?Y qu¨¦ pasa con las lesbianas?
Visibilidad, s¨ª, ?pero para todos?
Me llena de orgullo y satisfacci¨®n decir que soy bollera y mujer (si alguna vez escucho esto en el discurso real me convierto a la Corona, lo prometo). Para algunas personas lo que acabo de decir resultara repetitivo. ?No se es ya mujer si una se considera bollera? En fin, en esta ¨¦poca posmoderna en la que nos cuestionamos hasta las etiquetas de la ropa todo vale, oigan. Yo soy bollera y mujer porque son dos t¨ªtulos ¡°honor¨ªficos¡± que me definen en la jerarqu¨ªa social que habito. Uno me sit¨²a detr¨¢s de las maricas. El otro me posiciona un escalaf¨®n por debajo de los hombres. Vamos, que estoy jodida por partida doble.
Las desviadas como yo celebramos nuestro aniversario por estas fechas. El 28 J y esas cosas, ya saben. Y a¨²n as¨ª, ll¨¢mennos quisquillosas si lo desean, pero no terminamos de sentirnos integradas ni en nuestro propio cumplea?os. Orgullo se escribe en masculino y a ese sector poblacional representa: a ellos. No hablemos ya de la degeneraci¨®n que ha sufrido lo que, si mal no recuerdo, era una reivindicaci¨®n y no una fiesta del consumismo. Parece que el 69 solo nos suena a una postura del Kamasutra y no al a?o en que tuvieron lugar los disturbios de Stonewall. Lo llaman capitalismo rosa y no tiene que ver con la prensa del coraz¨®n, sino m¨¢s bien con el coraz¨®n del funcionamiento de este sistema en que vivimos. Lo que ayer era una subversi¨®n a la norma hoy se acepta, s¨ª, pero a un precio. Tenga usted la orientaci¨®n sexual que quiera, de acuerdo, no nos molesta. Siempre que cuente con una cartera abundante y tienda usted a encajar en nuestros marcos normativos, ?sea bienvenido!
Ya ven que se repite un poco el modelo del heteropatriarcado. Para quien no lo sepa, se refiere a que el cabeza de familia, de esta gran familia que es la humanidad al fin y al cabo, sea preferentemente hombre, heterosexual, blanco y de clase media-alta. Una definici¨®n que encierra la totalidad de privilegios posibles. F¨ªjese usted qu¨¦ cosas, quienes gobiernan el mundo suelen llevarla escrita en la frente. Pues bien, en estas fechas se?aladas, no contentas con sufrir el famoso palabro? heteropatriarcado todos y cada uno de nuestros d¨ªas, una nueva realidad queda patente: el homopatriarcado. Resulta que son las maricas las que se llevan de calle esos privilegios. El ocio, el consumo, la visibilizaci¨®n desde los medios les conceden el protagonismo. Bolleras, trans, bisexuales, intersexuales, asexuales y un largo etc¨¦tera son solo anexos, ya ven.
Tambi¨¦n les digo, poca envidia siento si ser el foco de atenci¨®n acarrea la imposici¨®n de un consumo determinado y la implantaci¨®n de un canon de belleza concreto. Pero claro, a una tambi¨¦n le gusta visibilizarse. Un poquito de ese protagonismo, pero a nuestra manera, eso s¨ª. No queremos ser bolleras que despiertan un ¡°?uy, si apenas se te nota!¡±. Queremos que se nos note, seamos femeninas o camioneras, llevemos el pelo largo o corto, utilicemos dildo o no. Queremos que se nos note, que se nos vea, que se nos escuche, que se nos sienta. Porque no, no somos amigas, resulta que nos comemos el co?o, f¨ªjese usted. Y estamos orgullosas de ello. Visiblemente orgullosas.
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