No queremos solo el 0,7%
Por Andr¨¦s Amayuelas (@aramayuelas),Vocal de la Coordinadora de ONG para el Desarrollo.
El nuevo Premio Nobel de Econom¨ªa, Angus Deaton. Foto: EL PA?S.
Las recientes crisis ecol¨®gicas, econ¨®micas y pol¨ªticas han puesto en guardia a la humanidad. Organizaciones civiles de todo el mundo lo denuncian a diario. La complejidad de estas crisis y sus consecuencias exigen respuestas colectivas y coordinadas globalmente.
De la mano de esas crisis se ha producido un cambio en la localizaci¨®n de la poblaci¨®n considerada pobre: el 70% se concentra en pa¨ªses de renta media y los pa¨ªses ricos ven c¨®mo el n¨²mero de personas en riesgo de pobreza va en aumento progresivo. En Espa?a rozamos ya los 13,5 millones de personas en esa situaci¨®n.
El ¨²ltimo Nobel de Econom¨ªa, Angus Deaton, explica en sus estudios c¨®mo, aunque el crecimiento del PIB ha supuesto ciertos beneficios en t¨¦rminos de salud y calidad de vida, no ha sido as¨ª para todo el mundo. En la carrera del crecimiento econ¨®mico, muchas personas (la mayor¨ªa) han visto sus derechos profundamente recortados mientras otras (la minor¨ªa) han visto sus carteras enormemente abultadas. Los niveles de desigualdad entre unas y otras han alcanzado cuotas absolutamente vergonzosas.
Esta misma semana conoc¨ªamos un informe de Credit Suisse en el que se desvela que el 1% de la poblaci¨®n mundial posee tanto como el resto. Lo dicho, vergonzoso.
No podemos hablar de una sola crisis; son varias, complejas e interconectadas. A la crisis econ¨®mica se une la medioambiental. El pasado mes de agosto el planeta ya hab¨ªa consumido los recursos naturales previstos para 2015. En la deriva consumista sin l¨ªmites; devoramos los recursos sin que el maltrecho planeta sea capaz de regenerarlos. Las consecuencias que tal situaci¨®n tiene sobre la vida de las personas y su entorno son profundamente preocupantes. La carrera por los recursos naturales est¨¢ alimentando conflictos econ¨®micos y pol¨ªticos en muchos rincones del mundo. El cambio clim¨¢tico est¨¢ obligando a millones de personas a abandonar sus hogares; una cifra que, seg¨²n el IPCC, podr¨ªa alcanzar los 150 millones de personas en 2050.
En este contexto, luchar contra la pobreza y la desigualdad y proteger el medio ambiente exige actuaciones desde distintos ¨¢mbitos que sean coherentes entre s¨ª. Pensar que la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD), per se, puede resolver una realidad tan profundamente compleja es un an¨¢lisis bastante ingenuo, limitado y alejado de la realidad.
A finales de los sesenta, los Estados se comprometieron a destinar el 0,7% de la Renta Nacional Bruta a Ayuda a la AOD. 45 a?os despu¨¦s, seg¨²n los ¨²ltimos datos de la OCDE, solo Suecia, Noruega, Luxemburgo y Reino Unido han alcanzado esa cifra. Espa?a se sit¨²a a la cola de Europa con un 0,14%. La escasa de responsabilidad de los gobiernos en este sentido da buena cuenta de su compromiso real en la lucha contra la pobreza.
El cumplimiento del compromiso del 0,7% es irrenunciable. Ahora bien, la provisi¨®n de fondos para AOD debe venir acompa?ada de pol¨ªticas econ¨®micas, fiscales, migratorias, medioambientales¡ que frenen las causas de la pobreza y la desigualdad en cualquier lugar del mundo. Se trata de lo que denominamos ¡°coherencia de pol¨ªticas¡±, es decir, garantizar que lo que se construye por un lado no se derrumba por otro. Pongamos un ejemplo. Entre los a?os 1970 y 2008, la fuga ilegal de capitales en ?frica supuso 854.000 millones de d¨®lares, el doble de lo que se destin¨® al continente como ayuda al desarrollo. Las cifras hablan por s¨ª mismas.
Por tanto, los fondos para desarrollo son absolutamente necesarios para poder implementar la pol¨ªtica de cooperaci¨®n; pero, insuficientes si no van de la mano del resto de pol¨ªticas que tienen impacto directo en la vida de las personas y en sus derechos.
La interdependencia planetaria no nos da muchas opciones: la cooperaci¨®n entre los pueblos debe marcarnos el camino. A lo largo de esta semana, numerosas ciudades del Estado Espa?ol y de todo el mundo, han acogido movilizaciones sociales que exigen gobiernos responsables que garanticen los derechos humanos y contribuyan a un mundo sostenible, sin pobreza ni desigualdad. Sabemos que los retos son enormes, pero, como Paulo Coelho, pensamos que ¡°es mejor perder algunos combates en la lucha por nuestros sue?os, que ser derrotado sin saber siquiera por qu¨¦ se est¨¢ luchando¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.