Meterse en un berenjenal
A medida que se ha ido manipulando, hemos tratado de adecuar la berenjena a nuestro paladar y hacerla bonita
Desde luego, no es lo m¨¢s agradable que puede pasar en la vida, ya que muchas variedades de berenjenas suelen ser espinosas, y meterse en un berenjenal significa salir con una buena cantidad de raspaduras. De hecho, las variedades silvestres de berenjenas suelen ser mucho m¨¢s espinosas que las cultivadas, porque una de las cosas que hemos seleccionado es que no pincharan para favorecer su cultivo.
Conocer el antepasado silvestre de una planta puede ser muy ¨²til, ya que nos permite ampliar el fondo gen¨¦tico de las que se utilizan en agricultura. Si obtenemos especies emparentadas, podemos hibridarlas con las cultivadas y aportar caracter¨ªsticas como resistencia a una plaga o tolerancia al fr¨ªo.
El primer cient¨ªfico que estudi¨® de forma sistem¨¢tica el origen de domesticaci¨®n de las siembras y el establecimiento de bancos de semillas que permitieran almacenar esta riqueza gen¨¦tica fue el sovi¨¦tico Nikol¨¢i Vav¨ªlov, que en sus expediciones por todo el mundo lleg¨® a acumular cientos de miles de variedades de plantas silvestres y cultivadas. A ¨¦l le debemos los principios que gu¨ªan el estudio de la ?domesticaci¨®n de un ?cultivo, como que ¡°una planta que se trabaja desde m¨¢s antiguo tiene m¨¢s usos¡±. O que ¡°en los lugares donde se domestic¨® una especie sigue existiendo m¨¢s diversidad gen¨¦tica de ella¡±, o que han servido para determinar que la mayor¨ªa de especies destinadas a agricultura proceden de cinco zonas situadas entre los tr¨®picos.
Si se come una berenjena poco hecha o que no ha remojado en agua, notar¨¢ un cosquilleo; es debido a la nicotina
Ahora que est¨¢ tan de moda lo de las variedades locales, conviene recordar que cualquiera de ellas en su momento fue una especie for¨¢nea a la que no le aplicaron la ley de extranjer¨ªa.
En el caso de la berenjena, a medida que se ha ido manipulando la hemos tratado de adecuar a nuestro paladar y hacerla bonita. A pesar de que existen berenjenas de color blanco, verde, amarillo o p¨²rpura, la m¨¢s popular es la black beauty, de color azul oscuro casi negro, como la pel¨ªcula. La pulpa tambi¨¦n nos gusta que sea blanca, por eso hemos dejado de sembrar las variedades que ten¨ªan la carne de color oscuro o con muchas pepitas. Tambi¨¦n hemos descartado las variedades que al cortarlas se oscurec¨ªan enseguida, aunque eso fuera debido a la acci¨®n de enzimas antioxidantes que luego adquirimos en farmacia en forma de suplemento.
Y, ya puestos, hemos elegido que no sea t¨®xica¡ o no del todo. Si se come una berenjena poco hecha o que no ha remojado en agua, notar¨¢ un cosquilleo en la punta de la lengua; eso es debido a la nicotina.
Toda esta evoluci¨®n dirigida se ha conseguido sin saber exacta?mente d¨®nde empez¨® a cultivarse esta planta. El origen puede estar en India, China, Birmania o Tailandia, o en varios de estos lugares a la vez, porque parece que se domestic¨® varias veces independientemente. Y si alguna vez ve uno de estos frutos en una ?pel¨ªcula de romanos, saque al guionista del berenjenal. A Euro?pa no llegaron hasta la Edad Media.
J. M. Mulet (Denia, 1973) es profesor de Biotecnolog¨ªa en la Universidad Polit¨¦cnica de Valencia.
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