Los museos del siglo XXI: ?Introvertidos o extrovertidos?
Las ¨²ltimas galer¨ªas han optado por no llamar la atenci¨®n desde fuera y concentrarse en el interior. Es el caso de The Broad, en Los ?ngeles, sus autores, lo describen como ¡°un velo y una b¨®veda¡±
Si a finales del siglo XX la arquitectura de los nuevos museos se debat¨ªa entre las espectaculares formas que los hab¨ªan convertido en atracci¨®n tur¨ªstica (al margen de las colecciones que albergaran) y la neutralidad de un cubo blanco (para facilitar la exposici¨®n de obras cada vez m¨¢s exigentes), las ¨²ltimas galer¨ªas han optado por no llamar la atenci¨®n desde fuera y concentrarse en el interior.
Es el caso de The Broad, un edificio de tres plantas reci¨¦n inaugurado que ocupa toda una manzana en el centro de Los ?ngeles. Sus autores, el estudio neoyorquino Diller?Scofidio + Renfro, lo describen como ¡°un velo y una b¨®veda¡±. El velo, la fachada, envuelve el inmueble en papel de regalo. Esa celos¨ªa de nido de abeja -compuesta por 2.500 piezas realizadas en hormig¨®n y fibra de vidrio- permite a la vez dejar pasar la luz, interrumpir las miradas externas y sembrar el misterio en la calle. Esa idea, un edificio que parece susurrar en lugar de gritar, es clave en un contexto en el que a los vecinos -el llamativo Auditorio Disney de Frank Gehry o el colorista MOCA de Arata Isozaki- los precede la fama y los anuncia el brillo. Con la catedral de Rafael Moneo al final de la avenida Grand, el barrio est¨¢ llamado a convertirse en la milla de oro de la arquitectura norteamericana.
As¨ª, enigm¨¢tico y contenido por fuera -aunque nada herm¨¦tico-, y de aire cavern¨ªcola por dentro ¨Ccon un interior de yeso y hormig¨®n que evoca una cueva-, este museo de tres plantas a¨²na espect¨¢culo y contenci¨®n. El visitante traspasa el velo-celos¨ªa para embarcarse en una escalera mec¨¢nica-t¨²nel que lo conducir¨¢ hasta la tercera planta. El edificio, que ha costado 140 millones de euros, no es un ejercicio de dise?o ecl¨¦ctico en el que la riqueza formal delate la incapacidad de los arquitectos para tomar decisiones. Al contrario, lo llamativo de The Broad es la s¨ªntesis entre objetivos aparentemente contrapuestos -ocultar y destacar- que Elizabeth Diller, Ricardo Scofidio y Charles Renfro logran con su dise?o.
M¨¢s all¨¢ del contraste entre exterior luminoso e interior abrigo, el museo ¨Cel segundo que Eli y Edythe Broad encargan tras el que Zaha Hadid firm¨® para ellos en Michigan- recibe al visitante con una imagen de su gran almac¨¦n (m¨¢s de 2.000 piezas de arte contempor¨¢neo que ni siquiera unas instalaciones de m¨¢s de 11.000 metros cuadrados logran exponer). Esa idea de mostrar lo que se suele esconder indica tambi¨¦n, en opini¨®n de los arquitectos, una nueva honestidad que acerca al visitante a la verdad del museo. Una verdad que, al contrario de las rotundas estructuras del Institute of Contemporary Art que levantaron en Boston o el Creative Art Center, que los arquitectos idearon en Providence, aqu¨ª han querido vestir de misterio.
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