Ni?as disfrazadas de mujer
Una modelo de 14 es la nueva musa de Dior, y a los 13, la hija de Cindy Crawford protagoniza editoriales de moda. El uso de menores en el sector reabre el debate sobre su idoneidad

Las ni?as vuelven a las pasarelas para vender ropa de mujeres. ?Se trata de versiones renovadas de Cenicienta? ?nuevos cuentos de hadas? ?Realmente suceden as¨ª las cosas? ?Pero realmente es as¨ª? ¡°Eso es un t¨®pico¡±, comenta Sara Ziff, fundadora de Model Alliance, acerca del nuevo relato favorito de la moda, el de una israel¨ª de 14 a?os que viaj¨® a Par¨ªs en busca de una carrera como modelo, conoci¨® al dise?ador Raf Simons en una tienda de Dior y acab¨® encabezando el desfile de la casa de este mes en Par¨ªs. Lo sorprendente es que reaparecen una temporada despu¨¦s de que se celebrase la presencia de las m¨¢s maduras en campa?as como la de C¨¦line con Joan Didion (80 a?os) y Saint Laurent¡¯s con Joni Mitchell (71), junto con numerosos art¨ªculos que planteaban el acercamiento de la moda al dinero de los mayores. Y el p¨¦ndulo del sector ha oscilado dr¨¢sticamente en sentido opuesto.
Aparte del nuevo descubrimiento de Dior, Sofia Mechetner, Chanel ha anunciado que el rostro de su campa?a de gafas ser¨¢ Lily-Rose Depp, de 16 a?os, hija de Johnny Depp y Vanessa Paradis. Y Kaia Gerber, hija de Cindy Crawford, ha posado para la edici¨®n de septiembre de CR Fashion Book, la revista de Carine Roitfeld, y para Vogue Italia. En una de las fotos, lleva botas de cuero con plataforma y ca?a alta de Versace; en otra, luce maquillaje ojos de gato, vestido de Prada y un moh¨ªn. Tiene 13 a?os.

Volvemos a los tiempos en los que Brooke Shields declaraba, a los 15 a?os: ¡°?Quieres saber qu¨¦ se interpone entre mis Calvin y yo? Nada¡±, y al mundo de los noventa de la fot¨®grafa Corinne Day, una Kate Moss adolescente y la chica esquel¨¦tica. Casi dos d¨¦cadas despu¨¦s, ?no va siendo hora de pasar p¨¢gina? Si algo deber¨ªan ense?arnos las exigencias cada vez m¨¢s ruidosas de diversidad en la pasarela es que los consumidores prefieren ver modelos que se les parezcan. Y la mayor¨ªa de los consumidores de moda para adultos son, por escandaloso que parezca, adultos en toda regla. Para ser justos, se ha avanzado algo desde entonces. Es innegable que, dentro del sector, por no mencionar en las leyes, se tiene m¨¢s conciencia de la necesidad de proteger a las menores que trabajan en un mundo de mayores. Aun as¨ª, es revelador que el propio sector se refiera siempre a las modelos como ¡°las chicas¡±; no las llaman ¡°mujeres¡±.
Es m¨¢s, se est¨¢ construyendo una narrativa en torno a las modelos, en un esfuerzo por transformarlas de maniqu¨ªes sin nombre a personalidades. A Mechetner la ¡°venden¡±, comenta Michelle Tan, directora de la revista Seventeen, como un ¡°modelo de la audacia adolescente¡±. La historia de Kaia Gerber, cuenta, es la de ¡°la realeza de Hollywood: la segunda generaci¨®n¡±, mientras que la f¨¢bula de Lily-Rose Depp habla de que ¡°el t¨ªo Karl la introdujo en la moda¡±. Karl Lagerfeld en otro tiempo tuvo como musa a la madre de Lily.
Ver un anuncio de Chanel no significa escarbar en la historia personal de la modelo. Ver un v¨ªdeo de un desfile no es ver la biograf¨ªa de una maniqu¨ª. Es ver a una ni?a, como Mechetner, con un vestido semitransparente, parecido a un camis¨®n victoriano. Ver un reportaje en una revista no es ver realidad. Es ver el mundo que el estilista y el fot¨®grafo han inventado. Y ah¨ª radica el problema. Porque, explica Tan, aunque la moda haga todo lo posible para ¡°no permitir que existan im¨¢genes sin asegurarse de que hay tambi¨¦n una conversaci¨®n en torno a ellas¡±, esa conversaci¨®n solo tiene un determinado alcance. Y en especial dado que la edad de una modelo no es tan obvia como su raza.
La moda es en esencia una industria basada en el enga?o: la promesa de que simplemente con ponerse algo alguien va a parecer mejor, m¨¢s elegante, m¨¢s delgado, m¨¢s poderoso de lo que realmente es. Despu¨¦s de todo, el traje se invent¨® para crear una ilusi¨®n de perfecci¨®n f¨ªsica. Ese es el lado positivo, del que todos nos beneficiamos. Pero fingir que estas ni?as son mayores, saben m¨¢s y son m¨¢s seductoras de lo que puedan ser a su edad es la parte negativa.
Al contrario que sus hom¨®logas de la tercera edad, celebradas precisamente por tener la edad que tienen, y presentadas como una inspiraci¨®n, estas ni?as son alabadas porque no parecen tener la edad que en realidad tienen. Por mucho que las cuiden, esta diferencia entre realidad e imagen es preocupante.
Normas a cumplir
Hace tres a?os, los 21 Vogue internacionales firmaron un pacto comprometi¨¦ndose a no usar modelos menores de 16 a?os (aunque ocasionalmente han eludido el compromiso, como con Kaia Gerber, quien recientemente sal¨ªa en el italiano).
En 2007, tanto el Consejo de Dise?adores de Moda de EE UU (CFDA) como el Consejo de la Moda Brit¨¢nico emitieron directrices de salud que recomendaban firmemente que los dise?adores usen en los desfiles modelos de al menos 16 a?os.
En 2013, tras la presi¨®n de la CFDA y la Alianza de Modelos, el Estado de Nueva York aprob¨® una ley que establec¨ªa que todas las modelos menores de 18 a?os ¡ªedad m¨ªnima para desfilar en la pasarela Cibeles¡ª deben ser tratadas como artistas infantiles, con todas las normativas relacionadas, desde la limitaci¨®n de las horas de trabajo hasta cuentas fiduciarias, supervisi¨®n.
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