La pobreza pol¨ªtica
La antipat¨ªa prosaica de los partidos y la po¨¦tica revolucionaria de los movimientos son s¨ªntomas del deterioro en el entorno p¨²blico causado por la crisis econ¨®mica
En mayo de 2010 Espa?a dej¨® bruscamente de ser un pa¨ªs pr¨®spero, envidia de italianos y franceses seg¨²n su presidente de entonces, para convertirse en un Estado endeudado y casi quebrado. Si la prosperidad hab¨ªa sido o no imaginaria es ahora lo de menos, puesto que el empobrecimiento financiero-laboral se hizo tan evidente que a¨²n no hemos dejado de hablar de sus causas y consecuencias. De lo que apenas hemos hablado es del empobrecimiento pol¨ªtico que lleva aparejada la penuria econ¨®mica en un mundo como el nuestro, en el que econom¨ªa y pol¨ªtica son dif¨ªcilmente separables. El PSOE lo sufri¨® el d¨ªa en que Rodr¨ªguez Zapatero se qued¨® sin programa y sin un discurso que le permitiera tomar las impopulares medidas que tom¨®, lo que cost¨® a su partido las elecciones de 2011. Y fue por eso por lo que las gan¨® Mariano Rajoy, y no por tener una pol¨ªtica econ¨®mica adecuada a la situaci¨®n (como ahora quiere hacernos creer), puesto que su programa de legislatura se esfum¨® tan r¨¢pidamente como lo hab¨ªa hecho el de su rival unos meses antes, y tambi¨¦n tom¨® esas antip¨¢ticas medidas que todav¨ªa le pasan factura en las urnas.
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A diferencia de lo que quieren creer Stiglitz, Krugman, Varoufakis y todos los ¡°expertos¡± que viven de ello, este no es un debate acad¨¦mico sobre diferentes modelos de pol¨ªtica econ¨®mica (una de austeridad, otra de crecimiento): no hace falta ser Premio Nobel, ni siquiera economista raso, para saber que las plantas crecen m¨¢s si se las riega debidamente que si se les restringe el agua. Pero el empobrecimiento pol¨ªtico consiste justamente en que no es posible hacer ninguna ¡°pol¨ªtica econ¨®mica¡±, ni keynesiana ni anti-keynesiana, cuando no se ha asegurado previamente una gesti¨®n veros¨ªmil de la deuda. Alexis Tsipras lo descubri¨® el 13 de julio pasado, cuando tambi¨¦n ¨¦l tuvo que abandonar su discurso ideol¨®gico (cuya popularidad estaba avalada por un refer¨¦ndum) y admitir que no pod¨ªa llevar adelante su programa, lo que le ha costado m¨¢s de un disgusto.
Todas las decisiones pol¨ªticas importantes admiten al menos dos interpretaciones, una m¨¢s po¨¦tica y otra m¨¢s prosaica. Cuando se trata de decisiones populares, la interpretaci¨®n po¨¦tica las considera como una expresi¨®n del poder ciudadano, lo que produce una satisfacci¨®n generalizada de gobernantes y gobernados; la interpretaci¨®n prosaica, en cambio, ve en ellas, por muy socialmente relevantes que puedan parecer, la sombra de una posible intenci¨®n demag¨®gica, y a veces ni siquiera el tiempo es capaz de disipar las dudas al respecto. Pero cuando las decisiones son impopulares, como lo fueron las citadas ¡°retractaciones¡± (o como la campa?a de Felipe Gonz¨¢lez en el refer¨¦ndum sobre la OTAN de 1986), la actitud po¨¦tica las interpreta como una vergonzosa humillaci¨®n de la corrompida clase pol¨ªtica ante las mafias del capitalismo internacional (algo que s¨®lo puede combatirse con acciones revolucionarias).
Tsipras tuvo que abandonar su discurso ideol¨®gico y admitir que abandonaba su programa
La prosaica, por su parte, las entiende como meros gestos de responsabilidad de los gobernantes: al conllevar un previsible sacrificio de votos, permiten suponer que el compromiso de esos dirigentes con su pa¨ªs y con sus ciudadanos podr¨ªa haber sido su motivaci¨®n ¨²ltima, aunque tambi¨¦n en este caso puedan a menudo quedar dudas.
Pero lo que es indudable es que cuando los dos principales partidos de un pa¨ªs se presentan ante su electorado con un mensaje prosaico y antip¨¢tico (querr¨ªamos hacer tales o cuales pol¨ªticas, pero no podemos permit¨ªrnoslo si somos responsables) dejan hu¨¦rfanos a gran parte de sus votantes habituales, que sienten haber perdido no solamente su poder adquisitivo sino tambi¨¦n su poder clientelar. Por eso es casi una necesidad social que acudan a su rescate ¡°movimientos transversales¡± con una oferta m¨¢s po¨¦tica, del tipo ¡°Nosotros s¨ª podemos¡±, y anunciando medidas revolucionarias: la secesi¨®n de Espa?a (porque Espa?a es la causante de la pobreza catalana, seg¨²n algunos concienzudos analistas de la historia y de las balanzas fiscales), la salida de la eurozona (en donde, como ha dicho un sabio, ya no queda gente honrada) o el abandono del capitalismo (culpable ¨²ltimo de la deuda ileg¨ªtima que nos atenaza).
Las dos cosas ¡ªla antipat¨ªa prosaica de los partidos y la po¨¦tica revolucionaria de los movimientos¡ª son s¨ªntomas de esa pobreza pol¨ªtica derivada del deterioro econ¨®mico. La prosa de la responsabilidad, por ser un reconocimiento de la propia pobreza, es una condici¨®n necesaria para ponerle remedio, pero no es a¨²n el remedio mismo. La po¨¦tica de la gente (catalana o espa?ola) no es ni siquiera eso, porque niega la existencia de la pobreza, present¨¢ndola como el resultado de un robo y de un secuestro de la soberan¨ªa nacional (catalana o espa?ola) perpetrado por Espa?a, por Alemania o por el FMI, y por tanto no puede hallar soluci¨®n m¨¢s que declarando la independencia con respecto a esos ladrones y secuestradores. Lo cual es sin duda muy revolucionario, pero tambi¨¦n muy poco responsable.
No s¨¦ si yo tambi¨¦n me estoy volviendo po¨¦tico, pero me parece que en los ¨²ltimos tiempos los revolucionarios anticapitalistas, que han tocado (discretamente) poder, se han vuelto un poco m¨¢s prosaicos y han empezado a entonar, quiz¨¢ como simple maniobra propagand¨ªstica, un rosario de conservadores ¡°no podemos¡± (salir de la eurozona, proclamar la Rep¨²blica, negarnos a pagar la deuda, declararnos independientes de Alemania, subir las pensiones, etc.), aunque ello les haya costado perder un porcentaje de su idolatrada hegemon¨ªa (s¨ª, hasta a m¨ª me da un poco de pena, pero se dir¨ªa que van camino de aparcar por un tiempo la dictadura del proletariado en beneficio de la administraci¨®n responsable de algunos ayuntamientos).
Los anticapitalistas que han tocado poder se han vuelto conservadores del ¡°no podemos¡±
S¨¦, desde luego, que este no es el caso de los nacionalistas ni de los independentistas catalanes, cuya po¨¦tica revolucionaria sigue in crescendo tras el gran potlatch del 27-S. La cercan¨ªa de las Generales ha insuflado un poco de poes¨ªa incluso en el PP, aunque en esa casa les gusta tanto Cine de barrio que la cosa no ha llegado m¨¢s que al 1% de los salarios y de la Constituci¨®n. Por tanto, la sorpresa de la temporada ser¨¢ el misterioso programa electoral del PSOE, elaborado por un comit¨¦ de poetas postrevolucionarios que dejar¨¢ en rid¨ªculo a Pablo Iglesias: en su excitante Estado Federal, Catalu?a ser¨¢ y al mismo tiempo no ser¨¢ una naci¨®n, tendr¨¢ m¨¢s financiaci¨®n que el resto de las Comunidades Aut¨®nomas, que sin embargo tendr¨¢n la misma que ella o todav¨ªa m¨¢s, restituir¨¢ a los espa?oles los salarios, empleos, derechos y viviendas que Rajoy les quit¨® y al mismo tiempo reducir¨¢ la deuda y el d¨¦ficit, eliminar¨¢ a la vez que reforzar¨¢ el Senado y las Diputaciones Provinciales y bajar¨¢ los impuestos sin descartar subirlos, aunque todav¨ªa no se conoce su posici¨®n definitiva sobre el Toro de la Vega. Porque, como dec¨ªamos, la pobreza de la pol¨ªtica no est¨¢ re?ida con la abundancia de la poes¨ªa.
Jos¨¦ Luis Pardo es fil¨®sofo.
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