinadas sen?tencias, especialmente en aquellas que afectan a la libertad de expresi¨®n, como el caso Vinader.
¡ªPersonalmente, esto me parece grav¨ªsimo, ya que ni siquiera durante la ¨¦poca del Tribunal de Orden P¨²blico recuerdo que hubiera senten?cias de este tenor, puesto que es introducir cri?terios jur¨ªdicos nuevos que parece que tratan de limitar la libertad de expresi¨®n y, por tanto, de no aceptar la democracia. Me parece que era Voltaire el que dec¨ªa que el principio de publi?cidad es tan sagrado que le pod¨ªan juzgar sus peores enemigos siempre que lo hicieran p¨²bli?camente, que con eso se quedaba tranquilo. Hoy d¨ªa no hay que olvidar que el principio de pu?blicidad pasa por la Prensa; es lo que dec¨ªa Voltaire, que esas decisiones sean transparen?tes, cristalinas y puedan ser justificadas y expli?cadas. Claro, si a los periodistas se les coh¨ªbe o amenaza, si de alguna manera tienen esa espe?cie de espada de Damocles sobre s¨ª, esa punta aguda que debe de ser la Prensa deja de serlo, y esa publicidad que exigen todos los procesos, pues se pierde. Y la publicidad no consiste en que el alguacil abra una puerta del juzgado y diga: "?Audiencia p¨²blica!", y los cuatro viejecitos que no tienen nada que hacer entren. Le verdadera audiencia p¨²blica, hoy d¨ªa, es la Prensa, la radio, la televisi¨®n. Y en este sentido, una de las cosas que me encantar¨ªa, y creo que se deber¨ªa ya empezar a insistir en ello, es que el juicio del 23 de febrero sea televisado, ya que todos los espa?oles tienen derecho a saber c¨®mo se va a juzgar a esas personas y saber por qu¨¦ se les va a juzgar de una determinada manera y se les va a condenar. Creo que el Watergate fue importante en Estados Unidos, pero el 23 de febrero es m¨¢s importante todav¨ªa para nosotros. Hay que insistir en ello, me parece sumamente importante para el ciudadano.
Nos hemos quedado solas en el inh¨®spito juzgado de El Escorial. Han desaparecido con la tarde las monta?as recortadas detr¨¢s del venta?nuco, y los funcionarios han ido pasando para decir adi¨®s a do?a Manuela, que encaja el tra?tamiento muy seria, como si los tiempos laboralistas del tuteo y el Manola quedaran muy atr¨¢s. "Esa sensaci¨®n que tengo ahora de cola?borar en que la justicia sea para el pueblo tam?bi¨¦n me parece una determinada forma de ha?cer pol¨ªtica¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
M¨¢s informaci¨®n
Archivado En
- Extrema derecha
- Gente
- Manuela Carmena
- Ahora Madrid
- Matanza de Atocha
- Ganemos Madrid
- Abogados
- Podemos Madrid
- Democracia
- Jueces
- Transici¨®n espa?ola
- Coaliciones electorales
- Podemos
- Ganemos
- Transici¨®n democr¨¢tica
- Atentados terroristas
- Coaliciones pol¨ªticas
- Ayuntamiento Madrid
- Elecciones
- Ultraderecha
- Conflictos pol¨ªticos
- Historia contempor¨¢nea
- Ideolog¨ªas
- Ayuntamientos
- Madrid