El gran negocio de las telenovelas
Los culebrones evolucionan en el siglo XXI hacia un negocio que mueve miles de millones de d¨®lares y ans¨ªa una mayor sofisticaci¨®n de productos audiovisuales El escritor venezolano Alberto Barrera Tyszka, reciente ganador del Premio Tusquetspor ¡®Patria o muerte¡¯, analiza las claves de esta industria que se renueva en la era de Internet
Ocurri¨® hace muchos a?os. Le dije a mi madre que iba a trabajar en la televisi¨®n y ella me mir¨® llena de asombro. Luego le dije que iba a escribir telenovelas y entonces me mir¨® llena de verg¨¹enza. ¡°?Para eso estudiaste la carrera de Letras en la Universidad?¡±, pregunt¨®. En ese entonces, yo no ten¨ªa otra respuesta que una hija de un a?o y la terquedad de querer vivir de la escritura. Me pareci¨® m¨¢s decente ser libretista de teleculebras que funcionario p¨²blico en alg¨²n sector de la cultura del p¨¦treo Estado venezolano.
Hace 25 a?os, escribir para la televisi¨®n no ten¨ªa ning¨²n prestigio. La ficci¨®n en la pantalla parec¨ªa estar reducida a los culebrones: un g¨¦nero menor, sentimentalmente imp¨²dico; un follet¨ªn de poca categor¨ªa, realizado con bajo presupuesto, pocos actores y muchos gritos. La cursiler¨ªa era una marca latinoamericana. ¡°?T¨² tienes que saber qui¨¦n es tu verdadera madre, Luis Fernando!¡±, dicho de forma tajante y seguido de un acorde destemplado, lleg¨® a ser una Denominaci¨®n de Origen.
Tampoco estaba muy bien vista la gente que segu¨ªa fervorosamente esos relatos rom¨¢nticos, plagados de historias repetidas, virginidades eternas y amnesias contagiosas. Se pensaba que era una masa amplia en n¨²mero, pero limitada en sus gustos y sensibilidad. Hab¨ªa cierto desd¨¦n a la hora de ponderar a una audiencia que era capaz de conmoverse y de sufrir mirando Cristal. Me gustan las casualidades: precisamente, entre 1989 y 1990, cuando se transmiti¨® esa telenovela que todav¨ªa ostenta el r¨¦cord de sinton¨ªa en Espa?a, Tim Berners-Lee desarroll¨® la primera p¨¢gina web de la historia de la humanidad.
Llorar como narcos
La serie se llama El Se?or de los Cielos y ha tenido un ¨¦xito inusitado tanto en Am¨¦rica Latina como entre el p¨²blico hispano de Estados Unidos. De hecho, incluso dentro del pa¨ªs norteamericano, es el producto m¨¢s visto en su horario, superando en ?rating a los canales cl¨¢sicos de se?al abierta y programaci¨®n en ingl¨¦s. Es una historia de narcos que alude, con libertad creativa, a la leyenda de Amado Carrillo, conocido traficante mexicano que se especializ¨® en transportar droga en aviones hacia Estados Unidos.
Producida por la cadena Telemundo y escrita por el autor venezolano Luis Zelkowicz, la serie est¨¢ ya en su tercera temporada y, de seguro, se extender¨¢ m¨¢s. ¡°Las narconovelas¡±, dice el escritor, ¡°son la versi¨®n latina de las historias de g¨¢nsteres tan atractivas para el p¨²blico en todos los tiempos y todas las geograf¨ªas. Los carteles de la droga colombianos, mexicanos y ahora venezolanos son las versiones latino?americanas de la Mafia italiana que tantas historias dio para el cine y la televisi¨®n¡±.
Evidentemente, hay un referente demasiado cercano y palpable. Hay un alto porcentaje de la juventud latinoamericana que ve en el narco un camino para salir de la pobreza, una posibilidad real de futuro. El debate sobre si, con este tipo de programas, se promueve o no a los capos como modelos sociales es complejo y extenso. El Chapo Guzm¨¢n no es un h¨¦roe de la ficci¨®n, sino de la realidad. Triunfa, tiene dinero y burla al poder, pero tambi¨¦n es responsable de una guerra donde han muerto m¨¢s de 50.000 personas. M¨¢s all¨¢ de la discusi¨®n, el tema sigue siendo muy atractivo para todas las audiencias. Netflix acaba de poner al aire su propia versi¨®n de Pablo Escobar.
¡°Yo, como autor¡±, asegura el guionista de El Se?or de los Cielos, ¡°he insistido en mantener ese balance entre acci¨®n y melodrama. Los narcos disparan, torturan, trafican, delinquen¡, pero tambi¨¦n tienen familia y pasiones elementales y humanas. Pienso que eso ha sido determinante en su ¨¦xito¡±. Y no es poco el ¨¦xito: la serie ha sido la primera producci¨®n en lengua no inglesa en recibir un Premio Emmy de la Academia de Artes y Ciencias de la Televisi¨®n de Estados Unidos. El melodrama nunca falla. ¡°Los narcos tambi¨¦n lloran¡±, concluye Zelkowicz.
Seg¨²n las cifras de Ibope Media, recogidas en el informe anual del Observatorio Iberoamericano de Ficci¨®n Televisiva (Obitel), ¡°la penetraci¨®n de Internet en Am¨¦rica Latina aument¨® de manera global en 2014 y espera llegar a un 60% en 2015¡±. Todo es parte de los primeros estudios sobre el creciente fen¨®meno de las bajas de encendido y de la migraci¨®n de las audiencias hacia otras pantallas y otros formatos. Estamos asistiendo a la agon¨ªa de la llamada televisi¨®n abierta. Y ser¨¢ breve. Es una cuesti¨®n de edad: no tiene consumidores menores de 30 a?os. No tiene futuro.
Tambi¨¦n hay revoluciones gratuitas. Son parte de la historia de los descubrimientos. El cable, la TV on demand, las computadoras e Internet han terminado por destruir al monstruo enorme que, seg¨²n cierto pensamiento artesanal, dominaba al mundo con su nefasta distribuci¨®n de los mensajes de la cultura dominante y de los antivalores del capitalismo. De pronto, gracias a la tecnolog¨ªa, el poder pas¨® a manos de los usuarios. Los televidentes comenzaron a tener realmente el control. La televisi¨®n abierta parece una vieja enclenque, d¨¦bil, muy confundida. Se aferra a los noticieros y a los deportes. Pero lo tiene claro: sus d¨ªas ya est¨¢n contados.
Los j¨®venes no saben lo que significa sentarse delante de una caja de metal a esperar que llegue la hora de tu programa favorito. No saben que antes hab¨ªa un espacio llamado ¡°comerciales¡±. Era un tiempo f¨ªsico que daba chance para muchas cosas. La audiencia esperaba el corte a comerciales para ir al ba?o, para calentar la comida, para llamar por tel¨¦fono, para ver qu¨¦ estaban transmitiendo en el otro canal. Todo eso, de repente, comenz¨® a ser absurdo. Y antiguo. Ahora, hasta las mismas televisoras de siempre comienzan a producir contenidos para la web. Hace unos a?os, un productor me llam¨® pregunt¨¢ndome si quer¨ªa escribir unos minicap¨ªtulos para una minitelenovela. ¡°Es para transmitirla a trav¨¦s de los tel¨¦fono celulares¡±, dijo. ?Cu¨¢nto melodrama cabe en dos o tres minutos? Ya se sabe: el medio condiciona el relato. Dentro de poco tiempo, tal vez, la palabra televisi¨®n ya no exista. Pero la telenovela seguir¨¢ existiendo, obviamente.
Probablemente no sea ya el emblema ¨²nico de la producci¨®n audiovisual, el sello que identifica la ficci¨®n televisiva latinoamericana. Su reinado est¨¢ finalizando. Es parte de un proceso que empez¨® con la diversificaci¨®n de las historias, cuando la telenovela dej¨® de ser una sola, cl¨¢sica y rosa, con sirvientas pobres y j¨®venes ricos, con finales felices y cat¨®licos, para comenzar a tener muchas otras versiones de s¨ª misma: narconovelas, telenovelas de suspense, biotelenovelas, telenovelas de humor, telenovelas hist¨®ricas¡ Un proceso que ahora mismo enfrenta m¨¢s bien la diversificaci¨®n de los formatos. El a?o pasado, en Iberoam¨¦rica, se produjeron 88 telenovelas y 77 series. La distancia entre ambos productos es cada vez m¨¢s corta. Y esto sin contar que tambi¨¦n se realizaron 29 miniseries, o que en algunos pa¨ªses la producci¨®n de programas unitarios de ficci¨®n alcanza porcentajes muy altos dentro de la programaci¨®n de contenidos, o que cada vez hay m¨¢s esfuerzos creativos en las redes sociales: tambi¨¦n los culebrones ahora necesitan youtubers.
Nada de esto, sin embargo, implica que la cursiler¨ªa haya sido derrotada. M¨¢s bien ha ido adquiriendo otro estatus, se ha trabucado y ha filtrado sus latidos en otros ¨¢mbitos. Dej¨® de ser un producto netamente latinoamericano para convertirse en una mercanc¨ªa planetaria. Hoy, la industria de la telenovela asi¨¢tica es impresionante. Hasta en China, con la asesor¨ªa de la empresa mexicana Televisa, se comenzaron a producir telenovelas. Otro fen¨®meno es Turqu¨ªa. Su industria de culebrones vive un momento de euf¨®rico ¨¦xito. Centrados en el g¨¦nero rosa, en la concepci¨®n rom¨¢ntica m¨¢s t¨ªpica, han desarrollado productos de alta competitividad. Ya se habla, incluso, de ¡°la invasi¨®n turca¡±, aludiendo a la gran cantidad de telenovelas de ese pa¨ªs que actualmente se transmiten en canales de Am¨¦rica Latina.
El melodrama tiene una persistencia ?inagotable. Los recursos de la telenovela tambi¨¦n han pasado a la vida p¨²blica. El abuso de la sentimentalidad, de manera abierta, sin recato, es ahora un instrumento frecuente en el espect¨¢culo pol¨ªtico. Hugo Ch¨¢vez gan¨® demasiadas elecciones con una consigna de eficacia telenovelera: ¡°Amor con amor se paga¡±. En la conocida entrevista de Ana Pastor, cuando desde temprano ella intenta cuestionar ideol¨®gicamente a Pablo Iglesias, el l¨ªder de Podemos reacciona como si siguiera el libreto de un culebr¨®n: habla de la muerte de su abuela. La sensibilidad de la audiencia cruje. Tambi¨¦n el melodrama se ha mudado a la pol¨ªtica. Iglesias, en realidad, no viene de las batallas universitarias ni de las luchas sociales. Es un hijo de la tele, un heredero de los culebrones. Su mejor argumento es la emoci¨®n. Entiende claramente que la pol¨ªtica es un asunto del coraz¨®n. Del coraz¨®n televisado, por supuesto.
Ya no da verg¨¹enza hablar sobre el amor. Ya no es imp¨²dico proponer p¨²blicamente un discurso sentimental. Escribir ficciones audiovisuales dej¨® de ser un oficio pagano y desde?able para convertirse en una profesi¨®n prestigiosa. Ahora hay quien afirma que en algunas series de televisi¨®n norteamericanas hay m¨¢s literatura que en muchos libros. De pronto, el entretenimiento se ha vuelto m¨¢s democr¨¢tico y la producci¨®n audiovisual vive su propia y extra?a primavera. Una muchacha film¨¢ndose con un tel¨¦fono en Buenos Aires puede terminar con un programa en MTV. El v¨ªdeo de una gordita bailando en Esp¨ªritu Santo puede convertirse en una experiencia viral y llamar, de inmediato, la atenci¨®n de los ejecutivos de Disney. Unos estudiantes en M¨¦xico DF pueden producir artesanalmente una web-serie que, de manera vertiginosa, los catapulte hacia una pel¨ªcula con inversiones millonarias. Nadie sabe muy bien c¨®mo ser¨¢ el futuro. Por ahora, solo parece un cielo que busca desesperadamente contenidos. La tiran¨ªa de la televisi¨®n abierta te obligaba a estar a tiempo frente a la pantalla, a la hora exacta de la telenovela. Los streaming los ofrecen todas y a toda hora, en cualquier momento y como quieras. Puedes mudarte incluso a vivir en sus pantallas. Antes las buscabas. Ahora tendr¨¢s que huir de ellas.
elpaissemanal@elpais.es
Larga vida a la ficci¨®n televisiva
Un dato publicado en el anuario 2015 del Observatorio Iberoamericano de Ficci¨®n Televisiva (Obitel) ¨Cgrupo de an¨¢lisis de contenidos elaborados para la peque?a pantalla, creado hace 10 a?os por acad¨¦micos de Brasil y M¨¦xico¨C da cuenta de la buena salud de miniseries y culebrones en Am¨¦rica y la pen¨ªnsula Ib¨¦rica. La expansi¨®n de Internet en los pa¨ªses que incluye el estudio de Obitel ¨CArgentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Espa?a, Estados Unidos, M¨¦xico, Per¨², Portugal, Per¨², Uruguay y Venezuela¨C elaborado con datos de 2014 tambi¨¦n revela que se ha modificado la forma de consumo. Con las migraciones tecnol¨®gicas, el p¨²blico explora los mismos contenidos de siempre, pero en plataformas de v¨ªdeo por demanda en Internet como Netflix. La medici¨®n de esos programas en la peque?a pantalla entra en crisis con respecto a a?os precedentes, mas no el contenido, que sigue siendo celebrado.
A esta circunstancia generacional se suma la aprobaci¨®n de leyes que restringen el tipo de contenidos que se pueden ver en la televisi¨®n. Ecuador aprob¨® en 2014 un reglamento general de la Ley Org¨¢nica de Comunicaciones que no solo modific¨® el ecosistema medi¨¢tico de ese pa¨ªs, sino que provoc¨® la salida por su "inapropiado contenido" del popular seriado Una pareja feliz. Es el mismo camino que inici¨® Venezuela en 2004. El r¨¦gimen chavista ha acaudillado todas las iniciativas similares entre sus aliados que, con la excusa de proteger la formaci¨®n de los ni?os y adolescentes, establecen muchas cortapisas a los autores. A las limitaciones impuestas a los guionistas en la Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisi¨®n (Resorte) aprobada ese a?o se sum¨® el cierre en mayo de 2007 de Radio Caracas Televisi¨®n (RCTV), la cadena m¨¢s antigua del pa¨ªs, por una disputa con el entonces presidente Hugo Ch¨¢vez, quien criticaba el tratamiento noticioso que recib¨ªa su Gobierno.
Otrora reina indiscutible de la producci¨®n de culebrones, el proceso pol¨ªtico iniciado con Ch¨¢vez en 1999 y continuado por su sucesor, Nicol¨¢s Maduro, ha liquidado lo que fue una industria pr¨®spera que lleg¨® a dar empleo a muchos venezolanos. Hoy RCTV ha quedado reducida a una productora que vende sus contenidos a otras cadenas.
Colombia y Brasil heredaron la posta de Venezuela. Ambos pa¨ªses retransmiten historias realistas, con personajes m¨¢s cercanos al p¨²blico y con una producci¨®n atenta a los detalles. Es posible que en vista de ello las telenovelas y seriados resulten m¨¢s atractivos y que el negocio atraviese su mejor momento. El culebr¨®n sigue siendo la principal oferta de ficci¨®n con 88 t¨ªtulos producidos en Latinoam¨¦rica. Chile lidera el escalaf¨®n con 17; seguido por Argentina y Estados Unidos, con 14; Brasil, 13, y M¨¦xico, 12. Colombia, con sus celebradas creaciones sobre la vida de Pablo Escobar, produjo 13 series en 2014 despu¨¦s de no entregar una sola el a?o precedente. Es quiz¨¢ la prueba de lo atractivo del formato en la Red, donde por el momento las creaciones audiovisuales est¨¢n a salvo de las reglas del Estado-naci¨®n.
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