Lo mejor de Europa
Algo ha volado dram¨¢ticamente por los aires, en las sociedades democr¨¢ticas, cuando el ciudadano protege a aquellos que el Estado persigue
En el desierto de Arizona hay ciudadanos compasivos que dejan un gal¨®n de agua, o unas latas de carne, para que los emigrantes latinoamericanos que han cruzado clandestinamente la frontera, y que tratar¨¢n de inventarse una nueva vida en Estados Unidos, beban y se alimenten. Este gesto, el de ayudar a esas personas miserables que los Gobiernos del primer mundo persiguen con especial sa?a, nos invita a seguir creyendo en la especie humana.
Esto que pasa desde hace a?os en el desierto de Arizona empieza a reproducirse en Europa: el ciudadano com¨²n tiende la mano al emigrante necesitado, mientras las fuerzas de los Estados democr¨¢ticos europeos lo persiguen para encerrarlo en un patio con el per¨ªmetro alambrado. Algo ha volado dram¨¢ticamente por los aires, en las sociedades democr¨¢ticas, cuando el ciudadano protege a aquellos que el Estado persigue. Tambi¨¦n est¨¢n los que prefieren a los emigrantes encerrados en ese patio, desde luego.
Decenas de miles de personas desplazadas por la guerra en Siria improvisan diariamente una ruta a trav¨¦s de los Balcanes para llegar a Europa. Para orientarse en ese viaje infernal que hacen a pie, con sus hijos y sus cosas a cuestas, utilizan el GPS de sus tel¨¦fonos m¨®viles. El emigrante del siglo XXI depende de su tel¨¦fono, para saber el camino y para conectarse con las redes sociales que le proponen rutas alternativas y le avisan en qu¨¦ zona del bosque se agazapa la polic¨ªa. As¨ª como en el desierto de Arizona la gente compasiva deja agua y comida, los ciudadanos europeos decentes tiran un cable en medio del bosque con una regleta de enchufes para que los emigrantes recarguen la bater¨ªa de sus tel¨¦fonos. Esos enchufes en medio del bosque representan hoy lo mejor de Europa. Sin ellos la oscuridad ser¨ªa total.
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