F¨²tbol sin barreras en el norte de Nigeria
Los supervivientes de la polio han encontrado un reducto de libertad en el 'para-soccer', deporte rey para discapacitados
Un cinta adhesiva negra se escurre entre una mano marcada por el ¨®xido del triciclo con el que se desplaza a diario. Uno a uno, los dedos son llamados a filas: se protegen y se estiran, calientan y esperan. La mirada se desliza entre las peque?as ruedas de un monopat¨ªn en b¨²squeda de alg¨²n rodamiento en mal estado. El bullicio de las calles sin asfaltar y la violencia en Nigeria desaparece tras el sonido de unos monopatines que corren tras una pelota.
Abdul se prepara bajo los palos. Salta, se estira para atrapar la bola, su cuerpo se desliza por la cancha. Como portero, ¨¦l no necesita un monopat¨ªn para moverse, tan s¨®lo mantener el equilibrio con la ¨²nica pierna que no tiene afectada por la polio. A su espalda, una hilera de autobuses quemados por el grupo terrorista Boko Haram recientemente parece observar cada movimiento del guardameta. Joven estudiante de ciencias, Abdul compagina los estudios con el para-soccer, f¨²tbol para discapacitados, para apoyar a su familia, ya que por ese labor recibe 250 d¨®lares mensuales. Al igual que muchos de sus compa?eros, contrajo la polio cuando era muy peque?o.
Nigeria ha sido durante muchos a?os una de las mayores reservas mundiales de la polio, junto con Afganist¨¢n y Pakist¨¢n. Pero un nuevo horizonte se vislumbra en el pa¨ªs africano. Si este 24 de julio de 2015 no se dan nuevos casos, el pa¨ªs ser¨¢ declarado libre de polio, aunque para que lo sea definitivamente tendr¨¢n que pasar a¨²n otros dos a?os sin nuevos brotes. En ese momento, se podr¨¢ asegurar con toda rotundidad que Nigeria y por tanto toda ?frica es polio free.. ¡°Por primera vez en a?os, los enfermos de la polio han disminuido hasta llegar a cero. El a?o pasado se registraron seis, ¨¦ste ninguno¡± indicaba Boniface A. Igomu, el Coordinador Nacional del Programa de la polio de Rotary internacional, en marzo de 2014, cuando se realiz¨® este reportaje. Todav¨ªa quedaba m¨¢s de uno para alcanzar la meta. ¡°La inseguridad es un reto que nos limita los movimientos pero se est¨¢n llevando a cabo nuevas estrategias que nos permiten llegar a m¨¢s ni?os, incluso en las zonas de dif¨ªcil acceso¡±, agrega.
Boniface insiste que seguir¨¢n haciendo ¡°campa?as de vacunaci¨®n de barrido¡± en aquellas zonas donde se han registrado ecos del virus, as¨ª como campa?as de sensibilizaci¨®n. ¡°Un s¨®lo ni?o infectado puede desatar una epidemia¡±, advierte este rotario antes de explicar que el pa¨ªs ha dado "un paso esperanzador contra Boko Haram", por lo que ya no es un gran obst¨¢culo. Pero sigue un desaf¨ªo que no podemos olvidar si queremos tener ¨¦xito¡±.
Abdul vive en el extrarradio de Kano, capital del Estado del mismo nombre en el noreste del pa¨ªs. Gayaw es su barrio, una zona pobre en donde el asfalto, como otras tantas facilidades b¨¢sicas, todav¨ªa no ha cubierto las polvorientas calles. ¡°Los supervivientes de polio no lo tenemos nada f¨¢cil en Nigeria. El pa¨ªs vive bajo una constante crisis por la violencia y se nos relega a un segundo plano. Es dif¨ªcil conseguir dinero y hay poco trabajo¡± explicaba Abdul aquella primavera del a?o pasado en la casa que a¨²n comparte con su familia.
El para-soccer les da la oportunidad de que vuelvan a creer en ellos mismos
Ibrahim, entrenador
A escasos metros de la cancha de f¨²tbol, un peque?o cobertizo sirve de gimnasio improvisado para nigerianos con movilidad reducida. El ruido de las pesas se mezcla con las gotas de sudor que recorren sus caras. En un lateral, un dibujo en la pared acompa?a el esp¨ªritu de superaci¨®n que envuelve el lugar: ¡°Sin dolor, no hay victoria¡±. Al fondo, un rayo de luz ilumina un angosto corredor que conduce a la sala donde se ejercitan los jugadores del para-soccer. Las sillas se apilan en un lateral. La camilla espera impaciente a que alguien la envuelva en sudor. Una cinta recorre las mu?ecas de Sanusi mientras fija su mirada fuera de la ventana. Este nigeriano de 33 a?os lleva seis en el equipo. ¡°El para-soccer es un deporte que requiere mucha dedicaci¨®n. Tenemos que estar en forma para poder jugar y no tener lesiones. Aunque a veces eso es inevitable. El asfalto quema y no tenemos protectores" explica Sanusi.
Por unos instantes, estos supervivientes de la polio han encontrado su espacio propio en Nigeria. Sin apenas medios ni subvenciones econ¨®micas, el para-soccer se convierte en una reducto de libertad. Ah¨ª sus problemas desaparecen, entre la continua sinfon¨ªa que crea el monopat¨ªn, la pelota de f¨²tbol y el asfalto. En 1998, Misbahu Lawan Didi cre¨® este deporte en el Centro de Rehabilitaci¨®n de Marina en Lagos y, hasta la fecha, se ha convertido en una referencia en Nigeria y su pr¨¢ctica se ha extendido a otros pa¨ªses africanos.
Este equipo de f¨²tbol profesional juega ligas nacionales con otros equipos de supervivientes de la polio y tambi¨¦n internacionales contra N¨ªger, Camer¨²n y Ghana. "El f¨²tbol est¨¢ en el ADN de los nigerianos y es lo ¨²nico que une al pa¨ªs", aseguraba el a?o pasado el entrenador Ibrahim, un nigeriano que lleva 18 a?os al frente de los entrenamientos. ¡°El para-soccer les da la oportunidad de superarse y hacer que vuelvan a creer en ellos mismos. Muy poca gente se preocupa de los supervivientes de la polio¡± critica Ibrahim ante las dificultades que sufre el equipo. ¡°Apenas tenemos medios para subvencionarnos. Siempre estamos en b¨²squeda de financiaci¨®n. Mira sus manos y sus rodillas. No tenemos guantes, ni protectores. ?No conocer¨¢s a alguien que quiera esponsorizar el club?¡±, lamenta el entrenador.
Decenas de curiosos se acercan a ver los entrenamientos, capitaneados por Rabim Lawan, de 34 a?os. En sus trece a?os como capit¨¢n, Lawan ha dado al equipo 15 trofeos. La mayor¨ªa de ellos vienen en sillas de ruedas adaptadas a las necesidades de los jugadores que se fabrican a escasos kil¨®metros de donde se sit¨²a el club de deporte de Kano. Ante la dificultad de adquirir sillas en condiciones y la falta de oportunidades, Abdulhahi Lawna decidi¨® abrir un taller de fabricaci¨®n de estas sillas especiales. Antiguo jugador de para-soccer, ahora pasa su tiempo dando una oportunidad a supervivientes de la polio, cuyas condiciones de vida rozan los umbrales de pobreza. ¡°Muchos apenas cuentan con recursos econ¨®micos y la mayor¨ªa acaba pidiendo en las calles. Yo sol¨ªa jugar en el equipo y un d¨ªa me ofrecieron la oportunidad de abrir el taller. Me prestaron el terreno y me facilitaron dinero. En un pa¨ªs donde la polio es uno de los menores problemas, es necesario apoyar a los supervivientes; no con caridad sino con formaci¨®n y empleo¡± explica Abdulhahi.
La inseguridad nos limita? pero hay nuevas estrategias que permiten llegar a m¨¢s ni?os Boniface A. Igomu, coordinador nacional del Programa de la polio de Rotary Internacional
La parte trasera del taller sirve de albergue improvisado para 10 personas que no tienen donde ir. Mantas, un suelo y techo. Lo que ha simple vista parecen unas condiciones espartanas, para ellos les ha supuesto un cambio definitivo en sus vidas... Muchos provienen de zonas rurales como Murtala Abubakar, que ha hecho del albergue su hogar y de sus compa?eros, su familia. ¡°Mi familia real vive fuera. Apenas estoy contacto con ellos. Vine hace dos a?os aqu¨ª sin nada. Estaba solo pero ahora es distinto¡±, cuenta el joven.
Nigeria es el pa¨ªs m¨¢s poblado de ?frica, la segunda econom¨ªa del continente africano y el sexto pa¨ªs exportador de petr¨®leo del mundo. Sin embargo, m¨¢s de la mitad del pa¨ªs se muere de hambre mientras la violencia siembra las calles de la mano del grupo terrorista Boko Haram .
La guerra de la polio
Cuando el mundo estaba a punto de derrotar la polio y transformarla en la segunda enfermedad erradicada por el hombre, tras la viruela en 1979, la violencia retras¨® los planes de la Iniciativa para la Erradicaci¨®n Mundial de la Polio, capitaneada por Organizaci¨®n Mundial de la Salud, el Club Rotary Internacional, los Centros para el Control y Prevenci¨®n de Enfermedades, Unicef, USAID, la Fundaci¨®n Bill y Melinda Gates y los gobiernos de los pa¨ªses afectados.
La amenaza de la polio ha sido hasta unos meses una realidad desgarradora, y en ocasiones, muy sangrienta. Una realidad que evocaba la que sufre Pakist¨¢n,?donde los vacunadores son asesinados. A Abbas Ibrahim le cuesta olvidar aquel 8 de febrero de 2013. Sus manos le tiemblan, mientras se escurren entre sus bolsillos para encontrar las llaves del centro de vacunaci¨®n que ahora permanece cerrado. Unos hombres armados en motocicleta entraran violentamente y acabaran con la vida de nueve vacunadores de la polio. ¡° Est¨¢bamos repartiendo las vacunas al equipo de salud para empezar con la campa?a. Era pronto. Alrededor de las ocho de la ma?ana.¡±, explica Abbas, el jefe coordinador de la campa?a de vacunaci¨®n de este centro.
¡°En un segundo la sala se ti?¨® de sangre y se llen¨® de cad¨¢veres. Yo gritaba a los trabajadores para que se tiraran al suelo para protegerse. Pensaba que iba a morir. Ca¨ª al suelo intentando protegerme. Su sangre me cubr¨ªa la cara. En frente m¨ªo, dos vacunadoras se intentaron proteger debajo de una camilla. S¨®lo una se salv¨®¡±, recuerda.
A escasos kil¨®metros del centro, los ojos de Yusuf Haruna se llenan de nostalgia. Apenas se atreve a hablar. Su hija Jamila Jusuf, de 24 a?os, era la supervisora del equipo que fue brutalmente asesinado en febrero de 2013. ¡°Estaba trabajando cuando recib¨ª una llamada por tel¨¦fono. Dej¨¦ todo y me traslad¨¦ al hospital. No pod¨ªa creer lo que hab¨ªa pasado.¡±, explica entre l¨¢grimas. Se hace el silencio, respira profundamente mientras sus ojos buscan el apoyo incondicional de su mujer, sentada en frente de ¨¦l: ¡°Me acuerdo de ella todos los d¨ªas. C¨®mo olvidarla. Jam¨¢s desaparecer¨¢ de mi memoria. Era mi ni?a y esos asesinos me la arrebataron¡¡±
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