El refer¨¦ndum griego
Atenas y la eurozona deben amortiguar los efectos indeseados
Desde ma?ana, vencedores o perdedores, tanto Grecia como la eurozona, deben afanarse por amortiguar los efectos negativos que, sea cual sea el resultado, tendr¨¢ el refer¨¦ndum de hoy: un refer¨¦ndum extra?o a la tradici¨®n, pues durante el siglo XX ha habido siete en ese pa¨ªs, todos dedicados no a una cuesti¨®n econ¨®mica/europea, sino a temas constitucionales (Monarqu¨ªa o Rep¨²blica, nuevas Constituciones); y tambi¨¦n porque en este caso no se utiliza, como se suele, para que la ciudadan¨ªa valide una decisi¨®n del Gobierno, o para elegir entre dos opciones de gobernanza, sino con el designio de rechazar una propuesta econ¨®mica de los socios.
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El refer¨¦ndum es un recurso leg¨ªtimo, pero no la panacea de la democracia. Y menos a¨²n lo que distingue una democracia aut¨¦ntica de otra bastarda. Solo las elecciones libres son distintivo exclusivo de la democracia. La prueba es Grecia: de las siete convocatorias, tres fueron realizadas por dos dictaduras, la de los a?os treinta y la de la junta de los coroneles (1967-1974).
Adem¨¢s, el sesgo partidista que el Gobierno ha imprimido a la votaci¨®n (la reclama para reforzarse a s¨ª mismo, en una cuesti¨®n carente de consenso) aumenta los perjuicios. Amenaza con dividir m¨¢s a la poblaci¨®n (a la par que a cohesionar a los disgustados socios) y con enfrentar a los griegos a los otros europeos (contra cuyas decisiones se convoca a aquellos). Todo ello en un clima de tensiones sociales derivadas de la brutal factura de la crisis econ¨®mica y de su injusta redistribuci¨®n en detrimento de los menos favorecidos.
As¨ª que de una convocatoria poco alentadora no cabe esperar un resultado ¨®ptimo. Pero a los efectos de la negociaci¨®n con los socios del Eurogrupo, a Grecia le conviene infinitamente m¨¢s el s¨ª a la propuesta europea que su Gobierno rechaz¨®, que el no. Y no porque el voto afirmativo sea taumat¨²rgico: la propuesta que se vota ya no est¨¢ sobre la mesa. Aunque es obvio que puede resucitarse m¨¢s f¨¢cilmente si se aprueba que si se rechaza otra vez.
Como caduc¨®, existe el riesgo de que los acreedores m¨¢s enrocados exijan endurecer el plan. Ser¨ªa el corolario de la l¨®gica econ¨®mica de que el deterioro econ¨®mico-financiero griego de este semestre exige m¨¢s ajustes: algo pol¨ªticamente desastroso. Adem¨¢s, el s¨ª supondr¨ªa la dimisi¨®n del actual Gobierno y convocar elecciones, lo que podr¨ªa te?ir de inestabilidad pol¨ªtica a la ya extrema debilidad econ¨®mica.
Los perjuicios ser¨ªan mucho m¨¢s graves de triunfar el no. Al no contar con la protecci¨®n de un plan de rescate, Grecia deber¨ªa negociar otro (como ya pidi¨®). Pero la ya resquebrajada confianza de los donantes se desplomar¨¢ si hoy se opta por negar las medidas que ellos consideran convenientes, lo sean m¨¢s o menos. El incentivo directo a un acuerdo r¨¢pido, incluso provisional, es escaso: aunque el mediato ¡ªpreservar la moneda ¨²nica¡ª sea capital. Y desde ah¨ª no es descartable cualquier secuencia de desastres: suspensi¨®n de pagos o default, creaci¨®n de otra moneda mala, salida del euro, ruinas familiares y austeridad endurecida. Para Grecia; pero en su grado m¨¢ximo socavar¨ªan a toda la eurozona, a la moneda ¨²nica (ya no irreversible) y a la credibilidad de la Uni¨®n (por no resolver un asunto que equivale al 2% de su PIB). El no es enormemente peor que el s¨ª.
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