Monarqu¨ªa 2.0
Felipe VI hizo p¨²blica su hoja de ruta hace un a?o, en su proclamaci¨®n: aspira a una Monarqu¨ªa m¨¢s ¨²til, transparente, moderna e ¨ªntegra. Y unida a los espa?oles Esta es la historia de c¨®mo Felipe de Borb¨®n concibe su papel en una sociedad democr¨¢tica y de la ¡®revoluci¨®n¡¯ que ya ha provocado en el palacio de la Zarzuela
Estaba tenso. Con la mand¨ªbula contra¨ªda y las arrugas de la frente m¨¢s pronunciadas. Felipe de Borb¨®n sab¨ªa lo que se le ven¨ªa encima. Hab¨ªan sido 17 d¨ªas de ¡°mucha concentraci¨®n, mucha dedicaci¨®n, mucha responsabilidad y mucho insomnio¡±, seg¨²n describe un testigo aquellas (¡°cortas, pero eternas¡±) semanas de interregno (entre el anuncio de la abdicaci¨®n de Juan Carlos I, el 2 de junio de 2014, y la proclamaci¨®n como rey de Felipe VI, el 19 de junio). Trabaj¨® esa noche en su discurso de proclamaci¨®n hasta el ¨²ltimo minuto. Estuvieron a su lado en aquella madrugada del d¨ªa 19 su mujer, la ya reina Letizia (¡°le pese a quien le pese, son un equipo¡±); Rafael Spottor?no (todav¨ªa jefe de la Casa del Rey y el hombre que hab¨ªa pilotado la renuncia de don Juan Carlos), y tambi¨¦n la persona que le iba a relevar en ese puesto clave en el asesoramiento del Rey y el funcionamiento de la jefatura del Estado, su cord¨®n umbilical con la Administraci¨®n y los poderes de la naci¨®n: Jaime Alfons¨ªn, un abogado del Estado de 58 a?os, el hombre m¨¢s escurridizo en los c¨ªrculos de influencia, siempre instalado en alguna an¨®nima esquina durante los actos oficiales, a su lado desde 1995, casi 20 a?os contra viento y marea; el hombre discreto que hab¨ªa convertido a aquel jovencito tranquilo e inexperto, reci¨¦n llegado de su m¨¢ster en Washington, un poco solo, quiz¨¢ demasiado herm¨¦tico (como corresponde a la condici¨®n de heredero al trono: estando sin estar), un enfermo de la responsabilidad, en un digno futuro Rey de Espa?a. Que hab¨ªa logrado mantener su imagen limpia dentro del descr¨¦dito de algunos miembros de la familia real. Con el que compart¨ªa una forma de trabajo y una aproximaci¨®n a los problemas serena, ordenada y reflexiva hasta la agon¨ªa. Siempre dispuestos a darle una vuelta m¨¢s a un asunto antes de tomar una decisi¨®n clave, a no correr riesgos ni meterse en l¨ªos.
Desde hoy encarno una Monarqu¨ªa renovada para un tiempo nuevo¡± Discurso de proclamaci¨®n. 19 de junio de 2014
Felipe de Borb¨®n estaba listo para ser el nuevo Rey; el jefe del Estado, la encarnaci¨®n de la instituci¨®n mon¨¢rquica y cabeza de una familia singular (que desde 2011 no hab¨ªa dado m¨¢s que problemas). Un Rey que concibe la Monarqu¨ªa como estrictamente parlamentaria y democr¨¢tica. Un Rey constitucional. ¡°Que tiene muy claro cu¨¢l es su papel: qu¨¦ puede y qu¨¦ no puede hacer. Y si no lo sabe, pregunta. Don Felipe no da saltos al vac¨ªo. Entiende su papel moderador no como una interferencia en el juego pol¨ªtico, sino como la capacidad de poner aceite en los engranajes del Estado¡±, explica uno de sus colaboradores. Una persona de su entorno inmediato describe c¨®mo ha sido testigo este a?o de centenares de llamadas privadas destinadas al nuevo Rey: ¡°De todo tipo y a las horas m¨¢s extempor¨¢neas; de gente poderosa en lo pol¨ªtico y lo econ¨®mico, para informarle, consultarle, buscar su consejo. Y c¨®mo ¨¦l, de forma exquisita, determinante unas veces, eficaz siempre, ha conseguido encauzar una situaci¨®n, o tranquilizar, o disuadir, o sugerir. Sin estridencias, desde el respeto y la altura de miras. Y sin que trascienda. Supongo que eso es lo que quiere decir la Constituci¨®n cuando le otorga al Rey la facultad de moderar y arbitrar¡±.
¡°La mejor definici¨®n de su estilo es que no improvisa; no hace las cosas por capricho; no hace caso al primero que llega. Rumia. Tiene claro qu¨¦ mensajes hay que lanzar; qu¨¦ quiere decir con cada palabra y cada gesto; d¨®nde tiene que estar y a qu¨¦ personas tiene que apoyar, que son la gente normal: los espa?oles que trabajan, se esfuerzan y los que lo est¨¢ pasando mal¡±. ¡°Tiene una manera muda de observar y de analizar con una enorme empat¨ªa todo lo que sucede a su alrededor¡±, explica una fuente de su c¨ªrculo ¨ªntimo. Es el caso de las 40 personas que condecor¨® el pasado viernes 19 de junio en el Palacio Real. H¨¦roes corrientes.
Felipe VI es un rey que no es infalible, que escucha y pide opini¨®n, que trabaja en equipo. Y cuenta con la Administraci¨®n del Estado para apoyarle. Pide papeles y se los lee. Tiene esa visi¨®n aglutinadora desde siempre. Pero no hab¨ªa podido ponerla en pr¨¢ctica. Ten¨ªa que ser leal a su padre. Le tocaba esperar. Pero ten¨ªa un plan. Y era regenerar la Monarqu¨ªa¡±.
Ese texto que iba a leer ante los poderes del Estado como nuevo Rey el 19 de junio de 2014 ten¨ªa que reflejar su alma. De lo contrario, no val¨ªa. Eran las palabras m¨¢s dif¨ªciles de su vida. Y tambi¨¦n una oportunidad ¨²nica de dar a conocer a los espa?oles c¨®mo era tras a?os de mutismo a la sombra de un padre que durante m¨¢s de tres d¨¦cadas hab¨ªa sido la encarnaci¨®n del ¨¦xito. Y se hab¨ªa movido por instinto pol¨ªtico. Para Felipe de Borb¨®n, ese discurso del d¨ªa 19 era su declaraci¨®n de principios; su programa de gobierno, su libro de estilo. Desnudaba su forma de ver el mundo y su oficio. Su idealismo. Su compromiso con la sociedad. Su profunda comprensi¨®n de Espa?a y su convicci¨®n de construir una Monarqu¨ªa m¨¢s ¨¦tica, comprometida, ¨ªntegra, transparente, cercana, peque?a y ¨²til. Era un texto escrito desde su yo m¨¢s profundo.
Acostumbrado a revisar y meter mano a todos sus discursos, a corregir y garabatear notas de su pu?o y letra, este iba a ser m¨¢s suyo que nunca. La columna vertebral de su mensaje a la naci¨®n se concretaba en esta sentencia: ¡°Una Monarqu¨ªa renovada para un tiempo nuevo¡±.?
?Cre¨ªa don Felipe en sus palabras? Cuando uno lanza esas cuestiones a dos de sus hombres de confianza, adustos, maduros y vestidos de gris, en el aislado, pl¨¢cido y relamido ambiente del palacio de la Zarzuela, se remueven en sus sillones en tonos crema: ¡°No intentaba vender nada. En ese texto se concreta su forma de pensar. Y a partir de ¨¦l hemos trabajado todo este a?o. Las decisiones que se han tomado desde el 19 de junio en esta casa, todo lo que se ha mantenido de la estructura anterior, lo que se ha eliminado y renovado, y lo que se har¨¢ en un futuro pr¨®ximo, est¨¢n ah¨ª. Don Felipe ten¨ªa claro que hab¨ªa que darle la vuelta a la Monarqu¨ªa. Reconducirla y ponerla en su carril. La instituci¨®n estaba muy deteriorada. Y el nuevo Rey sab¨ªa que pertenec¨ªa a una generaci¨®n diferente a la de su padre y que le exig¨ªa cosas distintas: estar m¨¢s cerca de los problemas y de los que sufren. Ser transparente. Tener un comportamiento ¨¦tico. Don Felipe estaba convencido de que solo la utilidad y la honestidad de su trabajo pod¨ªan sacar adelante a la Corona¡±. Seg¨²n cuenta una persona cercana a ¨¦l, ¡°hace poco vio unas encuestas que le colocaban en popularidad por delante de la instituci¨®n mon¨¢rquica. No le hizo gracia. Coment¨® que lo importante era poner a la instituci¨®n arriba y quedaba mucho por hacer. Su popularidad ha remontado respecto a los ¨²ltimos a?os de don Juan Carlos, pero eso no le consuela. Sabe que no puede permitirse ni un error¡±. Para una fuente de su entorno inmediato, ¡°no se permite un fallo, una grieta, una debilidad¡±.
Esa madrugada, a las 0.01 del d¨ªa 19 de junio de 2014, todo el peso del Estado cay¨® sobre la testa coronada de Felipe de Borb¨®n. Saltaba del banquillo, de su condici¨®n de eterno suplente, para convertirse en titular. Le tocaba jugar en solitario. Demostrar de lo que era capaz. ¡°Y con un planteamiento de juego distinto para intentar levantar un partido que se estaba perdiendo¡±, explica un exmiembro de la Casa del Rey. La tarea no era sencilla. No hab¨ªa libro de instrucciones. Con la publicaci¨®n en el BOE la madrugada del 19 de junio de una escueta ley org¨¢nica que dispon¨ªa la abdicaci¨®n de su padre, es decir, su renuncia al ejercicio de sus funciones constitucionales, don Felipe pasaba en segundos a ser s¨ªmbolo de la naci¨®n, a moderar y arbitrar el funcionamiento de las instituciones, a ser el primer representante de Espa?a en el extranjero y ostentar el mando supremo de las Fuerzas Armadas. Tambi¨¦n heredaba los problemas de la instituci¨®n. Ten¨ªa 46 a?os y llevaba toda la vida prepar¨¢ndose para ese momento. Le tocaba pasar de la teor¨ªa a la pr¨¢ctica. Llegaba al trono en el peor momento; en mitad de un escenario pol¨ªtico y social de tormenta perfecta: en plena crisis econ¨®mica, con un paro de m¨¢s de cinco millones de personas, un paisaje pol¨ªtico convulso, una gran desafecci¨®n de los ciudadanos por las instituciones (entre ellas, la Corona, que desde 2011 hab¨ªa suspendido en todas las encuestas) y el desaf¨ªo soberanista de Catalu?a a meses vista. Por si fuera poco, se sumaban los problemas judiciales de su hermana Cristina y su cu?ado I?aki Urdangarin. Cuando recuerdan esa coyuntura de junio de 2014, a los hombres de gris de La Zarzuela les corren gruesas gotas de sudor por las sienes. El 19 de junio de 2014 no hab¨ªa tiempo que perder. Felipe no ten¨ªa tiempo de aprender a reinar; ten¨ªa que reinar. ¡°En 48 horas, el Rey se hizo con las riendas; era como si hubiera sido siempre Rey. La transici¨®n fue muy breve, muy natural; esta es su vida, su condici¨®n, su profesi¨®n; es para lo que se ha preparado; est¨¢ c¨®modo con su papel y le gusta. No ha cambiado¡±.
Necesitamos una profunda regeneraci¨®n de nuestra vida colectiva. Y en esa tarea, la lucha contra la corrupci¨®n es un objetivo irrenunciable¡± Mensaje de Navidad, 24 de diciembre de 2014
En enero de 2014, el rey Juan Carlos, de 76 a?os, tom¨® la decisi¨®n de abdicar y se lo comunic¨® al diplom¨¢tico Rafael Spottorno, jefe de su Casa. No hab¨ªa precedentes. Ten¨ªa que ser un procedimiento r¨¢pido y conforme a derecho. Sin provocar debates. Nadie ten¨ªa que saber nada. Las infantas Elena y Cristina no conocieron la decisi¨®n de su padre hasta el fin de semana anterior al anuncio p¨²blico de la abdicaci¨®n. Nadie lo sab¨ªa.
El asunto se pudo mantener en secreto hasta la ma?ana del 2 de junio. Cuando el presidente Mariano Rajoy se lo anunci¨® a la naci¨®n. Sin embargo, desde los primeros d¨ªas de enero, un equipo m¨ªnimo de altos cargos de la Casa del Rey ya hab¨ªa comenzado a trabajar en el escenario de la abdicaci¨®n, la proclamaci¨®n y la agenda del nuevo Rey. ¡°No se pod¨ªa abrir el mel¨®n antes de tiempo y que se suscitara un debate p¨²blico entre Monarqu¨ªa y Rep¨²blica¡±, explica uno de los protagonistas. La reserva ten¨ªa que ser absoluta; todos los papeles del escueto grupo de trabajo palaciego (cinco personas) se almacenaban en pen drive y despu¨¦s de cada reuni¨®n se destru¨ªan todos los documentos en una m¨¢quina ?Shredder. Dentro de ese equipo, Spottorno era el interlocutor de la Casa con el presidente del Gobierno, al que don Juan Carlos hab¨ªa comunicado su decisi¨®n de renunciar el 31 de marzo y que deleg¨® su autoridad en toda la operaci¨®n en la vicepresidenta Soraya S¨¢enz de Santamar¨ªa. Spottorno y S¨¢enz de Santamar¨ªa fueron cerrando los flecos en discretas reuniones en La Moncloa. Ella aportar¨ªa a su propio subsecretario, Jaime P¨¦rez Renovales, de 46 a?os, abogado del Estado (como la vicepresidenta y Alfons¨ªn), ex director jur¨ªdico del Banco Santander y con unas estrechas relaciones jer¨¢rquicas con dos instituciones clave en el entorno de La Zarzuela: Patrimonio Nacional y el CNI (cuyo director, el general F¨¦lix Sanz Rold¨¢n, consejero y amigo de don Juan Carlos, siempre supo de la abdicaci¨®n y fue una pieza clave en la decisi¨®n). En ese preciso momento, Jaime Alfons¨ªn comenz¨® a preparar el programa de los cien primeros d¨ªas del reinado de Felipe VI. Nadie en las cocinas de La Zarzuela supo qu¨¦ pasaba hasta una semana antes del D¨ªa D. Y si alguien lo supo, no dijo nada. ¡°All¨ª se trabaja bajo el principio de autoridad; el funcionamiento de la Casa sigue siendo muy militar. Si alguien supo, call¨® por lealtad¡±.
Para preparar el futuro inmediato, Alfons¨ªn ten¨ªa al m¨ªnimo y conjuntado equipo de don Felipe como Pr¨ªncipe de Asturias, personas de su m¨¢xima confianza desde muy joven, como el general Emilio Tom¨¦ o el coronel Jos¨¦ Manuel Zuleta. Ellos, junto a Alfonso Sanz Portol¨¦s, n¨²mero dos de la Casa, y, sobre todo, el general de divisi¨®n de la Guardia Civil Domingo Mart¨ªnez Palomo, que lleg¨® en los ochenta de capit¨¢n de escoltas y hoy domina cada resquicio del engranaje palaciego, elaborar¨ªan una hoja de ruta para los primeros meses bajo la batuta de don Felipe. De ah¨ª sali¨®, por ejemplo, la decisi¨®n de visitar todas las comunidades aut¨®nomas durante el primer a?o, tener una presencia permanente en Catalu?a o estar desde el primer d¨ªa junto a las v¨ªctimas del terrorismo. ¡°Las funciones constitucionales del nuevo Rey eran las mismas que las de su padre y ah¨ª se pod¨ªa cambiar poco; tampoco se pod¨ªan cambiar las esencias de la Monarqu¨ªa, pero se pod¨ªa dar un nuevo estilo al reinado¡±, explica un exresponsable de la Casa: ¡°Y eso se ha conseguido a base de gestos. De tomar decisiones que la ciudadan¨ªa detecte y vayan en la direcci¨®n de los intereses generales¡±. Seg¨²n otra fuente, ¡°han sido clave algunos de sus gestos que han conectado con una sociedad espa?ola que ya no est¨¢ en el discurso pol¨ªtico de la Transici¨®n¡±.
¡°No nos inventamos nada¡±, explica un miembro de ese equipo. ¡°Ha habido mucho di¨¢logo. Don Felipe es un se?or que est¨¢ dispuesto a escuchar. Que pondera, valora, debate, reflexiona y decide. Mucho tiempo antes de que se iniciara el mecanismo de la abdicaci¨®n, ya hab¨ªamos estudiado por d¨®nde tirar cuando llegara ese momento. Y cuando el rey Juan Carlos transmite a las personas de confianza que va a abdicar, se empieza a reflexionar seriamente qu¨¦ tiene que hacer el nuevo Rey con la instituci¨®n mon¨¢rquica. C¨®mo sacarla adelante. C¨®mo ponerla en valor. Y ver cu¨¢les van a ser sus primeras medidas, elaborar una agenda de actos con sentido y contar en esos actos con un nuevo tipo de invitados que representen mejor a la sociedad del siglo XXI. Gente que puede estar c¨®moda con don Felipe y que nunca hubiera pensado compartir una charla con ¨¦l¡±.
Ya antes del 2 de junio, don Felipe hab¨ªa comunicado a Jaime Alfons¨ªn que tras la proclamaci¨®n se convertir¨ªa en el nuevo jefe de la Casa del Rey. Nunca hubo un nombre alternativo. ¡°No era un momento para experimentos¡±, explica un miembro de La Zarzuela, ¡°hab¨ªa que empezar a trabajar sin perder un instante. Alfons¨ªn confiesa que cuando fue fichado como secretario del Pr¨ªncipe, en diciembre de 1995, tardo un a?o en entender el funcionamiento de la Casa, un ¨®rgano constitucional que no forma parte de la Administraci¨®n y no se parece a ning¨²n otro (un exmiembro bromea al afirmar que tiene m¨¢s similitudes con el Vaticano que con la Casa Blanca).
El nuevo Rey no ten¨ªa tiempo. Cubrir¨ªa el organigrama de colaboradores con personas que hab¨ªan hecho la mayor parte de su carrera en La Zarzuela; que hab¨ªan aterrizado all¨ª, hac¨ªa muchos a?os, como oficiales y diplom¨¢ticos biso?os y miembros del servicio de seguridad; que hab¨ªan sido ayudantes personales o escoltas, o hab¨ªan estado a cargo del protocolo y la comunicaci¨®n de don Felipe y do?a Letizia. Personas de confianza, con las que ten¨ªa qu¨ªmica y a las que respetaba.
¡°Esta Casa, durante muchos a?os, se dirigi¨® como un cuartel y despu¨¦s como una embajada. Todo ha estado muy jerarquizado, muy compartimentado. Con un n¨²mero uno omnipotente, ya fuera un general o un embajador. Con poco di¨¢logo. Y menos a¨²n con el rey Juan Carlos. El estilo de gesti¨®n del t¨¢ndem don Felipe-Alfons¨ªn tiene m¨¢s que ver con una organizaci¨®n moderna¡±. Desde la Casa del Rey explican que hoy en La Zarzuela se trabaja con mayor coordinaci¨®n; de forma m¨¢s horizontal, sin un criterio jer¨¢rquico ni compartimentado tan acusado y muy centrados en los objetivos. ¡°Se tiende a la suma de ideas. Todos estamos a todo. El objetivo es renovarse, adecuarse a los tiempos, contar con elementos de control y estar al d¨ªa. No ir detr¨¢s de los acontecimientos. Adelantarnos¡±.
Retos tan importantes como la incorporaci¨®n plena a la OTAN, la modernizaci¨®n y profesionalizaci¨®n de las Fuerzas Armadas, la incorporaci¨®n de la mujer o nuestra participaci¨®n en diversas misiones de paz y seguridad en el marco de NN UU o la UE han sido superados con brillantez¡±
Pascua Militar. 6 de enero de 2015
La revoluci¨®n de Felipe VI estaba minuciosamente planificada y se divid¨ªa en fases. Hab¨ªa que transmitir cambios concretos a la naci¨®n. Para empezar, se dise?¨® con precisi¨®n la agenda de los primeros 15 d¨ªas (repleta de gestos). A continuaci¨®n se inici¨® la fase 1, que ten¨ªa como objetivo poner a la Casa bajo el control del Estado ya fuera en sus actos jur¨ªdicos (mediante un convenio con la Abogac¨ªa General del Estado), sus misiones comerciales en el exterior (bajo la asesor¨ªa de la Secretar¨ªa de Estado de Comercio) y sus cuentas (por la Intervenci¨®n General del Estado). En esta primera tanda se inclu¨ªan avances en la transparencia de la gesti¨®n de La Zarzuela, con la publicaci¨®n en su web de sus presupuestos, los contratos que firma la Casa, los gastos de las ceremonias y los sueldos de sus miembros, que en el caso de los nuevos Reyes se reducir¨ªan un 20% respecto a los de don Juan Carlos y do?a Sof¨ªa.
Culminado este primer asalto, se pas¨® a la fase 2, centrada en el ¨¢mbito dom¨¦stico de la instituci¨®n, con la aprobaci¨®n de un r¨ªgido c¨®digo de conducta para la Casa Real, una normativa de regalos de la familia real (que no pueden aceptar ninguno, ni favores ni cr¨¦ditos en condiciones ventajosas) y la determinaci¨®n de que sus miembros (ya hab¨ªan salido las infantas Elena y Cristina, que a partir de entonces no recibir¨ªan sueldo) no pudieran trabajar en empresas p¨²blicas ni privadas. La fase 3 estaba destinada a poner al d¨ªa el funcionamiento de los actos de la Corona, de la que se eliminaban los s¨ªmbolos religiosos en las tomas de posesi¨®n, se aligeraba cuestiones de protocolo y se incorporaban a los actos presididos por los Reyes a espa?oles que no hab¨ªan olfateado ni de lejos ninguno de esas ceremonias. Don Felipe incorporaba por fin a la Espa?a real a sus actos de Estado.
Las tres fases se han ejecutado con ¨¦xito y sin ruido. A¨²n falta profundizar en la utilidad y la transparencia de la instituci¨®n. Por su parte, la reina Letizia trata de ayudar al Rey y encontrar, a la vez, la sinton¨ªa conmigo misma. Y lo ha logrado con una labor que proyecta en cuatro ¨¢reas que le apasionan: educaci¨®n, salud, mujer y ciencia. A¨²n queda dise?ar la agenda de don Juan Carlos, al que se ha montado una peque?a estructura en el Palacio de Oriente (con un consejero, Sanz Portol¨¦s, a tiempo parcial y dos ayudantes), a 12 kil¨®metros de La Zarzuela. Y aguardar c¨®mo concluye el proceso judicial de su hermana Cristina, que se puede demorar entre seis meses y un a?o. Antes, el pasado 11 de junio, don Felipe realiz¨®, de su pu?o y letra, uno de los gestos m¨¢s dolorosos de su vida; supon¨ªa romper con una parte de su familia, pero los espa?oles lo estaban esperando hac¨ªa tiempo. Ese Real Decreto 470/2015 dec¨ªa simplemente, en primera persona: ¡°He resuelto revocar la atribuci¨®n a Su Alteza Real la Infanta Do?a Cristina de la facultad de usar el t¨ªtulo de Duquesa de Palma de Mallorca¡±.
Cuando se interroga a un miembro de la Casa del Rey de nivel medio qu¨¦ ha cambiado en la jefatura del Estado durante este a?o, reflexiona un minuto y salta: ¡°Cuando vamos en caravana todos los coches de La Zarzuela, con el Rey al frente, nos paramos en los sem¨¢foros. Antes nos los salt¨¢bamos con la sirena a todo meter. ?Le vale?¡±.
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