Venezuela, al l¨ªmite
Las elecciones del 6 de diciembre pueden significar el cambio necesario para la reconciliaci¨®n en el pa¨ªs, pero Nicol¨¢s Maduro debe renunciar a los discursos amenazantes y tiene que ejercer como el presidente de todos los venezolanos
Venezuela atraviesa una grave crisis socioecon¨®mica; de seguridad ciudadana y de libertades b¨¢sicas. El pa¨ªs necesita un Gobierno que ¡°gobierne¡±, sin buscar culpables fuera de su ¨¢mbito de responsabilidad; que abra un espacio de di¨¢logo con la oposici¨®n y con los sectores productivos para intentar enfrentar los desaf¨ªos con una visi¨®n de los intereses generales de todos los venezolanos. Un di¨¢logo capaz de reconciliar a una sociedad fracturada que sufre el fracaso y el sectarismo de los gobernantes.
La inseguridad f¨ªsica de los ciudadanos ¡ªno hablemos de la jur¨ªdica¡ª se est¨¢ convirtiendo, tras el desabastecimiento alimentario, en la preocupaci¨®n dominante del pueblo que se siente indefenso ante los asaltos, secuestros, robos y asesinatos. Caracas es una de las ciudades m¨¢s violentas del mundo, incluidas las muertes de servidores p¨²blicos de las fuerzas de seguridad. El Gobierno habla de un nuevo plan de lucha contra la criminalidad que domina las calles. El llamado OLP, que es el n¨²mero 26 de los puestos en marcha para atajar el problema, sin resultados reales.
Tambi¨¦n hay una crisis institucional. El Estado, que ha concentrado sus poderes en el ejecutivo, no funciona m¨¢s que para hacer declaraciones responsabilizando a los dem¨¢s de su fracaso. La Asamblea Nacional ha delegado en el presidente de la Rep¨²blica que asume mediante decretos ley las funciones del legislativo. Pero la AN tampoco ejerce la funci¨®n imprescindible de control de la acci¨®n de Gobierno, aplastando las voces de la oposici¨®n para que no haya cr¨ªticas a los errores y la inacci¨®n del Gobierno. La justicia funciona al dictado del poder ejecutivo, o del presidente de la AN, incumpliendo todas las normas que garantizan un proceso v¨¢lido. No hablamos de las normas internacionales de obligado cumplimiento para el Estado venezolano, sino de la propia Constituci¨®n de Venezuela y el marco jur¨ªdico que la desarrolla.
En Venezuela se vota. Pero no se cumple nada m¨¢s. No hay legitimidad de ejercicio
La convocatoria de elecciones a la Asamblea Nacional abre una v¨ªa de esperanza, si se dan las condiciones razonables para que la contienda electoral sea justa, pero no resuelve por s¨ª sola la crisis de gobernanza que atraviesa el pa¨ªs. Y para que la contienda sea justa, las instituciones deben garantizar que no se alteran a capricho los circuitos electorales, que exista una presencia de observadores cre¨ªbles desde ahora, porque se est¨¢n tomando decisiones que pueden afectar a la razonable igualdad de oportunidades entre los contendientes. Y sobre todo debe garantizar la libertad de representaci¨®n. Es decir, revertir el proceso de eliminaci¨®n arbitraria de candidatos utilizando instrumentos judiciales y administrativos desde el poder ejecutivo. Es absurdo que haya presos por razones pol¨ªticas, que haya candidatos exiliados por razones pol¨ªticas, que se limite la libertad de representaci¨®n ante los ciudadanos para que se sometan libremente al escrutinio del pueblo soberano.
El se?or Maduro no puede seguir ocultando su fracaso inventando conspiraciones del ¡°imperio¡±, de la extrema derecha interna e internacional, del ¡°eje Madrid-Bogot¨¢-Miami¡±. ?Se imagina alguien a Obama intentando desestabilizar a Venezuela mientras trata de normalizar las relaciones con Cuba? ?Le parece cre¨ªble ese cuento que repiten como un mantra?
Usted sabe que est¨¢n haciendo un esfuerzo de normalizaci¨®n de las relaciones entre EE?UU y Venezuela. Que extreman su prudencia a la hora de mostrar preocupaciones leg¨ªtimas sobre las libertades y la crisis aguda del pa¨ªs. Usted sabe que en ese esfuerzo hay un obst¨¢culo mayor: la existencia de presos y exiliados pol¨ªticos y la necesidad de elecciones limpias. Y sabe que ese es tema de consenso en el Congreso de EE?UU (casi el ¨²nico) entre republicanos y dem¨®cratas.
Los ciudadanos, sobre todo las madres de familia m¨¢s humildes, aguantan sin esperanzas las largas colas para acceder a los alimentos o las medicinas que necesitan. Y las ven acaparadas por los corruptos en el mercado negro a precios inaccesibles. No funciona la producci¨®n nacional, ni es suficiente la importaci¨®n, ni hay eficacia en la distribuci¨®n de estos bienes racionados. Est¨¢n en una situaci¨®n alimentaria de emergencia y el Estado no es capaz siquiera de distribuir con eficacia la escasez que sus pol¨ªticas ha provocado.
Los salarios est¨¢n siendo devorados por una inflaci¨®n sin control. Incumpliendo los m¨¢s elementales deberes de las instituciones ocultan las cifras, que todos los analistas sit¨²an por encima del 140%. Nadie, ni los m¨¢s partidarios del Gobierno, desconocen que un d¨®lar vale m¨¢s de 700 bol¨ªvares en la calle, que es donde vive o sobrevive la gente, y no la ficci¨®n oficial de 6,30 bol¨ªvares por d¨®lar.
Es inaceptable que Maduro hable de la ¡°revoluci¨®n¡± mezclando los votos y las botas
El aparato productivo del pa¨ªs ha sido destruido sistem¨¢ticamente en una carrera sin sentido de ocupaci¨®n de la econom¨ªa por un Estado ineficiente y corrupto. En nombre de la ¡°revoluci¨®n¡± han liquidado lo p¨²blico y lo privado, desde PDVSA a la industria del acero, pasando por la producci¨®n alimentaria o la de medicamentos. Incautando lo que funciona y estataliz¨¢ndolo han conseguido que todo se paralice, que la productividad desaparezca, que lo ¨²nico que prospere sea la ¡°boliburgues¨ªa¡± depredadora de los recursos y, ahora, de la escasez y la pobreza.
La democracia sigue siendo el sistema menos malo que existe. No garantiza el buen gobierno, pero s¨ª garantiza al pueblo cambiar al Gobierno cuando no le gusta. La democracia se leg¨ªtima en origen por el voto de los ciudadanos, como la condici¨®n necesaria, pero no suficiente. Porque necesita que el Gobierno cumpla con sus programas, que el Parlamento o asamblea lo controle y elabore leyes para todos, que se respete a las minor¨ªas, que la divisi¨®n de poderes sea real, que haya garant¨ªa de libertad de opini¨®n y de informaci¨®n, as¨ª como de elecci¨®n de los representantes de los ciudadanos.
En Venezuela se vota. Por eso son tan importantes las elecciones del 6 de diciembre. Pero no se cumple nada m¨¢s. No hay legitimidad de ejercicio. El desaf¨ªo del 6 de diciembre es m¨¢s decisivo que una elecci¨®n normal de la AN. Puede ser el comienzo del cambio para la gobernanza y la reconciliaci¨®n a trav¨¦s del di¨¢logo que necesita Venezuela. Pero la esencia de la democracia est¨¢ en que la derrota ¡ªde quien decida el pueblo soberano¡ª es aceptable, porque se dan las razonables condiciones de igualdad para competir. El presidente de la Rep¨²blica debe garantizar que esto ocurra, porque es presidente de todos los venezolanos. Por eso tiene que renunciar a los discursos amenazantes y las decisiones que se derivan de ellos. Es inaceptable que hable de la ¡°revoluci¨®n¡± mezclando los votos y las botas. Las Fuerzas Armadas son de Venezuela y se deben a Venezuela, no al fracasado proyecto de su Gobierno. Los medios de comunicaci¨®n p¨²blicos son de todos los venezolanos y el acceso a ellos debe reflejar la pluralidad de opciones pol¨ªticas y no ser un monopolio de sus partidarios.
Usted, se?or presidente, debe respetar y hacer respetar la libertad de prensa y de opini¨®n, sin perseguir a los medios ¡ªya muy escasos¡ª que representan opiniones discrepantes.
Usted, se?or presidente, que concentra todos los poderes del Estado, puede y debe ordenar la libertad de los presos pol¨ªticos y la vuelta de los exiliados.
Usted, se?or presidente, puede y debe invitar a observadores internacionales con experiencia, como los de la OEA y la UE, adem¨¢s de Unasur para que den legitimidad plena a la competencia electoral.
Si lo hace demostrar¨¢ dos cosas: que es el presidente que representa a todos los venezolanos y que no teme a la contienda electoral limpia que su pa¨ªs merece.
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