Amelia Valc¨¢rcel: ¡°Me gustar¨ªa decir que la desigualdad est¨¢ solucionada¡±

Amelia Valc¨¢rcel es una de las voces m¨¢s representativas de la lucha por la igualdad de la mujer. Por edad, inteligencia y formaci¨®n acad¨¦mica, esta fil¨®sofa tiene un discurso perfectamente construido, pasando del clasicismo de la antigua Grecia a las virtudes de Facebook, con una fluidez y coherencia absolutas. Un academicismo que deja paso a dos caracter¨ªsticas que no quiere ocultar: una firmeza indestructible, militante, en todo lo que defiende o repudia, y un espl¨¦ndido sentido del humor en sus respuestas.

Se despierta usted en el a?o 2150. ?Qu¨¦ papel cree que estar¨¢n jugando las mujeres dentro de un siglo? El camino hacia la igualdad, al menos en las democracias, es imparable. Y lo es porque, dentro de nuestras sociedades, la paridad se vuelve un objetivo irrenunciable en el sentido de que, si tenemos a las mujeres ocupando por ejemplo el 60% de la ense?anza superior, ?c¨®mo impedir que est¨¦n en la mitad de los sitios, puesto que tienen la formaci¨®n precisa para ello? Pero cuidado, que las mujeres logren una sociedad paritaria que tenga en cuenta sus espacios de libertad y les permita vivir como individuas depende de si la democracia, como sistema completo de valores, es un ¨¦xito. De no serlo, volveremos a un estado de desigualdad como desgraciadamente todav¨ªa existe en muchos lugares. Solo hace falta cruzar el mar y nos los encontramos.

Tendr¨ªamos que estar empezando ya a hacer las cosas de otra manera¡­ Por supuesto. Si estamos hablando de la capacidad de las mujeres de ser individuos, hay algo que est¨¢ ocurriendo ahora, que es determinante y que te demuestra ese cambio: la bajada de la natalidad. Cuando en una sociedad las mujeres advienen a un cierto tipo o grado de libertad, la natalidad baja. Y eso est¨¢ ocurriendo, adem¨¢s, en todo el planeta ¨Ccon alguna excepci¨®n, como Yemen¨C y con todo tipo de Estados. Creo que es lo m¨¢s extravagante que est¨¢ ocurriendo en este momento. El planeta est¨¢ ocupado por sociedades que tienen ideas muy diversas sobre lo que las mujeres son y tienen que hacer, incluso sobre el aborto o los anticonceptivos, pero el hecho incontestable es que las mujeres en todo el planeta, sin ponerse de acuerdo, est¨¢n teniendo menos hijos. Y ese dato resulta muy significativo de la nueva capacidad de la mujer de ser sujeto¡­

Hace 10 a?os, tambi¨¦n en EL PA?S, usted le dijo a Mal¨¦n Azn¨¢rez lo siguiente: ¡°Hemos conseguido mucho, ?pero en los grandes poderes econ¨®micos d¨®nde estamos [las mujeres]? ?Y en el poder medi¨¢tico, qui¨¦n forma las opiniones? ?Qui¨¦n compra carne humana? ?En el poder religioso, d¨®nde estamos si alguien habla con los dioses y cuenta lo que estos le transmiten ¨Clo hayan hecho o se lo inventen¨C?¡±. ?Ha acabado ya esa situaci¨®n o tiene visos de desaparecer en unos a?os? Pues seg¨²n la agenda feminista y democr¨¢tica, no. Hemos logrado limar alguna de esas asperezas, es cierto. Pero en los poderes econ¨®micos hemos avanzado poco.

¡°No puedes descartar a nadie por su sexo, o por su pelo o lo que sea¡±

Y en el poder religioso, poquito¡­ Usted dijo en otra entrevista que se trataba de ¡°se?ores de avanzada edad, con aficiones a llevar faldas largas de colores y muchas cosas en la cabeza, a los que no se les puede dejar juntos diciendo cosas¡±¡­ Las religiones son ¨Cy no es una frase m¨ªa¨C el saber acumulado de la humanidad durante tiempos en los que no era posible otra acumulaci¨®n del saber. Transmiten un tipo de conocimiento sumamente antiguo y tambi¨¦n sumamente esclerotizado. Y en ese saber la jerarqu¨ªa viril ocupa un puesto muy importante. Es imposible de cambiar, porque es la manera en que la inercia hace que la sociedad se reproduzca bien, sin mayores cambios ni momentos incontrolables.

Tampoco parece que esta desigualdad se haya superado del todo en los equipos directivos de las empresas. Leo una noticia reciente: ¡°En la sede principal de Silicon Valley se trabaja para intentar aumentar la presencia femenina en un entorno donde el 90% de los que montan startups son hombres¡±. Es muy extra?o. Pero s¨ª, qu¨¦ pena, me gustar¨ªa mucho decir que la mitad de esas cosas ya est¨¢n en trance de soluci¨®n. Pero no es cierto. Lo ¨²nico que ha cambiado es que los asuntos feministas cada vez est¨¢n m¨¢s presentes en el conjunto de la agenda de la democracia, que ya forma parte tambi¨¦n de la de los varones de una sociedad correcta.

?No ser¨ªa necesaria una mayor presencia de las mujeres en las carreras t¨¦cnicas, las que te¨®ricamente abren la llave del futuro en esta sociedad tan progresivamente tecnificada? Usted ha dicho que le hubiera gustado ser ingeniera de Caminos¡­ Es que los puentes ?son tan bonitos!¡­ Y bueno, ya no son tan minor¨ªa las mujeres en las escuelas t¨¦cnicas.

Algunos datos: en el curso 2012-2013, las mujeres que se licenciaron en la Universidad representaron el 59%. Pero en Ingenier¨ªa y Arquitectura fueron el 26,4%¡­ Pero ya son porcentajes alt¨ªsimos. Yo creo que eso va bien. Estoy segura de que en dos d¨¦cadas ya se habr¨¢n equilibrado esas cifras entre hombres y mujeres. Es evidente que significar¨¢ un gran cambio en el mundo laboral, as¨ª que imag¨ªnese dentro de un siglo¡­ Elena Salgado [ingeniera industrial, exvicepresidenta del Gobierno de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero] me transmiti¨® esta an¨¦cdota que es muy buena. Ella era la ¨²nica mujer en las clases, y varios de sus profesores, de un modo indefectible, una vez que escrib¨ªan algo en la pizarra dec¨ªan: ¡°?Entendido?¡±. Y la clase dec¨ªa: ¡°S¨ª¡±. Y seguidamente preguntaban: ¡°Y usted, se?orita, ?tambi¨¦n lo ha entendido?¡±.

?Lo puedo citar? Claro.

?Cree que los nuevos medios, Internet, redes sociales, van a contribuir a generar un mayor grado de igualdad entre hombres y mujeres? A ver, la mitad de Internet es pornograf¨ªa. Y la pornograf¨ªa no es precisamente una buena aliada para lograr ese fin, incluso a pesar de que las chicas feministas veintea?e?ras se han inventado una cosa llamada el posporno. La verdad es que resulta muy disuasorio verlo, porque ni es pos, ni es porno ni es nada. Las cosas son lo que son y a veces no hay manera de cambiarlas. Entonces, la Red y esas cosas¡­, bueno, depende de lo que le metamos. Es cierto que la Red, digamos Internet, est¨¢ regida por el efecto mateo. A quien tiene se le dar¨¢ y al que no tiene se le quitar¨¢ lo poco que tiene. O sea, si t¨² llegas y ya tienes una formaci¨®n acad¨¦mica corriente, entonces sabes qu¨¦ buscas y d¨®nde lo buscas. Si no lo tienes, no te da nada. Es as¨ª. Por eso la educaci¨®n sigue siendo lo m¨¢s importante.

?Las redes sociales? Yo me hice de Facebook con gran inter¨¦s un d¨ªa que estaba dando un paseo por el pueblo donde voy de vacaciones en verano y vi a dos se?oras, populares hasta la m¨¦dula, que pasaban y le dec¨ªa una a la otra: ¡°Entonces, dije yo en Facebook: ¡®?C¨®mo es que te atreves a decirme aquello?¡±. Y la otra le contest¨®: ¡°Hombre, es que es en Facebook lo que yo te diga. Porque yo el otro d¨ªa en mi muro¡­¡±. Yo me qued¨¦ como as¨ª, y me dije: ¡°O sea, que este par de se?oras est¨¢n en Facebook y yo no¡±. Y aquella misma tarde llegu¨¦ a casa y me hice de Facebook. Me pareci¨® que ten¨ªa yo que estar all¨ª, porque era evidente, vamos. Y all¨ª estoy, encantada de la vida.

Violencia machista. ?Todav¨ªa hablaremos de ella en 2150? ?Ser¨¢ posible que una ingeniera astronauta est¨¦ llegando a Marte y, en Oslo o Madrid, haya un se?or d¨¢ndole pu?etazos a su mujer? Los seres humanos somos violentos, partamos de algo compartido. Tenemos una agresividad, tenemos adrenalina y la violencia nos sirve tambi¨¦n para marcar el territorio, y la individualidad no puede prescindir nunca del todo de marcar la frontera y de una cierta agresividad. Est¨¢ ah¨ª. Hemos domado lo m¨¢s que hemos podido la agresividad. Aun as¨ª, ?qu¨¦ es lo m¨¢s repugnante de ese tipo de violencia? La diferencia de fuerza. Es decir, que alguien realmente ataca a otro porque el otro no puede defenderse. Entonces, eso, aparte de todo, es una canallada en s¨ª. Dar golpes a una mujer que no te los puede devolver es como pegar a un ni?o. La gente que hace esas cosas, maltrata a ni?os o a mujeres, no es gente¡­ Son hediondos. La pregunta es, ?va a seguir habiendo personas hediondas sobre la tierra?

Y asesinos, y corruptos¡­ La cuesti¨®n que deber¨ªamos plantearnos es si habr¨¢ tolerancia social hacia ella. Y la respuesta, sin duda, es no. Cada vez menos. Esa violencia hace a?os simplemente no ten¨ªa ni el nombre de violencia. Era el modo de ser normal de las cosas. Ya estaba. Y sigue si¨¦ndolo en muchos sitios, donde golpear a la mujer propia es una actividad digamos de gimnasia matutina. T¨², seg¨²n te levantas, le sacudes un poco, por aquello de ¡°pega a tu mujer todas las ma?anas, porque, aunque t¨² no sepas por qu¨¦, ella s¨ª lo sabe¡±. O la expresi¨®n que us¨® tambi¨¦n Miguel Lorente: ¡°Mi marido me pega lo normal¡±. Un horror.

Pero las nuevas generaciones, las que vivan en el siglo XXII¡­ A m¨ª me sorprende cuando la gente dice ¡°pero si eran j¨®venes¡±. Todav¨ªa creen que, por haber nacido despu¨¦s, ya traen de serie el escal¨®n incorporado. Y no, qu¨¦ va, crecen m¨¢s porque toman muchos l¨¢cteos y esas cosas. Pero eso no quiere decir que nazcan con los valores ¨¦ticos ya instalados. El escal¨®n que yo llamo lo tiene que subir cada uno.

Paridad, cuotas¡­ Soy totalmente partidaria de la paridad. Y de las cuotas, porque es la ¨²nica manera de romper las estructuras. Es que, si no lo haces, la estructura que se te aparece es la inerte, es la que va de soi. Es muy dif¨ªcil romper una inercia social tan fuerte, en la que se reparten entre ellos tanto la innovaci¨®n como los beneficios. Ese grupo nunca suele ser mixto. En nuestras sociedades, donde la prevalencia viril es lo que hay, ser¨¢n grupos viriles. Como mucho, captar¨¢n a una o dos mujeres, a las que tratar¨¢n realmente como a la mascotita, a la ni?a del regimiento. Esto es, las tratar¨¢n muy bien, pero no querr¨¢n a m¨¢s mujeres all¨ª. Ya habr¨¢n cumplido.

Amelia Valc¨¢rcel

Amelia Valc¨¢rcel (Madrid, 1950) es catedr¨¢tica de Filosof¨ªa Moral y Pol¨ªtica de la UNED. Combina en su biograf¨ªa una potente labor intelectual y un gran compromiso con lo p¨²blico. De lo primero da cuenta su actividad como docente y sus m¨¢s de cien art¨ªculos en revistas especializadas o su decena de libros, dedicados a sus dos pasiones: la filosof¨ªa y el feminismo. De Hegel y la ?tica a Feminismo en un mundo global. Y de lo p¨²blico su paso por el Gobierno de Asturias como Consejera de Educaci¨®n, Cultura, Deportes y Juventud entre 1993 y 1995, con el socialista Antonio Triv¨ªn. Actualmente es Consejera de Estado y vicepresidenta del Patronato del Museo del Prado. ?Su lucha? Los cuatro pilares b¨¢sicos que dan sentido a la democracia: Libertad, igualdad, (solidaridad por fraternidad) y tolerancia.

?Todav¨ªa hablaremos de cuotas en el siglo XXII? Todav¨ªa. Porque siempre que hablemos de paridad tenemos que lograr que la gente note que el m¨¦rito est¨¢ en cualquiera que lo cultive. Y que no puedes descartar a nadie por su sexo, o por su pelo, o por sus opciones amorosas, o por lo que sea. Y, adem¨¢s, hay que propiciar grupos humanos donde gente muy diversa est¨¦ haciendo cosas conjuntas.

Cuestiones concretas. ?Habr¨¢ ablaci¨®n? No.

?Habr¨¢ poligamia? Espero que no. Incluso en los pa¨ªses oficialmente polig¨¢micos porque su religi¨®n se lo permite, pensemos que el porcentaje real de la gente con poliginia es reducid¨ªsimo.

?Aborto? El aborto es una de las cosas que m¨¢s nos ha costado legislar. F¨ªjese que en Am¨¦rica Latina, por ejemplo, solo est¨¢ legalizado en Uruguay, en el Distrito Federal de M¨¦xico, en Puerto Rico y en Cuba. Yo creo firmemente que las leyes de plazos son las mejores leyes. Y en cien a?os se impondr¨¢n, s¨ª¡­ Porque si no se consigue, bueno, se impondr¨¢ lo evidente, al igual que se han alcanzado t¨¦cnicamente todas las p¨ªldoras del d¨ªa despu¨¦s y otras cosas parecidas. ?Cu¨¢nto tiempo van a ignorar las leyes esas evidencias? Yo lo que creo es que dentro de cien a?os la mayor parte de los pa¨ªses tendr¨¢ leyes de plazo, pero la cantidad total de abortos habr¨¢ disminuido.

Los avances m¨¦dicos que facilitan a las mujeres no necesitar a los hombres para tener hijos, como la inseminaci¨®n artificial, ?qu¨¦ consecuencias cree que pueden tener en cien a?os? Me parece una opci¨®n excelente para las personas que quieren utilizarla y que refuerza, sin ninguna duda, la independencia de la mujer. Pero de ninguna manera creo que en cien a?os se generalice¡­

Usted tiene muy clara su posici¨®n sobre la prostituci¨®n. ?Pero habr¨¢ prostitutas dentro de cien a?os? No lo s¨¦, porque las razones por las que la prostituci¨®n existe ahora y las razones por las que exist¨ªa hace cincuenta a?os no son las mismas. Pero si alguien tiene los recursos y puede forzar a otro por dinero a tener sexo, depender¨¢ de d¨®nde est¨¦ entonces el diferencial de los recursos: qui¨¦n puede comprar. Y si alguien compra, alguien vende. Tr¨¢fico de ¨®rganos ¨Cdigo, por ponernos ya en cosas terribles¨C ?habr¨¢? Pues si alguien tiene todos los recursos y alguien est¨¢ en una posici¨®n extremadamente vulnerable, no puedes asegurar que no se produzca. La verdad es que estar¨ªa muy bien que no existiera y que todo el sexo que la gente tuviera fuera libre, consentido y no mediado ni por el poder ni por el dinero. No s¨¦ si esto es posible.

No est¨¢ usted de acuerdo con la legalizaci¨®n, ni con aquello de que es un trabajo como cualquier otro. Dijo una vez que ¡°si lo ven tan bueno, recomiendo a quienes lo propugnan que practiquen ese trabajo cuando se vean mal de fondos¡±. Reglamentar la prostituci¨®n es una atrocidad. As¨ª, directamente, una atrocidad. La prostituci¨®n ha estado regulada siempre, desde que el mundo es mundo. Normalizada, sometida a abusos, sujeta a impuestos. ?Qu¨¦ se logr¨® en el siglo XX? Desreglamentarla. Recordemos el discurso de John Stuart Mill cuando se presenta en el Parlamento brit¨¢nico la idea de que las prostitutas tienen que someterse a revisiones. Stuart Mill pregunta: ¡°?Se va a someter a revisi¨®n a los que las compran? Porque pueden estar enfermos¡±. ¡°No, solo a ellas¡±, le contestan. Entonces, no, respondi¨®. Volver a regularla ser¨ªa una atrocidad. Y toda la gente que habla de legalizar la prostituci¨®n, en realidad habla de reglamentar la prostituci¨®n. El problema es: si alguien quiere comprar sexo, ?hay que facilit¨¢rselo? ?Comprar sexo es una buena actividad en s¨ª misma? ?Tiene que haber, en fin, un libro de reclamaciones? Francamente, no. ?Qu¨¦ es lo que muchos varones van a buscar en la prostituci¨®n? Si lo dicen ellos mismos. Aqu¨ª no hay que investigar tanto a las mujeres que se prostituyen, sino a los varones que compran para saber qu¨¦ quieren. Siempre se les ha preguntado a ellas. Hay que preguntarles a ellos: ¡°Cuando vas, ?qu¨¦ buscas?¡±. Esas investigaciones acaban de empezar. Y, por cierto, dan resultados muy interesantes.

?Como cu¨¢les? Pues aparece que lo que van buscando es estigma. No van buscando sexo, van buscando la ilusi¨®n del estigma, la ilusi¨®n de la sumisi¨®n, la ilusi¨®n de la absoluta disponibilidad. Justamente lo que no tienen en la vida real. Pudiera significar algo tan curioso como que cuanto m¨¢s libre te veo, en algunas cabezas, m¨¢s sumisa te deseo.

Hablemos de Asia o ?frica. Hay una cosa sobre la que no queremos reflexionar porque no nos gusta. Las democracias en el planeta Tierra son una minor¨ªa. ?Va a cambiar eso en un siglo o vamos a asistir a una radicalizaci¨®n de las posiciones que haga casi inevitable un conflicto de dimensiones inimaginables? No lo s¨¦. Yo quiero creer que poco a poco esos enormes Estados que todav¨ªa no tienen democracia ir¨¢n adquiriendo otros valores. Pero la verdad es que eso lo pens¨® Francis Fukuyama. Se le ocurri¨® decirlo en un libro, lo llam¨® El fin de la historia. Todo el mundo se meti¨® con ¨¦l. Todo el mundo, que no lo hab¨ªa le¨ªdo, se meti¨® con ¨¦l. Pero uno que s¨ª lo hab¨ªa le¨ªdo, se meti¨® con ¨¦l a fondo. Fue Samuel Phillips Huntington, que hab¨ªa escrito sobre lo mismo, sobre si avanzaba o no la democracia sobre el planeta.

(A estas alturas de la conversaci¨®n, Valc¨¢rcel ya ha citado a varios fil¨®sofos ¨Co historiadores, o soci¨®logos, o antrop¨®logos¨C de procedencia variada: ¡°Son chinchetas para estirar la piel del animal y hacerme un mapa m¨¢s reconocible para lo que yo misma voy diciendo. Pero usted ni los cite, que son cosas m¨ªas).

Huntington escribi¨® nada menos que El choque de civilizaciones. Ese es el terreno de juego. Lo que Huntington dice ah¨ª es muy fuerte y hay que tenerlo siempre en cuenta. ¡°Todas las civilizaciones son permeables a las innovaciones t¨¦cnicas de otras¡±. Una civilizaci¨®n descubre algo, fabrica una innovaci¨®n t¨¦cnica y, aunque ponga todo el esfuerzo posible en que eso no salga de ah¨ª, seguro que lo hace. Traducci¨®n al tema que nos ocupa: en India, por ejemplo, donde lo ¨²nico que se les ha ahorrado a las mujeres es la ablaci¨®n, pero porque no se les ocurri¨®, pienso yo, pensaron una lista de putadas, pero en esa no cayeron, pues en India, digo, est¨¢ naciendo una creciente conciencia de injusticia enorme para con las mujeres, lo que sin duda lleva hacia un proceso imparable de mejora. Antes habl¨¢bamos de las carreras t¨¦cnicas. En India hay una incorporaci¨®n tremenda de la mujer a esas ense?anzas. Es un cambio absoluto. Pero la rapidez de ese proceso ir¨¢ en paralelo, insisto una vez m¨¢s, a la mejora global de la democracia en todo el pa¨ªs¡­

El islamismo y la mujer del siglo XXII¡­ El islamismo est¨¢ en este momento en una posici¨®n de resistencia tan fuerte que las personas que son musulmanas y moderadas no se atreven a expresar una opini¨®n. Nadie esperaba que la novedad del siglo XXI fueran las guerras de religi¨®n. Pero incluso en pa¨ªses musulmanes estrict¨ªsimos, como Ir¨¢n, que, aunque es un pa¨ªs que todav¨ªa no he podido estudiar, tengo bastantes noticias, por lecturas o por personas iran¨ªes a las que conozco, est¨¢n ocurriendo muchas cosas. Tienen un problema con la presencia de las mujeres en la Universidad. ?Qu¨¦ han hecho? Cerrarles, prohibirles determinadas carreras. Entre otras cosas no pueden estudiar ingl¨¦s. Por lo visto es muy pecaminoso. Cosas as¨ª. Bueno, yo me comunico por Facebook con decenas de chicas iran¨ªes que tienen un ingl¨¦s mucho mejor que el m¨ªo. La fuerza de la mujer como ¡°yo tengo derecho a una vida distinta¡± no se puede parar de ninguna forma.

La presencia del islam en Europa, cada vez m¨¢s¡­ S¨ª, cada vez m¨¢s porque nuestras sociedades son permeables. El asunto es la transigencia. La idea de tolerancia fue desarrollada en Europa y a partir del siglo XVII para que se entendieran entre s¨ª las confesiones cristianas diferentes, que sol¨ªan ser terriblemente violentas. Ahora la idea de tolerancia hay que aplicarla a sociedades que tienen doctrinas religiosas diferentes. Pero me temo que si no hay un suelo com¨²n de creencias morales compartidas, previas y superiores a las religiosas, no hay manera. Lo primero es que todo el mundo est¨¦ de acuerdo en la tabla de m¨ªnimos y que estos sean los derechos humanos y los derechos individuales de las mujeres. Y si eso realmente no ocurre, no puedes aplicar la tolerancia.

?Qu¨¦ tenemos que hacer en Occidente para lograr ese objetivo? Es un problema grav¨ªsimo. Lo que no puede soportar una democracia es un tipo de identidad que se resiste a la asimilaci¨®n. Que una persona prefiera vivir aqu¨ª porque tiene condiciones de habitabilidad mayores y no quiera comprender que las tiene porque hemos roto grandes normas que ¨¦l o ella se obstinan sin embargo en mantener no es aceptable. Escapas de tu sociedad porque es inhabitable y la quieres reproducir en otra parte.

Bien, ?y qu¨¦ hacemos? Educaci¨®n.

La pol¨¦mica cl¨¢sica del velo, ?permitimos el hiyab en la escuela? No, yo creo que en esto hay que seguir a Francia, que tiene m¨¢s¡­ No cabe ser originales en cosas que est¨¢n bien probadas en otras partes. Si t¨² dejas proliferar determinados signos ?diciendo que son religiosos y en realidad solo apuntan al sometimiento y a la honestidad de las mujeres, no puedes decir seriamente que eso sea un signo religioso y no puedes tratarlo con el argumento de la tolerancia. No hay que ceder ante un padre que va en vaqueros y camiseta, pero su hija, con hiyab.

Para acabar, ?optimista o pesimista ante la evoluci¨®n de los derechos de las ?mujeres en el siglo pr¨®ximo? No soy pesimista, no. En Naciones Unidas ?¨Ccreo que fue¨C se invent¨® una fecha. Yo no s¨¦ qu¨¦ ?extra?os c¨¢lculos hicieron, y me parece que dijeron que en el a?o 2426, ?no ?recuerdo si era 26 o cuarenta y algo¡­ En ese a?o, ?dijeron, el equilibrio entre ?varones y ?mujeres estar¨ªa conseguido, no s¨¦ qu¨¦ algoritmo utilizaron para llegar a esa cifra, y por lo tanto me f¨ªo tanto como del obispo aquel que descubri¨® que el mundo se hab¨ªa creado a las tres de la tarde, y sab¨ªa hasta el d¨ªa de la semana en que se hab¨ªa producido. Solo s¨¦ que si queremos realmente que este mundo nuestro, que es bastante mejor y m¨¢s habitable que los anteriores, perviva, tenemos primero que saber bien qu¨¦ es, y aprender a defenderlo con las mejores ?razones. Nuestro mundo no pertenece a la cadena espont¨¢nea de las cosas. La ?democracia no viene de serie, la igualdad no viene de serie, la libertad no viene de serie. Las mujeres somos muy fr¨¢giles, de acuerdo, pero no es f¨¢cil acabar con ?nosotras porque lo que tenemos lo tiene todo el mundo y todo el mundo lo ama.