Suspiros de Espa?a
Las figuras del toreo y la canci¨®n espa?ola se han apoderado del coraz¨®n de mucha gente que vive encandilada con el alboroto de sus d¨ªas
Una folcl¨®rica viuda de torero y un torero viudo de folcl¨®rica llevan una buena temporada entre rejas. Ella, Isabel Pantoja, es una de las grandes de la copla y ¨¦l, Jos¨¦ Ortega Cano, fue un diestro de cierta reputaci¨®n. Pero casi nadie repara ya en su talla profesional. Devorados por su personaje, han derivado en estrellas del negocio rosa y basura, que adora su arte para hipnotizar a esa Espa?a que sigue ah¨ª, quieta en el sof¨¢. Su mala cabeza les ha hundido pero la estancia en prisi¨®n dispara su cotizaci¨®n en el mercado de futuros.
Los toros y la canci¨®n espa?ola reinaron durante d¨¦cadas entre nosotros y ahora sufren un protagonismo residual. Pero a¨²n tocan con fuerza alguna tecla secreta. Las figuras de esos mundos se han apoderado del coraz¨®n de mucha gente que vive encandilada con el alboroto delirante de sus d¨ªas: amores desgarrados, fatalidad, tragedia, traici¨®n, codicia, bajos fondos, follet¨ªn, sainete, cr¨®nica negra, esperpento, perdici¨®n. Al lado de su realidad las letras de Rafael de Le¨®n parecen completamente naifs.
A Isabel la trat¨¦ un poco en algunos programas de radio y televisi¨®n que le dedic¨® Concha Garc¨ªa Campoy, en aquel tiempo en el que Concha me dejaba mirarla mientras trabajaba. A una de esas entrevistas, en 1999, Isabel acudi¨® relajad¨ªsima y le sali¨® todo su desparpajo. Estaba obsesionada con que su hijo Francisco, de 15 a?os, adquiriera una educaci¨®n exquisita y se le cay¨® un deseo: ¡°Lo m¨¢s bonito es la cultura y quiero que mi ni?o tenga la mejor¡±. Pero a todos nos sucede que hay cosas en esta vida que no nos acaban de salir.
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