¡®House of Trump¡¯

Perdonen que me desv¨ªe de las frivolidades que se me exigen y abra un nuevo arco narrativo hacia la pol¨ªtica internacional. Pero es que la carrera de Hillary Clinton hacia la Casa Blanca se parece cada vez m¨¢s al guion de una serie de Netflix, y ya no se sabe qui¨¦n copia a qui¨¦n.

Justo ahora, cuando hasta los billetes de diez d¨®lares van a llevar estampado el careto de una mujer donde solo hab¨ªa presidentes con patillas al estilo de Los chichos, los guionistas dan un giro inesperado. Introducen a un tapado en las filas enemigas de los de echarse a temblar.

En su lucha por el Despacho Oval, Hillary Clinton tuvo que tragar con lo de M¨®nica Lewinsky y el vestido azul. Despu¨¦s, poner al mal caucus buena cara y pasar los ¨²ltimos a?os como un zascandil. De Oriente Medio a las conferencias de Bill para hacer caja, sin descuidar a la ni?a y sus fundaciones, que hay que prepararla para la sucesi¨®n.

Y por fin, lleg¨® el momento. El New York Times reconoce que su enemigo en casa, el tal Sanders, est¨¢ muuuuuuuy atr¨¢s. Entonces, es cuando aparece ¨¦l. Un promotor de boca chancla, una estrella de la tele que trata de robarle a su clase media; la que pasa de los desvelos de la madre de Hillary y se pirra por El aprendiz. Donald Trump. Y va y acapara todas las portadas.

Hillary, dear. Llama a tus amigos del showbusiness. Que alguno le ofrezca Hamlet a Kevin Spacey. Y que s¨ª, que Donald sea presidente de Estados Unidos, pero en la serie House of cards.