El canon y la caspa
La verdadera renovaci¨®n en la literatura espa?ola se sit¨²a entre los comienzos de los 60 y finales de los 70. ?Por qu¨¦ no se supo reconocerla? Pues precisamente porque romp¨ªa con lo establecido y sus logros se ve¨ªan como algo ajeno
Es curioso, muy curioso: para determinados cr¨ªticos y profesores el panorama de la literatura espa?ola que estudi¨¦ en el bachillerato sigue, en lo sustancial, tan vigente hoy como entonces. Una postura que se mantiene asimismo en m¨¢s de un departamento de espa?ol de universidades situadas en otros pa¨ªses. A grandes rasgos, dar como actual lo escrito hace alrededor de un siglo.
No es que novelistas como Baroja y Valle Incl¨¢n no me gusten. Lo que quiero decir es que resulta absurdo darlos como actuales si ya entonces sus novelas eran m¨¢s propias del siglo XIX que del XX, coet¨¢neas, por as¨ª decir, de las de Gald¨®s y Clar¨ªn. Recuerdo lo que me gust¨® en su d¨ªa El laberinto de las sirenas, por ejemplo; claro que por aquellos d¨ªas a¨²n no hab¨ªa le¨ªdo La regenta, sin duda la obra cumbre de la novela decimon¨®nica espa?ola. Las novelas de Baroja y de Valle Incl¨¢n son equiparables por sus rasgos narrativos no ya a las de un Flaubert o un Dickens, sino incluso a las de Stendhal. Mientras que la novela que ya en el siglo XX se escrib¨ªa fuera de Espa?a nada o poco ten¨ªa que ver con la narrativa decimon¨®nica. As¨ª, Proust, Joyce, Faulkner, Kafka, coet¨¢neos de Azor¨ªn, de Baroja, de Valle Incl¨¢n.
Otros art¨ªculos del autor
Algo similar, aunque mucho m¨¢s atenuado, sucede con la poes¨ªa. Entrado el siglo XX aparecen en Espa?a grandes poetas y grandes obras: Machado, J. R. Jim¨¦nez, Cernuda, el Lorca de Poeta en Nueva York¡ Pero todos ellos se mantienen al margen, como si nada hubiese pasado, de la gran revoluci¨®n de la l¨ªrica que en los ¨²ltimos decenios del XIX supuso la poes¨ªa de Rimbaud, de Lautr¨¦amont, de Mallarm¨¦, que anticiparon no ya la l¨ªrica sino incluso aspectos de la narrativa del siglo XX. Cambios de forma y de fondo que propiciaron los ismos, un fen¨®meno ¡ªes cierto¡ª m¨¢s relevante por la voluntad de cambio que representa que por su calidad; pero el caso es que el ¨²nico poeta de verdadero relieve en lengua espa?ola af¨ªn a esos movimientos es el chileno Vicente Huidobro. Y, al margen de tales ismos, hay sin duda una gran poes¨ªa del siglo XX, la que representan Paul V¨¢lery, Ezra Pound o T. S. Eliot, cuya Tierra bald¨ªa constituye probablemente el punto culminante de esa po¨¦tica.
?Y qu¨¦ decir del ensayo, el pensamiento, la filosof¨ªa? Azor¨ªn fue fundamentalmente un estilista, al que hay que agradecer el haber puesto punto final a las extravagancias cursilonas del preciosismo. Y en cuanto a Ortega o Unamuno, son sin duda pensadores de altura, pero su obra se pierde en el mar de grandes figuras y tendencias existentes en la pr¨¢ctica totalidad del pensamiento europeo.
El franquismo actu¨® a modo de revulsivo en el ¨¢mbito de la creaci¨®n y en el de la pol¨ªtica
La mitificaci¨®n producida respecto a la literatura espa?ola anterior a la Guerra Civil es evidente. Y ah¨ª, en ese punto de referencia que es la Guerra Civil, puede estar la clave del fen¨®meno. Hay que tener en cuenta que hasta bien entrados los a?os 50 todo lo anterior a la Guerra Civil era sin¨®nimo de excelencia. Una comida ¡°de las antes de la guerra¡±, una fiesta ¡°de las de antes de la guerra¡± o, simplemente, ¡°de las de antes¡±. Los a?os de la inmediata posguerra fueron sin duda de una gran aridez en todos los terrenos, hasta el punto de que con frecuencia se olvidaba la crispaci¨®n social y la violencia cotidiana que caracterizaron el periodo inmediatamente anterior, no precisamente id¨ªlico. El caso es que ese ¡°antes¡± a?orado, en contraste con una realidad cultural que s¨®lo aqu¨ª y all¨¢ empezaba a dar t¨ªmidos s¨ªntomas de recuperaci¨®n, tuvo tambi¨¦n sus repercusiones en el ¨¢mbito de la creaci¨®n literaria. Es decir: para literatura, nada como la de antes. Un planteamiento que convert¨ªa a ese periodo literario en poco menos que una r¨¦plica del Siglo de Oro.
Y sin embargo, en una fase a¨²n m¨¢s o menos dura de la posguerra, hab¨ªa dado ya comienzo la renovaci¨®n. Porque si La colmena nos remite a Dos Passos ¡ªno el Pascual Duarte¡ª, los primeros escritos de Ana Mar¨ªa Matute nos hacen pensar en Carson McCullers. No obstante, la verdadera renovaci¨®n se sit¨²a entre los comienzos de los 60 y finales de la d¨¦cada de los 70, coincidiendo con los llamados planes de desarrollo y la Transici¨®n. Una coincidencia que en cierto modo dificult¨® su reconocimiento, ya que para muchos no era posible que bajo una dictadura como la de Franco florecieran las letras. Una idea de lo m¨¢s equivocada, ya que el franquismo actu¨® precisamente a modo de acicate, de revulsivo, no menos en el ¨¢mbito de la creaci¨®n literaria que en el de la actividad pol¨ªtica clandestina.
Si ese impulso renovador era tan evidente, ?por qu¨¦ los guardianes del canon lo pasaron por alto como si no acertaran a percibirlo? Pues precisamente porque romp¨ªa con lo establecido, con ese canon; porque los nuevos planteamientos tanto en el ¨¢mbito de la narrativa como en el de la poes¨ªa eran vistos como algo ajeno a la tradici¨®n propiamente espa?ola. Lo que hizo que esos nuevos novelistas y poetas, apreciados de inmediato por la cr¨ªtica m¨¢s despierta tanto espa?ola como extranjera, siguieran al margen del canon. La coincidencia as¨ª en el tiempo como en el espacio con el llamado boom de la literatura latinoamericana ¡ªcuyo epicentro hay que situarlo en Barcelona¡ª no hizo m¨¢s que facilitar las cosas: los inventos, para el boom; lo propio de Espa?a era lo tradicional. Un dogma similar al de la Espa?a negra de Bu?uel, que con tan poca fortuna han mantenido vigente algunos de sus disc¨ªpulos.
En torno a los 80 se impuso un
nuevo tipo de novela, la destinada
al gran p¨²blico
Por otra parte, en torno a los 80, se fue implantando con ¨¦xito un nuevo tipo de novela que, debido a su amplia acogida, despert¨® m¨¢s respeto que rechazo: la novela de gran p¨²blico, el best seller, un producto m¨¢s relacionado con el ¨¦xito de ventas que con la calidad literaria, y que sin duda ha contribuido a oscurecer la aparici¨®n de m¨¢s de una obra de autores de verdadero talento publicada simult¨¢neamente. Un tipo de narraci¨®n que ha existido siempre, pero sin la pretensi¨®n no ya de ser equiparada sino de suplantar a lo que hasta ahora se ha entendido por novela. Su principal caracter¨ªstica es que ¡°te atrapa¡±. Y, bueno, ser¨¢ que no me atraen los cebos ni los anzuelos pero el caso es que se trata de algo por lo que nunca me he sentido atra¨ªdo. Con leer las primeras l¨ªneas, las ¨²ltimas y alguna p¨¢gina abierta al azar de la, por lo general, voluminosa novela, tengo bastante.
Claro que cada uno tiene sus gustos, y en lo que se refiere al cine, pongamos por caso, y por cambiar de g¨¦nero, tampoco me identifico con algunos de sus mitos m¨¢s extendidos. As¨ª, nunca he comprendido la admiraci¨®n que suscitan determinadas pel¨ªculas, Casablanca por poner un ejemplo. Y me gusta Ciudadano Kane, pero no as¨ª la mayor parte de las pel¨ªculas de Orson Welles, que como actor me parece horroroso. Vamos, que no lo considero a la altura de Kubrick o de Bergman o de Fellini. Y en cuanto a las series televisivas, pues tampoco me gusta Juego de tronos, de la que nunca he podido aguantar un solo episodio. Para el caso, puestos a elegir, me quedo con los golpes de humor de Big Bang Theory.
Luis Goytisolo es escritor.
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