El barranco de las pandillas

¡°A la Limonada no va ni Santa Claus¡±, dicen los habitantes de Ciudad de Guatemala cuando se les pregunta por el barrio maldito de la ciudad. La Limonada no es s¨®lo un gueto, es una paradoja urbana y social. Entre 60.000 y 100.000 personas (cifras estimadas, ya que no hay estad¨ªsticas oficiales) viven en un laberinto de pobreza en el centro de la capital de Guatemala; pero a pesar de la ubicaci¨®n, sus habitantes se encuentran aislados del resto de la ciudad. La violencia de las pandillas, que campan por este territorio, es un estigma dif¨ªcil de superar.

Al entrar en La Limonada es f¨¢cil observar su rastro. En algunas paredes se ven impactos de balas, coinciden en las viviendas lim¨ªtrofes entre territorios de grupos rivales del asentamiento, que son abandonadas por temor al fuego cruzado. Muchas de las armas que usan los pandilleros son las mismas que roban a los encargados de seguridad de los camiones de transportes que asaltan, para despu¨¦s resguardarse con el bot¨ªn en las calles que les sirven de guarida.

Las bandas marcan el territorio dentro del barrio y los vecinos saben bien donde est¨¢ ese l¨ªmite. ¡°Alguien que no forme parte de la comunidad corre el riesgo de ser acribillado, como pas¨® con dos mujeres j¨®venes embarazadas que mataron a balazos por andar por una de las colonias sin pertenecer a la comunidad. Por ejemplo, la Barranquilla [otro asentamiento colindante] no tiene ning¨²n acceso con las colonias de La Limonada, exist¨ªa un puente peatonal, pero lo tiraron porque hab¨ªa muchas muertes entre las bandas rivales. Como ven, la mara impone su propia ley aqu¨ª¡±, explica Tita Ervetz, fundadora de la asociaci¨®n Vidas Plenas.

¡°Una madre muri¨® por fuego cruzado de pandilleros; un padre, al intentar socorrer a su hijo; un joven, desangrado por un disparo en la pierna efectuado por un pandillero rival¡­¡±, sigue recordando Tita Ervetz. Es una lista diferente cada mes, personas distintas, nuevos cad¨¢veres que engordan las estad¨ªsticas de violencia del pa¨ªs, y que se pueden consultar en el blog de la asociaci¨®n. La Limonada es un cementerio, pero en ¨¦l hay vivos que luchan por su derecho a existir en una ciudad que les ignora.

El origen de la barriada se remonta a 1958, cuando campesinos de las zonas rurales de Guatemala ocuparon ilegalmente algunos de los terrenos de este barranco para construir sus casas. S¨®lo en el primer a?o de su fundaci¨®n se construyeron m¨¢s de 3.000 viviendas. Con el paso del tiempo se ha superpoblado sin que exista ning¨²n plan de urbanismo, convirti¨¦ndose en uno de los tugurios marginales m¨¢s poblados de Am¨¦rica Central. Casas construidas en terrenos de entre 20 y 25 metros cuadrados, muchas abastecidas de luz y agua de forma ilegal, un ¨²nico centro de salud, una escuela p¨²blica amenazada, calles sin asfaltar por las que s¨®lo pueden circular veh¨ªculos de dos ruedas, sin alcantarillado, y un campo de f¨²tbol como la ¨²nica infraestructura social de la comunidad.

La Limonada es un cementerio, pero en ¨¦l hay vivos que luchan por su derecho a existir en una ciudad que les ignora

En Guatemala, como en el resto de pa¨ªses que forman el Tri¨¢ngulo del Norte ¡ªHonduras y El Salvador¡ª, las pandillas, en muchos casos socios estrat¨¦gicos de los c¨¢rteles de la droga, se han convertido en un grave problema social, recientemente El Salvador sufri¨® sus 24 horas m¨¢s letales por tal violencia. En concreto, informes oficiales por parte de la Divisi¨®n Nacional contra el Desarrollo Criminal de las Pandillas de Guatemala detallan que 70 clicas ¡ªas¨ª es como se conocen a las bandas¡ª asedian las colonias y zonas de la ciudad con 19.000 pandilleros, aunque otras cifras, elevan hasta 38.000 los integrantes de este ej¨¦rcito de delincuentes.

Todo el mundo en la ciudad evita pasar cerca de La Limonada, que se considera zona roja, un t¨¦rmino de resonancias b¨¦licas para referirse a los lugares de mayor riesgo. El barrio, en el centro de la capital, entre la zona uno y la cinco, es territorio ocupado, y los acontecimientos parecen justificar el miedo que sienten los guatemaltecos. Seg¨²n datos de la Polic¨ªa Nacional Civil, las dos zonas, perimetrales al barrio, est¨¢n entre las diez m¨¢s peligrosas con el mayor ¨ªndice de criminalidad: 128 muertes violentas, 256 heridos en forma violenta, 260 robos a veh¨ªculos, 184 robos a peatones. Son algunas de las cifras que maneja la Polic¨ªa Nacional Civil de los delitos de ambas en el a?o 2014.

La asociaci¨®n Vidas Plenas es la ¨²nica que trabaja en el asentamiento de La Limonada. Se ocupa de los ni?os de la comunidad, porque en este entorno de violencia generalizada, ellos son las principales v¨ªctimas. ¡°Hace unos seis a?os hubo una reuni¨®n entre l¨ªderes de la comunidad y las maras. Una mujer dijo que por qu¨¦ estaban reclutando a los ni?os, y el marero contest¨®: 'Nosotros solo recogemos a los ni?os que ustedes abandonan¡±, recuerda Tita Ervetzs.

Los menores son captados por las pandillas a una edad promedio de nueve a?os. Primero como chivatos, contando lo que ven en el barrio a los jefes; as¨ª poco a poco los acostumbran al entorno pandillero y dejan atr¨¢s a la familia, en muchos casos monoparentales, con madres que se ven obligadas a trabajar todo el d¨ªa lejos de sus hijos. ¡°La pandilla se aprovecha de estos menores desatendidos, por eso nosotros queremos que est¨¦n en nuestras escuelas de d¨ªa, para evitar que caigan en eso. 45.000 menores de 15 a?os son aqu¨ª objetivo de las maras¡±, apuntan en Vidas Plenas. En sus escuelas se lamentan: ¡°S¨®lo podemos atender actualmente a 306¡±.

¡°?ste ni?o ya es marero, por favor, no pongan su nombre ni le saquen fotos¡±, nos indican como precauci¨®n. La asociaci¨®n tiene un compromiso con los pandilleros gracias al cual ellos respetan su trabajo. Si no logran sacarlo de ese ambiente, a los 10 a?os comenzar¨¢ a vender drogas, y a los 12 puede convertirse en sicario. Eso si no lo matan antes. Su esperanza de vida es de 18 a?os, y su mirada ya no es infantil, sino que en ella tiene la dureza de la vida del gueto.

45.000 ni?os en el barrio menores de 15 a?os son objetivo de las maras¡±, apuntan en Vidas Plenas

Seg¨²n Emilio Goubaud en un trabajo con maras en Guatemala de la Asociaci¨®n para la Prevenci¨®n del Delito, el 98% de los adolescentes que entran en grupos de pandillas, han sido v¨ªctimas de violencia, abuso sexual y maltrato psicol¨®gico en sus hogares. Esta situaci¨®n ha sido detectada por los responsables de Vidas Plenas. Es por ello que al visitar sus instalaciones sorprende encontrar espejos en todas las puertas: ¡°Los ponemos para que los ni?os aprendan a reconocerse, para que se acepten a s¨ª mismos, es s¨®lo una v¨ªa m¨¢s para que logren superar sus traumas¡±, explican. En cada una de las tres escuelas con que cuenta la asociaci¨®n dentro de La Limonada hay un equipo de psic¨®logos, y cada viernes hablan sobre cuestiones de la comunidad y problemas familiares.

Por la barriada cruza un peque?o y seco riachuelo que se ha convertido en una cloaca abierta a donde van a parar todos los desechos. El mismo barranco donde viven es fuente de enfermedades pero ¡°el Gobierno no tiene ning¨²n plan de limpieza, no hay drenaje en la colonia, todas las tuber¨ªas salen de las casas y no hay recogida de basura. Muchos se enferman y tienen problemas respiratorios, de est¨®mago o infecciones en la piel¡±, indica Tita Evertsz.

La basura se acumula en diferentes estratos del barranco, las ratas campan a lo largo del vertedero, en un rinc¨®n hay centenares de botellas de pl¨¢stico de alcohol puro que se vende a un quetzal (algo menos de diez c¨¦ntimos de euro), no para el botiqu¨ªn de casa, sino para beber. Otra droga barata muy com¨²n es el pegamento. Aqu¨ª a inhalar pegamento se le llama flexiar. Seg¨²n un estudio reciente, realizado por el doctor Stephen Patrick para la asociaci¨®n, se ha detectado un gran n¨²mero de enfermedades cr¨®nicas psicosom¨¢ticas en la poblaci¨®n: ansiedad, depresi¨®n y estr¨¦s por la inseguridad, la violencia y la marginalidad a la que se ven expuestos. Por eso el consumo de drogas es habitual, ¡°Cualquiera que quiera evadirse. Muchos pandilleros las utilizan habitualmente¡±, remata Tita.

El 98% de los adolescentes que entran en grupos de pandillas han sido v¨ªctimas de violencia, abuso sexual y maltrato psicol¨®gico

La Limonada no hace m¨¢s que evidenciar las diferencias sociales que hay en el pa¨ªs. El coeficiente de Gini indica que Guatemala es el segundo pa¨ªs latinoamericano con mayores desigualdades sociales. A pesar de que en el a?o 2004 el Gobierno de Alfonso Portillo intent¨® legalizar la situaci¨®n otorgando escrituras de propiedad a los habitantes del barranco, los problemas por falta de infraestructuras elementales, la violencia desatada por parte de las diferentes pandillas que controlan las colonias del barranco, la drogadicci¨®n y el alcoholismo, la desnutrici¨®n, el abandono familiar, y bajos ¨ªndices de escolarizaci¨®n, hace de los habitantes de la Limonada, y sobre todo de los ni?os, unos marginados sociales, en una ciudad que quer¨ªa ser moderna, pero que cada vez presenta mayores problemas de corrupci¨®n econ¨®mica y pol¨ªtica.

Ciudad de Guatemala es la capital Iberoamericana de la Cultura 2015. Su lema: Una ciudad para vivir. Pero en La Limonada se preguntan d¨®nde est¨¢ esa ciudad para vivir, y s¨®lo aciertan a se?alar a lo lejos, hacia arriba y fuera del barranco, donde se ven los edificios del Ministerio P¨²blico, la Corte Suprema de Justicia, Finanzas y el Banco de Guatemala, instituciones que se han visto afectadas por el descr¨¦dito pol¨ªtico al aparecer recientes casos de corrupci¨®n estatal que provocaron el hartazgo de la poblaci¨®n y que ya forzaron la dimisi¨®n del presidente Otto P¨¦res Molina y de la vicepresidenta, Roxanna Baldetti. A pesar de la revuelta social y de una crisis sin precedentes, a pesar de la corrupci¨®n pol¨ªtica, esa es la otra ciudad, no la suya. La de La Limonada no es una ciudad para vivir, sino para morir.

Aun as¨ª son muchos los que trabajan para mejorar esta situaci¨®n; pero ?hay esperanza? Otto, uno de los l¨ªderes de la comunidad, en cuyo taller de calzados trabajan algunos j¨®venes expandilleros, cree que s¨ª, y parece tener la respuesta: ¡°Me los gano a trav¨¦s del cari?o, del amor y la sinceridad¡±. ?l mismo es la prueba de que se puede escapar de las pandillas. Hace 27 a?os que abandon¨® ese mundo. ¡°Yo pensaba que me iba a morir en la pandilla. Todos mis compa?eros murieron. Mi hijo Cristian era pandillero, a ¨¦l lo balearon y qued¨® en silla de ruedas¡±. Nadie mejor que ¨¦l para saber qu¨¦ necesitan los pandilleros m¨¢s j¨®venes, ni?os muchos a¨²n, para salir de ese mundo de violencia: ¡°No tienen a nadie que les quiera. Yo nac¨ª aqu¨ª, lucho porque los ni?os merecen una oportunidad¡±. Tita Ervetzs insiste: ¡°No son malos por naturaleza, es la pobreza y la ignorancia los que provocan esta situaci¨®n. Si usted y yo hubi¨¦ramos nacido en La Limonada, crea que nuestras vidas no ser¨ªan las mismas¡±.