Derechos y pol¨ªtica
La marcha sobre Washington por Enrique Meneses
Hace poco que acab¨¦ de leerme ¨²ltima trilog¨ªa de Ken Follett sobre la historia del siglo XX. Es ligera y se lee muy r¨¢pido. Mientras la devoraba no pod¨ªa dejar de sorprenderme por los enormes cambios que han tenido lugar en los ¨²ltimos cien a?os. Pero lo que m¨¢s me llam¨® la atenci¨®n fue la evoluci¨®n en nuestro mundo del tema de los derechos humanos. Nos acostumbramos muy r¨¢pido a tener derechos y quienes han nacido con ellos no saben lo dif¨ªcil que fue conseguirlos.
Resulta incre¨ªble que hace apenas cincuenta a?os, en el pa¨ªs gobernado por Obama, los blancos y los negros no pod¨ªan usar los mismos lavabos. Hace solo cuarenta y siete a?os que mataron a Martin Luther King por pedir la igualdad entre ambas razas. Viendo la pel¨ªcula ¡°Selma¡± el otro d¨ªa no pod¨ªa dejar pensar qu¨¦ alejada est¨¢ la imagen que ahora tenemos de Luther King con la que se tuvo de ¨¦l en los Estados Unidos durante su cruzada. Para muchos King era un loco, un extremista, un hombre capaz de morir por conseguir la igualdad. Una igualdad que ahora nos parece un bien irrenunciable y que hace cincuenta a?os era una utop¨ªa.
Tambi¨¦n me qued¨¦ helada cuando a trav¨¦s de la pel¨ªcula ¡°The Imitation Game¡± me enter¨¦ de que la homosexualidad fue un delito en Reino Unido hasta el a?o 1967. En Irlanda solo es legal desde el a?o 1993. Pienso en amigos y amigas que est¨¢n casados, algunos con hijos, que cuando yo nac¨ª habr¨ªan tenido que vivir en la clandestinidad. Y recuerdo cuando Pedro Zerolo era el gay radical que ven¨ªa a romper el orden natural reivindicando cosas que no eran necesarias, caprichos, b¨¢sicamente la igualdad entre personas de distintas tendencias sexuales.
Hay miles de ejemplos m¨¢s complejos y m¨¢s elaborados de c¨®mo nuestros derechos actuales en los llamados pa¨ªses desarrollados son el resultado de la convicci¨®n de unos pocos hombres y mujeres tozudos y valientes a los que muchos consideraron peligrosos y extremistas. Y la mayor¨ªa de los grandes avances se han conseguido cuando estos ¡°extremistas¡± han trabajado de forma pac¨ªfica en entornos democr¨¢ticos. Y es ah¨ª, en esa lucha pac¨ªfica, en la que los derechos se mezclan con la pol¨ªtica. Porque normalmente el derecho que se defiende no es reconocido por aquellos que detentan el poder, que no tienen porque ser la mayor¨ªa.
Pero tenemos que tener muy claro que los derechos fundamentales no tienen nada que ver con la pol¨ªtica si no con la base misma de la humanidad, y as¨ª se entiende en la declaraci¨®n universal de los derechos humanos, acuerdo revolucionario en su d¨ªa, un compromiso adoptado tras dos guerras mundiales, firmada en el a?o 1948 hace apenas sesenta y siete a?os:
Toda persona tiene los derechos y libertades proclamados en esta Declaraci¨®n, sin distinci¨®n alguna de raza, color, sexo, idioma, religi¨®n, opini¨®n pol¨ªtica o de cualquier otra ¨ªndole, origen nacional o social, posici¨®n econ¨®mica, nacimiento o cualquier otra condici¨®n.
Toda persona tiene los derechos y libertades proclamados en esta Declaraci¨®n, sin distinci¨®n alguna de raza, color, sexo, idioma, religi¨®n, opini¨®n pol¨ªtica o de cualquier otra ¨ªndole, origen nacional o social, posici¨®n econ¨®mica, nacimiento o cualquier otra condici¨®n.
?... los j¨®venes de ahora se juegan la libertad y los valores m¨¢s importantes de la humanidad?
Lo que Hessel comenta en su declaraci¨®n resuena en mi cabeza desde hace unos a?os. No podemos seguir permitiendo que se destruyan los avances de la declaraci¨®n universal de derechos humanos. Tenemos la obligaci¨®n de luchar por que se siga implementando en todo el mundo. Eso es independiente del tipo de gesti¨®n de lo p¨²blico que se elija. Y recordemos que adem¨¢s de conceptos tan amplios como la libertad, el documento tambi¨¦n recoge derechos tan concretos como el derecho a la salud, la alimentaci¨®n, el vestido, la vivienda, la asistencia m¨¦dica o la educaci¨®n ¨C ver art¨ªculos 25 y 26.
No hay duda de que en Espa?a ahora nos encontramos en un momento cr¨ªtico. Sea cual sea la deriva que todo el movimiento pol¨ªtico acabe tomando es indispensable que todos los actores que participan tengan claro que con los derechos fundamentales no se debe jugar. No se trata de conceptos subjetivos, se trata de obligaciones con la humanidad. Y son todos ellos obligatorios, no hay unos m¨¢s que otros. No vale eso de ¡°algunos no tienen casa pero por lo menos no se mueren tirados en una acera porque aqu¨ª hay hospitales¡±. Las personas tenemos derecho a la casa y a la atenci¨®n m¨¦dica, a la libertad sexual y a la educaci¨®n, a la igualdad y a la alimentaci¨®n, todo ello por igual. Y si a nuestros pol¨ªticos y dem¨¢s personas que detienen el poder se les olvida tendremos que llegar las radicales de turno a record¨¢rselo. Porque les aseguro que yo por los derechos fundamentales me encadeno y me manifiesto donde haga falta, voto a quien sea necesario y llegado el caso quiz¨¢s hasta morir¨ªa.
No creo que ning¨²n cambio sea f¨¢cil. El cambio da siempre miedo, porque implica incertidumbre. As¨ª por miedo a lo desconocido somos capaces de mantener situaciones inaceptables como si pudieran ir a peor. Esto se ve muy bien a trav¨¦s del personaje principal de ¡°The Butler¡±, en el que la aceptaci¨®n del racismo del mayordomo negro le lleva a separarse de su hijo por que este se dedica a la lucha por la igualdad racial.
No podemos tener miedo. No podemos aceptar lo inaceptable. Es el momento de recordar que este bosque de derechos ha tardado muchos a?os en crecer, que si desaparece, y puede hacerlo de la noche a la ma?ana, nos volver¨¢ a costar muchos a?os recuperarlo. No podemos retroceder. Tenemos que tener convicciones, confianza y respeto que la democracia har¨¢ el resto.
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