La hora de la verdad
Hablan de tradici¨®n pero hay veces que uno no sabe si est¨¢ en 1631 o en 2015
Hay gente con la que hablas un minuto y retrocedes un siglo. Y si te despistas en la conversaci¨®n, en cinco minutos, est¨¢s en plena Contrarreforma y montando autos de fe a todo lo que se mueva. Algo parecido sucede al leer algunos art¨ªculos o informaciones. Cuando quieres pasar p¨¢gina, ya te trag¨® el chupadero y no sabes si est¨¢s en 1631, cuando Felipe IV, y en prosa de D¨¢maso Alonso, ¡°asesin¨® a mansalva un toro de un arcabuzazo¡±, haza?a celebrada por Lope de Vega y otros ingenios con un gran florilegio, o en la plaza de Coria en este agosto de gracia de 2015, cuando el matador oficial asesin¨® a mansalva al toro Guapet¨®n de un escopetazo.
En el milagro de Armenteira, que se cuenta en las Cantigas de Santa Mar¨ªa, recopiladas por Alfonso X, lo que le ocurre al protagonista, el noble Ero, es que a la busca del para¨ªso se recuesta bajo un ¨¢rbol a descansar, escucha el canto de un p¨¢jaro y queda tan bien dormido que, cuando despierta, han pasado tres siglos. Lo que vivimos ahora es el antimilagro. Escuchas un escopetazo y te despiertas tres o cuatro siglos antes.
Dicen que es la tradici¨®n. Y que hay que conservarla. En este caso viene muy a cuento la proposici¨®n de Walter Benjamin: ¡°Hay que arrancar la tradici¨®n de los brazos del conformismo¡±. Y el conformismo, en estos sacrificios que se obstinan en llamar ¡°fiesta¡±, es la muerte. Si la tradici¨®n es el maltrato, hay que abolir esa tradici¨®n. Hay que salirse de esa macabra tradici¨®n horaria que asocia la ¡°hora de la verdad¡± con la ¡°hora de la muerte¡±.
Lo peor del escopetazo de Coria y de otros espect¨¢culos similares en ruindad, como el Toro de la Vega, es justamente lo que tienen de hora de la mentira. No solo porque se hable de orgullo, honor, valent¨ªa donde deber¨ªan decir verg¨¹enza, degradaci¨®n y abuso. Para ultimar el toro, podr¨ªan utilizar en el futuro un robot asesino o fulminarlo con un dron ¨Cqu¨¦ espect¨¢culo, todo se andar¨¢¨C y la autoridad municipal seguir¨ªa hablando de tradici¨®n centenaria.
La sociedad va por delante del Gobierno. Espa?a es m¨¢s cooperativa y solidaria de lo que nos quieren hacer creer"
Espa?a no es este escopetazo de Coria ni los puyazos de Tordesillas, pero, al final, es lo que queda. Son iconos que se expanden en el vac¨ªo como los malos cuadros, se apegan como las pintadas en los muros del cementerio.
La mejor tradici¨®n de Espa?a es lo que algunos carcamales tratan de antitradici¨®n. Ese hilo de amor a la libertad que teje la literatura medieval y picaresca, la ¡°soledad diferente¡± de los m¨ªsticos, el poder de la risa popular que fluye en El Quijote, el librepensamiento, la Escuela Moderna, el h¨¢bitat de esperanza que fue la Rep¨²blica, y as¨ª hasta una Espa?a contempor¨¢nea que ha sido referente, por un tiempo, en el arranque de este siglo XXI, en derechos humanos y solidaridad internacional. Y ah¨ª est¨¢ la legalizaci¨®n del matrimonio homosexual, que iba a ser un episodio del Apocalipsis y acab¨® siendo el pr¨®logo de una tradici¨®n igualitaria que va traspasando las fronteras.
S¨ª, me gusta la expresi¨®n ¡°la hora de la verdad¡±. Hay que recuperarla para el activismo de la vida.
En la historia se destaca a Espa?a por un frenes¨ª imperial, uniformizador, expulsatorio. En la otra tradici¨®n, un pa¨ªs de emigrantes, exiliados y refugiados. ¡°Desnudos y errantes por el mundo¡±, escribi¨® Le¨®n Felipe. ?Qui¨¦n no se ha estremecido alguna vez con las im¨¢genes de esos ¡°n¨¢ufragos del mundo¡±, hombres, mujeres, viejos, ni?as, ni?os, en cubiertas de barcos como el Winnipeg, que llev¨® 2.500 espa?oles a Valpara¨ªso, o el Sinaia mexicano, que transport¨® otros 1.800 refugiados hasta Veracruz? Millones de emigrantes y refugiados espa?oles en casi todo el planeta.
Por esa ¡°memoria profunda¡±, por inter¨¦s estrat¨¦gico, incluso econ¨®mico y demogr¨¢fico, desde luego, por humanitarismo, Espa?a deber¨ªa estar jugando un papel de vanguardia en Europa en la atenci¨®n a refugiados. Al contrario, la actitud est¨¢ siendo oscura y cicatera. Tambi¨¦n en esta cuesti¨®n, la sociedad va por delante del Gobierno. Espa?a es m¨¢s cooperativa y solidaria de lo que nos quieren hacer creer.
Esa sensaci¨®n de ceguera, de falta de una estrategia, o de una estrategia de la desgana, se percibe tambi¨¦n respecto de Am¨¦rica Latina. Durante a?os, Espa?a fue, m¨¢s all¨¢ de la ret¨®rica de ¡°madre patria¡±, un puente efectivo con Europa y otras potencias. Cuando el di¨¢logo internacional para normalizar las relaciones con Cuba avanza cada d¨ªa, Espa?a ha quedado como un interlocutor subalterno. Y en otros pa¨ªses, se le mira como un padrastro antip¨¢tico.
El problema es la hora. La hora de la verdad.
elpaissemanal@elpais.es
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.