La cara B

Aprovechando la coyuntura, esa feria de libro que vertebra el paseo del parque del Retiro, iba a escribir una columnilla, pero, maldita sea, ya est¨¢ hecha. Leer ensancha el mundo, leer entretiene, leer educa, deseduca en el mejor de los sentidos, leer alienta el esp¨ªritu cr¨ªtico y el sentido del humor, leer¡­ ya est¨¢ dicho, ?no? Hay quien dice tambi¨¦n, rozando la candidez cristiana, que leer nos hace mejores personas. Ay, de nombrar una verdad a ponerse cursi hay s¨®lo paso. En la Feria del Libro de este a?o, m¨¢s que en ning¨²n otro momento de esta galaxia Gutemberg, hay estrellas de la tele. Los escritores ya no son los que la tienen m¨¢s larga, ahora son esos famosos que han decidido coquetear con la literatura. Un novelista, tocado por un optimismo irracional, dec¨ªa el otro d¨ªa en la tele que, atra¨ªdas por esas celebridades, habr¨ªa personas que se pasear¨ªan por la feria. En fin. Deber¨ªan los profes prescribir libros de famosos de la tele para animar a la lectura, aunque sospecho que un libro de famoso a lo que indefectiblemente lleva es al libro de otro famoso. Y as¨ª.

Pero hay una cara B de la Feria de la que poco se habla. L¨®gico, la cara A es m¨¢s luminosa y adem¨¢s cierta: cualquiera puede escribir palabras vibrantes sobre la lectura. De la cara B no se habla porque a nadie interesa. Ni a los famosos que escriben libros, pues viven en un mundo donde todo gira en torno a ellos; ni a los escritores, que tratan de expresar alegr¨ªa para no parecer llorones. La cara B son todos esos trabajadores j¨®venes que andan estos d¨ªas de un lado a otro de la feria atendiendo autores y casetas. Becarios eternos, ni se les recompensa por ese trabajo extra. No s¨¦ qu¨¦ piensan cuando los periodistas, los autores y libreros hablamos s¨®lo del amor a la literatura. Me lo puedo imaginar.