Juana de Arco viste de Cacharel
Marion Mar¨¦chal-Le Pen, nieta de Jean-Marie Le Pen, fundador del Frente Nacional, y sobrina de su actual presidenta, Marine Le Pen, se erige en gran esperanza del partido ultraderechista
En el psicodrama familiar que ha desgarrado al clan Le Pen, puede que la ganadora sea ella. A los 25 a?os, Marion Mar¨¦chal-Le Pen, nieta de Jean-Marie Le Pen, fundador del Frente Nacional, y sobrina de su actual presidenta, Marine Le Pen, se erige en gran esperanza (necesariamente blanca) del partido ultraderechista. No solo ha salido intacta de este parricidio en la plaza p¨²blica ¨Csu t¨ªa expuls¨® a su padre del partido y ¨¦l amenaza con crear una nueva formaci¨®n¨C, sino tambi¨¦n pol¨ªticamente reforzada. Ser¨¢ ella, y no su paquid¨¦rmico abuelo, quien conduzca la lista de la formaci¨®n en la regi¨®n Provenza-Alpes-Costa Azul de cara a los comicios locales de diciembre. Puede que estuviera predestinada a hacerlo: en 1992, siendo un angelical reto?o, ya figur¨® en el cartel electoral de su abuelo en las mismas tierras que ahora aspira a presidir.
Le Pen nunca ha negado el nepotismo que le incumbe. ¡°Existe una especie de descendencia [entre los Le Pen], como en esas familias de militares donde los hijos se convierten en altos mandos a los 30 a?os sin que nadie se sorprenda¡±, dijo ella hace unos meses. Hace tres a?os, esta Juana de Arco vestida de Cacharel se convirti¨® en la diputada m¨¢s joven de la historia francesa. Acababa de cumplir 22 a?os cuando su abuelo la llam¨® y la sent¨® en su despacho. Quer¨ªa que fuera su candidata en Carpentras, a escasos kil¨®metros de Avi?¨®n. Marion no quiso ni o¨ªrle y pidi¨® a su t¨ªa que intercediera. ¡°Dec¨ªa a gritos que no quer¨ªa presentarse¡±, recordar¨ªa Marine Le Pen. ¡°?Eres una Le Pen o no lo eres?¡±, le rebati¨® su abuelo. La nieta de un paracaidista nunca llora. Termin¨® present¨¢ndose y gan¨® contra pron¨®stico, pese a haber pasado un total de ¡°tres o cuatro d¨ªas¡± en la circunscripci¨®n, seg¨²n su rival de centroderecha.
En la Asamblea Nacional ocupa la butaca 67, la segunda m¨¢s a la derecha del hemiciclo. Desde all¨ª defiende, con ret¨®rica deslumbrante, los intereses de esa Francia meridional formada por peque?os artesanos y comerciantes, temerosos de un tsunami migratorio que nunca termina por llegar y seducidos por ese FN de marca blanca que encarna la joven diputada. ¡°La nieta de Jean-Marie Le Pen prosigue con la tradici¨®n de la ultraderecha francesa por distintas razones, m¨¢s all¨¢ de su patron¨ªmico y de su partido¡±, asegura la historiadora Val¨¦rie Igounet, especialista en la extrema derecha. ¡°A todos los efectos, se encuentra m¨¢s a la derecha que Marine Le Pen. Utiliza indicadores cl¨¢sicos como la lucha contra la inmigraci¨®n y el discurso identitario. A diferencia de su t¨ªa, no se sirve de un discurso social ni habla de la Francia de los olvidados¡±. Es la vieja guardia, pero con la cara lavada.
En su rostro se adivina m¨¢s dureza que candor, adem¨¢s de cierto misterio y alguna herida interior, como si dudara entre convertirse en hero¨ªna de Hitchcock o de Bergman. Como buena ultraconservadora, dispone de un ¨¢rbol geneal¨®gico con el que Freud se pondr¨ªa las botas. Su padre biol¨®gico es el periodista Roger Auque, compa?ero de jogging de Sarkozy y antiguo esp¨ªa para Francia e Israel, con quien su madre, Yann Le Pen, autoproclamada ¡°la hippy de la familia¡±, tuvo una aventura. Falleci¨® en 2014 de un tumor cerebral, reconociendo su paternidad en unas memorias p¨®stumas. La crio el entonces compa?ero de su progenitora, el empresario y expol¨ªtico ultraderechista Samuel Mar¨¦chal, de quien hoy est¨¢ divorciada.
La joven Marion fue educada en una escuela de monjas frecuentada por la burgues¨ªa ultracat¨®lica. Hoy denuncia ¡°el regreso de una religiosidad radical¡± apuntando al islam mientras ella peregrina a Chartres cada vez que llega el Pentecost¨¦s y reza sus padrenuestros en lat¨ªn. Pero puede que lo que mejor le define sea un peculiar episodio. El a?o pasado fue incapaz de identificar Get Lucky, el super¨¦xito de Daft Punk, en un programa de radio. ¡°?No le mola?¡±, ironiz¨® el presentador. ¡°Eh¡ S¨ª, me mola¡±, respondi¨® Mar¨¦chal-Le Pen, esforz¨¢ndose en interpretar su papel menos convincente: el de una joven de su edad.
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