Inclusi¨®n financiera para el desarrollo
Facilitar el acceso a los servicios bancarios es una prioridad para que las personas salgan del c¨ªrculo de pobreza en el que se encuentran
Es posible que, aun sabiendo la importancia que tienen las finanzas en un mundo como en el que hoy vivimos, tendamos a pensar que hay otras prioridades. Si hay 795 millones de personas que pasan hambre, 769 millones que no tienen acceso a agua y, todav¨ªa, 58 millones de ni?os en edad escolar que no van a la escuela ?por qu¨¦ vamos a hablar ahora de cr¨¦ditos y cuentas bancarias?
Pues precisamente por eso, porque queremos llevar agua, alimentos y educaci¨®n a todas esas personas. El acceso a servicios financieros asequibles est¨¢ vinculado de forma directa a la superaci¨®n de la pobreza y, adem¨¢s, adaptados a las necesidades de las poblaciones, est¨¢ directamente relacionado con la posibilidad de acabar con la vulnerabilidad.
Seg¨²n los ¨²ltimos datos aportados por el Banco Mundial, hay 2.500 millones de personas que no tienen acceso a una cuenta corriente. La imposibilidad de acceder a este y otros servicios financieros se traduce en consecuencias a la larga desastrosas como la incapacidad de ahorrar, de comenzar una empresa o negocio, de crecer y crear empleo, de recuperarse de p¨¦rdidas inesperadas como cat¨¢strofes naturales, etc. En definitiva, de poder luchar contra la pobreza.
Altos costes, exceso de burocracia y largas distancias (sobre todo en aquellos que viven en zonas rurales) son algunos de los motivos que dificultan a la poblaci¨®n el acceso a los servicios bancarios. Como constataci¨®n de esta necesidad encontramos que, en pa¨ªses en desarrollo, m¨¢s de la mitad de la poblaci¨®n pide pr¨¦stamos para seguir adelante. Eso s¨ª, lo hace a fuentes informales. Estas pueden ser familiares o amigos, pero tambi¨¦n empresas dedicadas a la usura que imponen intereses muy altos y que impiden el ahorro y el cumplimiento del pago.
Hay 2.500 millones de personas que no tienen acceso a una cuenta corriente
Se est¨¢n haciendo muchos esfuerzos para paliar esa situaci¨®n, para cambiarla, y tambi¨¦n para concienciar al resto del mundo de que es, realmente, una prioridad que las personas puedan tener acceso a servicios financieros si quieren salir del c¨ªrculo de pobreza en el que se encuentran. Centramos nuestros esfuerzos en zonas rurales, las m¨¢s olvidadas en cualquier derecho b¨¢sico, con el objetivo de que se mejore la calidad de vida de la poblaci¨®n en situaci¨®n de extrema pobreza.
Esto por s¨ª implica trabajar siempre bajo la mirada cr¨ªtica de la responsabilidad y no perder de vista el fin social de las microfinanzas. Las instituciones microfinancieras corren el riesgo de priorizar los objetivos de negocio frente al fin social por el que nacieron. El acceso a cualquier tipo de cr¨¦dito conlleva un deber, y hay que cumplirlo. Por ello, el foco debe estar, y est¨¢ siempre, en una adecuada formaci¨®n y acompa?amiento, en evitar el sobreendeudamiento y en adaptar cada servicio a cada necesidad.
Me gustar¨ªa contar en unas l¨ªneas el caso global de Guatemala. En ese pa¨ªs, donde las zonas rurales tienen un 75% de pobreza, se ha desarrollado un sistema denominado Unidades de Autogesti¨®n Financiera. Las comunidades se re¨²nen y, con apoyo y supervisi¨®n de t¨¦cnicos y tras la necesaria formaci¨®n econ¨®mico-financiera, ellos mismos generan, de forma democr¨¢tica, sus propias reglas de pr¨¦stamos y cr¨¦dito. Se fomenta la responsabilidad, el ahorro y se trabaja con ¨¦l. La inclusi¨®n financiera va unida, de forma directa, a la inclusi¨®n social, al acceso a la formaci¨®n, a la igualdad de g¨¦nero; en definitiva, al desarrollo multifac¨¦tico de las personas.
En los pa¨ªses en desarrollo, m¨¢s de la mitad de la poblaci¨®n pide pr¨¦stamos a fuentes informales
Podemos decir orgullosos que esas comunidades, gracias a la incorporaci¨®n de la cultura de ahorro que perseguimos, han mejorado su cohesi¨®n social y han sido promotoras del cr¨¦dito, y poco a poco sus medios de vida tradicionales han mejorado. Ya no s¨®lo piden pr¨¦stamos y ahorran para los estudios de sus hijos, las celebraciones o los imprevistos. Ahora emprenden, reactivando la econom¨ªa local. Est¨¢n uni¨¦ndose en cooperativas y juntando dinero para montar negocios propios que les aporten m¨¢s ingresos a ellos y a sus familias. Est¨¢n saliendo de ese porcentaje de pobreza en el que estaban metidos, de forma aparentemente irremediable.
Tambi¨¦n me gustar¨ªa contar el caso de una persona, con nombre y apellidos, que se ha visto beneficiada por esta ayuda, por el acceso a los microcr¨¦ditos, y que ha podido, gracias a ello, ser protagonista de su desarrollo. Es el caso de Mar¨ªa Esperanza, que reside en una colonia del norte de Honduras, donde el ¨ªndice de pobreza extrema es del 60%. Tuvo que dejar sus estudios, con los que siempre hab¨ªa so?ado, porque no ten¨ªa dinero. Ahora, gracias al fomento de microcr¨¦ditos y al asesoramiento financiero, tras participar en una empresa de cr¨¦dito comunal de su comunidad, ha comenzado a ahorrar y puede costear los estudios de sus hijos y, adem¨¢s, retomar los suyos; retomar su sue?o.
Las comunidades de Guatemala, el caso de Mar¨ªa Esperanza y el de muchos otros, son solo ejemplos de la filosof¨ªa con la que estamos convencidos que debemos trabajar para conseguir cambios. Porque todav¨ªa hay muchas personas que luchan por tener un futuro mejor y tenemos el deber de poner todas las medidas disponibles a su alcance para que lo consigan.
Elena Mart¨ªnez Garc¨ªa es subdirectora general de Fundaci¨®n CODESPA
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