Cuando nos agobia el tiempo libre
Ser capaces de disfrutar de lo que hacemos, aqu¨ª y ahora, desarrolla la atenci¨®n. Cambiar el ritmo puede aburrir al principio, pero debemos tener paciencia para conseguirlo
Los espacios y tiempos configuran nuestra vida. Vivimos cambiando de velocidad. En casa habitamos en nuestro territorio a nuestro ritmo, y de ah¨ª salimos a otros: el trabajo, la calle, los bares, los centros comerciales, playas, monta?as, coches, aeropuertos¡ Estamos tambi¨¦n en zonas de ruido, de conversaci¨®n, de silencio, de soledad. Vivimos tiempos apresurados, estresados, presionados, tranquilos, aburridos, de competici¨®n, de ocio. A menudo ni siquiera podemos decidir cu¨¢les son esos espacios por los que transitamos ni somos due?os de nuestros tiempos. ?C¨®mo configuran nuestra vida?
Estamos adapt¨¢ndonos constantemente a ellos. La dispersi¨®n, el estr¨¦s y la angustia aparecen a menudo en estos intervalos de adaptaci¨®n. ?Sabemos aprovechar lo que estos cambios nos facilitan? ?Los buscamos o vivimos atrapados en nuestros h¨¢bitos y rutinas?
El estr¨¦s del tiempo libre. El tr¨¢nsito del trabajo al ocio puede provocar ansiedad y estr¨¦s. Llevamos meses de actividad intensa y de un d¨ªa para otro estamos de vacaciones. Ahora el tiempo es m¨¢s nuestro. Sin embargo, nos encontramos con el impulso de hacer, planificar y estar ocupados. El h¨¢bito puede estar tan arraigado que llenamos nuestra agenda de visitas, viajes, encuentros y planes. Vamos a un lugar distinto, y la preparaci¨®n anticipada nos produce a veces m¨¢s gozo que cuando estamos all¨ª porque queremos asegurarnos de no perdernos nada. Es bueno estar abierto al aprendizaje que supone viajar y ver; sin embargo, ?cu¨¢nto gozamos del momento? ?Hasta qu¨¦ punto calmamos nuestro h¨¢bito de tener que planificar y estar siempre en acci¨®n?
La sensaci¨®n de agobio puede deberse a nuestra necesidad de buscar siempre cosas mejores y novedosas, y a nuestra incapacidad de encontrarnos c¨®modos y bien donde estamos y con lo que tenemos. El neur¨®logo Emrah D¨¹zel lo explica: ¡°Con la percepci¨®n de lo nuevo el cerebro libera mucha dopamina, vincula ese descubrimiento a la sensaci¨®n de que ah¨ª encontrar¨¢ una recompensa. De no ser esto as¨ª, el hombre nunca se habr¨ªa aventurado a salir del agujero. Col¨®n nunca habr¨ªa buscado una nueva v¨ªa mar¨ªtima y el vuelo a Marte no ser¨ªa un objeto de reflexi¨®n para nosotros¡±.
La informaci¨®n se come la atenci¨®n
de sus receptores¡±
Herbert A. Simon
En otros casos, pasamos de estar muy activos a ser espectadores pasivos. Internet, los smartphones, los intercambios constantes por Facebook, Twitter, correos electr¨®nicos y otros medios suponen una multiplicidad de est¨ªmulos que influyen en nuestra fuerza de voluntad y capacidad de autocontrol. Incluso en nuestro tiempo libre nos vemos invadidos por las noticias y datos que llegan por nuestros tel¨¦fonos. Se convierte en una adicci¨®n.
Observamos la aventura de una pel¨ªcula o un acontecimiento deportivo en vez de vivir nosotros una o practicar un deporte. Estamos siendo espectadores pasivos, y esto al final no nos proporciona plenitud. En vez de disfrutar del descanso nos aburrimos por falta de vivencias y nos sobreviene el estr¨¦s del tiempo libre. Pasar de un tiempo ocupado y activo a otro m¨¢s libre implica a veces saber aburrirse para ir desacelerando el ritmo.
Domine sus circunstancias. El tiempo libre es deses?tructurado y m¨¢s dif¨ªcil de configurar. Uno quiere regresar r¨¢pido a casa despu¨¦s de un d¨ªa intenso de trabajo y luego, cuando llega, al cabo de un rato, no sabe qu¨¦ hacer y enchufa la televisi¨®n o se distrae con Internet. Son distracciones que no nos nutren ni nos producen verdadero descanso. Quiz¨¢ nos brindan una pausa en los pensamientos y preocupaciones, pero seguimos abiertos a est¨ªmulos externos que no permiten un pensamiento creativo, sino que quedamos atontados ante lo que vemos acontecer frente a nosotros.
El ¡°no hacer¡± nos angustia, provocando la sensaci¨®n de estar ¡°perdiendo¡± el tiempo, y el no querer sufrir esa ansiedad junto al deseo de sentirnos activos nos impulsan a la acci¨®n. Es positivo no dejarse dominar por la tentaci¨®n de buscar siempre cosas nuevas para colmar deseos y necesidades que probablemente sean superfluos. Se trata de desarrollar el arte de no ser marionetas de nuestros anhelos sin autocontrol, ya que muchos de ellos son inculcados por lo que se supone que uno debe tener, consumir y hacer y no por lo que realmente se quiere. Sepamos decir basta.
Unas verdaderas vacaciones consistir¨ªan en conseguir que nada tire de nosotros, en que nuestra atenci¨®n est¨¦ centrada en gozar del instante presente sin que busquemos est¨ªmulos, siendo capaces de pasarlo bien sin hacer nada.
Aprendamos el arte de potenciar la atenci¨®n cuando nos falten metas, est¨ªmulos y retos externos. Para ello necesitamos paciencia. Tomarnos con calma los d¨ªas de transici¨®n de un tiempo apresurado a otro m¨¢s nuestro. Al principio, quiz¨¢ nos aburrimos o nos sentimos ¡°descolocados¡±, pero poco a poco aprendemos a disfrutar de la chispa de cada momento. No permitiendo que la mente ya est¨¦ en otro lugar, planificando lo que tendr¨ªa que venir luego y cu¨¢l es el siguiente deseo a cumplir. Se trata de dominar el propio tiempo.
Para saber m¨¢s
LIBROS
Flow
Mih¨¢ly Cs¨ªkszentmih¨¢lyi?(Kair¨®s)
La felicidad seg¨²n Spinoza
Maite Larrauri-Max?(Tandem)
Ocio: La felicidad de no hacer nada
Ulrich Schnabel (Plataforma Editorial)
Para ello disfrutemos de lo que hagamos. Hacerlo desarrolla nuestra atenci¨®n. Lograr estar concentrados plenamente en nuestro quehacer tiene valor en s¨ª mismo. Un d¨ªa en la playa observ¨¦ a una ni?a jugar con las olas, les hablaba, se re¨ªa, estaba totalmente absorta en su juego y asombro por el vaiv¨¦n de las olas, segu¨ªa su comp¨¢s. No se planteaba si ese juego le reportaba algo, m¨¢s que sentirse feliz en el aqu¨ª y ahora. Estaba concentrada y radiante.
Pintar, tocar m¨²sica en grupo, cuidar las plantas con pasi¨®n, fotografiar, jugar, bailar, cocinar algo nuevo en familia, una conversaci¨®n interesante, re¨ªr hasta que se nos saltan las l¨¢grimas son otras formas de disfrutar que contribuyen a desarrollar la concentraci¨®n y la atenci¨®n. Se trata de buscar retos que exijan toda nuestra concentraci¨®n, actividades que ni nos abrumen ni nos aburran y nos permitan ser creativos. Una amiga me confiesa que un solo s¨¢bado le cunde mucho m¨¢s que tres d¨ªas entre semana. Y ocurre as¨ª porque cambia de espacio y de ritmo y eso hace que su concentraci¨®n y su creatividad florezcan.
?Variamos de ritmo en vacaciones y en nuestros periodos de ocio? Para que en nuestro tiempo libre logremos romper con la fuerza de la costumbre, con ciertos h¨¢bitos y rutinas, es importante que nos planteemos: ?qu¨¦ considero esencial en mi vida? Y no perdamos de vista nuestras preferencias. Posiblemente la prioridad est¨¢ en lo que sugiere Walter Benjamin: ¡°La felicidad es volver a uno mismo y no asustarse¡±.
Metaf¨®ricamente dir¨ªamos que volver a uno mismo es llegar a casa, dejar de correr. No me refiero a un lugar f¨ªsico concreto, sino al espacio interno en el que uno se encuentra. Estar en casa consiste en estar bien con uno mismo. Con lo que piensa y siente, con su cuerpo, con su entorno. Por ejemplo, cuando se inicia el Camino de Santiago, la mente va m¨¢s r¨¢pido que el cuerpo. Poco a poco, caminando, se va habituando hasta que armoniza cabeza y cuerpo, entonces est¨¢ en casa. Se trata de valorar la sencillez, salir de la dispersi¨®n y encontrar la serenidad interior. Es posible vivir esta placentera sensaci¨®n cuando dejamos de querer controlar las situaciones y a las personas, cuando aceptamos la incertidumbre y la no permanencia como estados naturales del cambio constante que implica vivir, y cuando estamos en paz con nuestros actos.
Si en vez de entrar en s¨ª mismo, lo que hace es huir, no aprender¨¢ a dominar ni su tiempo, ni sus pensamientos ni su energ¨ªa. Seguir¨¢ disperso. Mantenerse distra¨ªdo para evitar las propias preocupaciones es distinto a encontrarse a s¨ª mismo e ir al lugar en donde experimenta ser, la casa propia. Se trata de estar bien con uno mismo, incluso en estados de inactividad como el sue?o, la meditaci¨®n o el simple acto de mirar por una ventana. As¨ª favorecemos el bienestar, la creatividad y el propio rendimiento.
Cada once minutos...
Cada once minutos, demuestra la experta inform¨¢tica Gloria Mark, somos interrumpidos por tel¨¦fono, correo, informaci¨®n o colegas. Estas interrupciones se convierten en un est¨ªmulo al que nos volvemos adictos. Acabamos dependiendo de estos chutes de informaci¨®n que activan la adrenalina. Cada vez m¨¢s nuestras fases de atenci¨®n y concentraci¨®n disminuyen y nos es dif¨ªcil tener pensamientos profundos, creativos y que aporten soluciones a las situaciones complejas en las que nos vemos involucrados.
Dosifiquemos conectarnos por las redes para estar presentes donde estamos, con quienes estamos, y sentir el sabor del instante sin tener que hacer nada ni responder a ning¨²n aliciente que irrumpa en nuestra intimidad. En el tiempo de ocio, creemos estrategias de desaceleraci¨®n. Una situaci¨®n que acabar¨¢ siendo altamente productiva si la aplicamos bien porque nos brindar¨¢ mayor bienestar y nos permitir¨¢ desarrollar concentraci¨®n, estar m¨¢s atentos y tener pensamientos m¨¢s profundos.
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