El infierno de Lubitz, bajo el secreto profesional
El piloto que estrell¨® el avi¨®n de Germanwings visit¨® a 41 m¨¦dicos en los ¨²ltimos cinco a?os y sin embargo, no salt¨® ninguna alarma
Cuantos m¨¢s detalles se conocen sobre los pasos que Andreas Lubitz dio antes de decidir estrellar el avi¨®n que pilotaba contra una ladera de los Alpes, m¨¢s sobrecogedor resulta todo. El piloto de Germanwings viv¨ªa desde hac¨ªa semanas en un infierno mental del que solo supo salir estrellando el avi¨®n con 150 pasajeros a bordo, 51 de ellos espa?oles. Hab¨ªa buscado desesperadamente ayuda m¨¦dica, y cuando crey¨® que no la encontrar¨ªa, busc¨® a trav¨¦s de Internet formas de suicidarse en solitario; finalmente opt¨® por una inmolaci¨®n asesina, pues era perfectamente consciente de lo que hac¨ªa. ?C¨®mo es posible que dejara tantas se?ales del peligroso estado mental en que se encontraba y no se activara ninguna de las alarmas que hubieran podido evitar la tragedia?
Hasta 41 m¨¦dicos hab¨ªan sido visitados por Lubitz en los ¨²ltimos cinco a?os, siete de ellos en las semanas finales, seg¨²n ha revelado a las familias de las v¨ªctimas Bruce Robin, el fiscal de Marsella encargado del caso. Entre los m¨¦dicos que le atendieron hab¨ªa tres psiquiatras, uno de los cuales lleg¨® incluso a anotar ¡°sospechas de psicosis amenazante¡±. La reconstrucci¨®n de su itinerario por las consultas m¨¦dicas revela que estaba obsesionado con la idea de quedarse ciego. Dec¨ªa que ve¨ªa los objetos un 30% m¨¢s oscuros de lo normal y le trastornaba la idea de que la p¨¦rdida de visi¨®n pudiera privarle de la licencia de piloto. Siempre hab¨ªa querido ser comandante de Lufthansa y eso pod¨ªa ser un obst¨¢culo insalvable.
En las ¨²ltimas semanas hab¨ªa visitado al m¨¦dico de cabecera y a tres otorrinos. Lubitz debi¨® concluir que no ten¨ªa remedio, porque los registros de su ordenador muestran que en los d¨ªas anteriores al fat¨ªdico vuelo entre Barcelona y D¨¹sseldorf hab¨ªa estado consultando formas de suicidarse con cianuro o barbit¨²ricos. Pero tambi¨¦n deb¨ªa temer las consecuencias de un intento fallido porque el d¨ªa antes de estrellar el avi¨®n entr¨® en la p¨¢gina del Colegio de M¨¦dicos de Hamburgo para consultar c¨®mo act¨²an los m¨¦dicos en el caso de pacientes tan da?ados que no pueden expresarse.
La obsesi¨®n y el miedo explican que Lubitz ocultara a la compa?¨ªa sus problemas, pero no explica por qu¨¦ raz¨®n Germanwings pudo mantener en activo a un piloto que ten¨ªa s¨ªntomas de depresi¨®n desde mucho antes y que en los ¨²ltimos tiempos hab¨ªa dejado m¨²ltiples rastros de su inestabilidad mental. ?Nadie, entre sus compa?eros y superiores, not¨® nada? ?Las revisiones oficiales, no detectaron nada? ?Y su familia, no intuy¨® el peligro?
El secreto profesional es sagrado y tambi¨¦n el derecho a la intimidad de los pacientes, pero no deja de ser una paradoja que una sociedad tan exigente con la seguridad no tenga mecanismos para captar este tipo de se?ales y evitar males mayores y da?os a terceros. Merece la pena reflexionar sobre ello. La cuesti¨®n planea ahora en forma de proceso por ¡°homicidio involuntario¡± sobre la compa?¨ªa a¨¦rea, pero tambi¨¦n sobre el entorno de Lubitz, incluida su familia y los m¨¦dicos que le atendieron. L¨¢stima que todo eso se haya conocido demasiado tarde.
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