P¨¦rdida de sustancia

El cad¨¢ver pesa menos de lo que la postura del gendarme sugiere. De hecho, es una pluma. As¨ª que no es el peso lo que justifica su actitud. El polic¨ªa es el mismo que unos minutos antes se encontraba de pie, frente al ni?o muerto al que las olas hab¨ªan arrastrado hasta la playa. Lo ve¨ªamos, en esa foto que ha dado la vuelta al mundo, tomando notas en una libreta, como si pusiera una multa. Ni la m¨¢s remota idea de lo que anotaba el hombre mientras la marea iba o ven¨ªa. Quiz¨¢ la hora (9.35, pongamos por caso), la naturaleza del hallazgo (ni?o que no respira, perfectamente ataviado con zapatillas deportivas, pantal¨®n pirata y camiseta roja), la estatura, la edad¡­ No s¨¦ qu¨¦ preguntas podr¨ªa haber en ese formulario en el que el agente se demoraba. Quiz¨¢ solo hac¨ªa tiempo para tomar una decisi¨®n o para ser tomado por ella.

Dec¨ªamos que no era el peso lo que justificaba la actitud del uniformado. Era el cuidado, el miedo. Da la impresi¨®n de trasladar algo que podr¨ªa romperse con mirarlo, como si, m¨¢s que un ni?o muerto, llevara en los brazos una cer¨¢mica china de la dinast¨ªa Ming. ?Por qu¨¦? Tal vez en el formulario que cit¨¢bamos m¨¢s arriba hubiera un apartado dedicado a los s¨ªmbolos. ¡°?El hallazgo posee la calidad de un s¨ªmbolo?¡±, ser¨ªa la pregunta. Si el guardia, tras los minutos de reflexi¨®n que se tom¨®, hubiera respondido afirmativamente, no le quedaba otro remedio que extremar la prudencia. Los s¨ªmbolos traducen una generalidad que nos afecta a todos. Y todos hemos sido afectados para bien. El problema, cuando se acumulan, es que pierden sustancia.

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