¡°Eleg¨ª mal d¨ªa para dejar de fumar¡± y otros trallazos verbales de 'Aterriza como puedas'
La esperp¨¦ntica pel¨ªcula cumple 35 a?os. Repasamos su prolija retah¨ªla de expresiones, algunas de las cuales han pasado a la historia
Para muchos, Aterriza como puedas (1980), de cuyo estreno se cumplen ahora 35 a?os, es una payasada; y no les falta raz¨®n. Es un monumento al absurdo, una obra maestra del disparate. Pero a diferencia de otras pel¨ªculas c¨®micas de los ochenta, esta basa en gran medida el gancho de sus gags en el lenguaje: sus agudos trallazos verbales, que se suceden de forma imparable, calaron en una generaci¨®n y algunas de sus frases han pasado a la posteridad (otras, por desgracia, se perdieron en el doblaje, por tratarse de juegos de palabras intraducibles). Aunque contiene sabrosos momentos de actitudes delirantes, Aterriza como puedas es una comedia, ante todo, de expresiones memorables y descacharrantes.
Recordemos de qu¨¦ va: en el vuelo 209 de Trans American que va de Los ?ngeles a Chicago se produce una intoxicaci¨®n por pescado. La severa indisposici¨®n de la mitad del pasaje (la otra mitad pidi¨® carne) requiere un aterrizaje urgente, pero por desgracia los dos pilotos tambi¨¦n se han desvanecido. ?Qui¨¦n har¨¢ descender el avi¨®n? Dirigida por el triunvirato Jerry Zucker, David Zucker y Jim Abrahams, parodiaba los filmes de cat¨¢strofes que proliferaban por entonces y tuvo una acogida magn¨ªfica: con un presupuesto de 3,5 millones de d¨®lares (3,1 de euros), recaud¨® m¨¢s de 83 (74 millones de euros). Estas son algunas de sus mejores frases, pronunciadas completamente en serio por actores respetados como Robert Stack, Lloyd Bridges o Peter Graves.
ESCENA 1
¡ª ?Nervioso?
¡ª S¨ª.
¡ª ?Es la primera vez?
¡ª No, he estado nervioso muchas veces.
Es Ted Striker (Robert Hays) quien est¨¢ de los nervios y responde as¨ª a su vecina de asiento, una adorable anciana. Este antiguo piloto de combate, traumatizado por una imprudencia que acab¨® con la vida de varios compa?eros en la guerra, se ha subido al avi¨®n de pura casualidad. Ahora es taxista, y ha dejado a un cliente esperando en su taxi para embarcar en el vuelo 209 siguiendo a su novia, la azafata Elaine Dickinson (Julie Hagerty), que ha roto con ¨¦l. Striker pasa a relatar a la sufrida ancianita su historia de amor con Elaine. En un hilarante flashback, descubrimos que la conoci¨® en un tugurio de un ex¨®tico lugar llamado Drambuie (en realidad, es el nombre de un licor escoc¨¦s), el cual, tras una trifulca, se transforma en una discoteca de los setenta donde los protagonistas ejecutan un maravilloso homenaje a Fiebre del s¨¢bado noche (1977).
¡ª Joey, ?has estado alguna vez en una prisi¨®n turca?
Mientras Striker aburre al pasaje con sus lacrim¨®genos recuerdos, en cabina los pilotos reciben a un ni?o llamado Joey que quiere ver c¨®mo se maneja un avi¨®n. Mientras el cr¨ªo parece reconocer en el copiloto Roger Murdock al jugador de la NBA Kareem Abdul-Jabbar (quien lo encarna realmente), y este se empe?a en negar su verdadera identidad, el inefable comandante Cambion (Oveur en el original, interpretado por Peter Graves) comienza a asediar al peque?o con una serie de obtusas preguntas: ¡°?Has visto alguna vez a un hombre adulto desnudo?¡±, ¡°Joey, ?no has ido nunca a un gimnasio?¡± o ¡°Joey, ?te gustan las pel¨ªculas de gladiadores?¡±. En la segunda mitad de la pel¨ªcula, cuando desde el aeropuerto llaman a la esposa de Cambion para avisarle de lo ocurrido, comprobamos que ella est¨¢ en la cama con un caballo. El delirio es, hace tiempo, imparable.
ESCENA 3
¡ª ?Qu¨¦ clase de avi¨®n es?
¡ª Pues¡ es un avi¨®n grande, largo, blanco con rayas rojas, con cortinas en las ventanas, ruedas¡
La pregunta la formulan los periodistas que han asediado el aeropuerto de Chicago, y la respuesta corre a cargo de un entra?able personaje secundario llamado Johnny (Stephen Stucker), controlador a¨¦reo para el que todo es una fiesta. Cada vez que McCroskey le pide: ¡°Johnny, un caf¨¦¡±, este responde: ¡°No, gracias¡±. Cuando en otro momento su jefe le entrega el ¨²ltimo parte meteorol¨®gico y le dice: ¡°Johnny, a ver qu¨¦ puedes hacer con esto¡±, el simp¨¢tico subordinado responde: ¡°?Con esto? Puedo hacerme un sombrero, una charretera, una pajarita de papel¡¡±. Los periodistas tampoco escapan del surrealismo generalizado: tras la improvisada rueda de prensa se les oye decir: ¡°Vamos a tomar unas fotos¡±. Y, efectivamente, las toman, en sentido literal: descolgando cuadros con fotograf¨ªas a¨¦reas de las paredes.
ESCENA 4
¡ª Comandante, ?cu¨¢ndo podremos aterrizar?
¡ª No puedo decirlo.
¡ª A m¨ª s¨ª, soy m¨¦dico.
¡ª No puedo decirlo con seguridad.
¡ª ?No puede calcularlo?
¡ª Pues¡ hasta dentro de dos horas.
¡ª ?No puede calcularlo hasta dentro de dos horas?
Esta crucial conversaci¨®n entre el doctor Rumack, que ve la necesidad de aterrizar cuanto antes, y el comandante Cambion ¡ªa¨²n asintom¨¢tico¡ª, es un perfecto ejemplo de di¨¢logo de besugos. El galeno ha enviado a las dos azafatas a hacer una encuesta entre el pasaje para saber qui¨¦n ha comido pescado, y lo que no sabe es que entre ellos est¨¢n los pilotos y el radiotelegrafista, que enseguida perder¨¢n el conocimiento. ?Se masca la tragedia!
ESCENA 5
¡ª Eleg¨ª mal d¨ªa para dejar de fumar.
Qui¨¦n le iba a decir a Lloyd Bridges (que se hab¨ªa puesto por primera vez delante de una c¨¢mara en 1936 y hab¨ªa participado en cl¨¢sicos como Solo ante el peligro, de 1952; por cierto, es el padre del tambi¨¦n popular actor Jeff Bridges), que toda una generaci¨®n de j¨®venes acabar¨ªa asoci¨¢ndole con el autoritario, cascarrabias, a veces sensato y extra?amente vicioso Steve McCroskey, supervisor de la torre de control. McCroskey aparece justo a mitad de la pel¨ªcula y nos roba el coraz¨®n cada vez que sucesivamente nos informa de que ese preciso d¨ªa ha dejado de fumar, beber, tomar tranquilizantes y oler pegamento (huelga decir que lo dice antes de recuperar uno a uno todos sus h¨¢bitos). Repartiendo ¨®rdenes a diestro y siniestro, es el equivalente del doctor Rumack en tierra. Hacia el final, totalmente alucinado, cree que el avi¨®n se va a estrellar contra la torre y salta por una ventana.
ESCENA 6
¡ª ?Puede usted pilotar este avi¨®n?
¡ª Eso no lo dir¨¢ en serio.
¡ª Muy en serio. Si quiere se lo repito.
Es, de largo, la frase m¨¢s famosa de la pel¨ªcula, pero en su versi¨®n en ingl¨¦s. El intraducible juego de palabras no pas¨® el filtro del doblaje y en espa?ol qued¨® descafeinado y sin gracia. ¡°Surely, you're not serious" (¡°Seguramente no lo dice en serio¡±), responde el acobardado expiloto de guerra cuando el doctor le propone pilotar el Boeing, a lo que el doctor contesta: "I'm serious. And don't call me Shirley" (¡°Lo digo en serio. Y no me llame Shirley¡±), porque "surely" y "Shirley" se pronuncian igual. La r¨¦plica fue elegida por el Instituto del Cine Americano como la n¨²mero 79 de las frases m¨¢s populares de la historia del s¨¦ptimo arte. El doctor decreta que no hay nadie m¨¢s capacitado que Ted Striker para tratar de aterrizar el aparato y, a rega?adientes (al principio de la pel¨ªcula le hemos o¨ªdo decir: ¡°Desde la guerra no he podido acercarme a un avi¨®n¡±), Striker se ve obligado a tomar los mandos, aunque poco despu¨¦s comprender¨¢ que es la oportunidad de compensar su error del pasado con una actuaci¨®n heroica que salve vidas en lugar de quitarlas.
ESCENA 7
¨C ?El piloto autom¨¢tico! ?Se est¨¢ deshinchando!
Grita la azafata Elaine, que se ha quedado sola en la cabina. Bueno, no del todo sola: el piloto autom¨¢tico es, de hecho, un mu?eco hinchable de gesto guas¨®n que, por alguna raz¨®n, comienza a desinflarse en pleno vuelo, provocando que durante unos segundos el avi¨®n caiga en picado. Desde la torre de control informan a Elaine de que puede volver a inflarlo soplando por una boquilla que queda a la altura de la entrepierna del mu?eco. Cuando poco despu¨¦s el doctor abre la puerta y atisba a la azafata inclinada sobre el regazo del piloto autom¨¢tico, cree estar interrumpiendo algo y se va por donde ha venido.
ESCENA 8
¡ª D¨ªgale al comandante que hemos de aterrizar lo antes posible. Hay que llevar a esa mujer a un hospital.
¡ª ?A un hospital? ?Qu¨¦ es, doctor!
¡ª Un gran edificio lleno de enfermos, y a veces no hay camas.
Entra en escena el doctor Rumack, el personaje que derivar¨ªa la carrera de Leslie Nielsen hacia el humor m¨¢s descerebrado. Este actor canadiense, hasta entonces de cuarta fila, se hizo asiduo del tr¨ªo Zucker-Abrahams-Zucker, protagonizando posteriormente la saga Ag¨¢rralo como puedas.
Cuando se producen los primeros desmayos y las azafatas buscan un m¨¦dico a bordo, se topan con este doctor inconfundible que dormita con el estetoscopio colgado. Impert¨¦rrito, razonable y con unas canas que inspiran confianza, el doctor Rumack se convierte en el personaje alrededor del cual pivota la acci¨®n. Cuando se da cuenta de los estragos que ha causado la intoxicaci¨®n entre el pasaje y la tripulaci¨®n, exige un r¨¢pido aterrizaje que nadie puede efectuar, lo que deja el avi¨®n aparentemente abocado al desastre.
ESCENA 9
¡ª ?Sabe qu¨¦ es caer en el fango y que le pateen la cabeza con una bota de hierro? Claro que no lo sabe, nadie lo sabe, ?si eso no pasa!
El experimentado comandante Kramer (Robert Stack) es el elegido para guiar al tembloroso Striker por radio en las maniobras de aterrizaje. Se da la enrevesada casualidad de que Kramer es otro veterano de la misma guerra, conoce a Striker y sabe de su vergonzoso historial. Pasado y presente se enfrentan en este momento cr¨ªtico, para una completa redenci¨®n del bueno de Striker, que finalmente logra poner el avi¨®n sobre la pista sin causar da?os. La haza?a de Striker le reconcilia con su chica, y ambos abandonan r¨¢pidamente la cabina mientras el comandante se sincera en un mon¨®logo por radio que nadie escucha. Entre el c¨²mulo de frases incoherentes est¨¢ la arriba citada ("?Sabe qu¨¦ es caer en el fango y que le pateen la cabeza...?"), para terminar recomendando invertir en bonos del Estado. La pel¨ªcula concluye con el piloto autom¨¢tico (que se llama Otto) despegando otra vez el avi¨®n en compa?¨ªa de una azafata tambi¨¦n hinchable. Tras los t¨ªtulos de cr¨¦dito, el paciente hombre que sigue aguardando en el taxi de Striker mira la hora y dice para s¨ª: ¡°Amigo, le doy 20 minutos. No espero m¨¢s¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.