Los canales de Marte, un ejemplo del uso del m¨¦todo cient¨ªfico
En el siglo XVII se hab¨ªa llegado a la conclusi¨®n de que la Tierra no ten¨ªa nada especial con respecto al resto de los planetas del Sistema Solar, incluyendo la vida inteligente. Hoy en d¨ªa, los canales artificiales de Marte ya solo existen en la historia
Cada profesi¨®n tiene su sambenito que se suele sufrir con paciencia. A los astr¨®nomos se nos suele preguntar con frecuencia por la vida extraterrestre y si hemos visto alg¨²n ovni. En una gran parte, los astr¨®nomos hemos contribuido a ello.
En el siglo XVII se hab¨ªa llegado a la conclusi¨®n de que la Tierra no ten¨ªa nada especial con respecto al resto de los planetas del Sistema Solar, la totalidad del Universo que se conoc¨ªa. Ello inclu¨ªa tambi¨¦n la existencia de vida inteligente. Como ejemplo, podemos citar a Christiaan Huygens, quien afirmaba que el gusto por la m¨²sica de los habitantes de Venus y J¨²piter "es similar al de los franceses e italianos¡±, o a William Herschel, quien dijo: ¡°Reflexionado un poco sobre el tema, estoy casi convencido de que los numerosos peque?os circos que vemos en la Luna son los trabajos de sus habitantes y podemos decir que son sus ciudades¡±. Como otros colegas suyos, el prestigioso astr¨®nomo brit¨¢nico estaba tambi¨¦n convencido de la habitabilidad del interior del Sol.?
Por su proximidad, Marte era el blanco favorito de dichos estudios. En 1877, el italiano Giovanni Schiaparelli realiz¨® un mapa de la superficie de Marte en la que se?al¨® la presencia de diferentes ¡°canali¡± aludiendo a estructuras naturales, palabra que fue traducida al ingl¨¦s como ¡°canals¡±, que se?alaba a estructuras artificiales, como el canal de Suez, que se estaba construyendo por entonces. Camille Flammarion, el Carl Sagan del siglo XIX, divulg¨® la idea de que se trataba de construcciones realizadas por una civilizaci¨®n inteligente marciana con fuertes necesidades hidr¨¢ulicas.
La moda ser¨¢ colocar los observatorios desde donde se pueda observar, m¨¢s que ser vistos¡±
Percival Lowell naci¨® en 1855 en el seno de una familia acomodada. Graduado en Matem¨¢ticas por la Universidad de Harvard, cerca de los 40 a?os se sinti¨® fascinado por los libros de Flammarion y se dedic¨® a divulgar la idea de la civilizaci¨®n marciana moribunda. Buscando evidencia de la existencia de los canales, busc¨® un lugar adecuado para las observaciones y lo encontr¨® en Flagstaff, donde construy¨® el observatorio que hoy lleva su nombre. Fue pionero en buscar lugares adecuados para la astronom¨ªa, estuvieran donde estuviesen. Como ¨¦l se?alaba, ¡°cuando esto se reconozca, y lo ser¨¢ finalmente, la moda ser¨¢ colocar los observatorios desde donde se pueda observar, m¨¢s que ser vistos¡±.
Los trabajos de Lowell sobre Marte est¨¢n reflejados en tres libros que tuvieron un gran impacto popular: Mars (1895), Mars and its Canals (1906) y Mars as the abode of life (1908). Las noticias en los medios de comunicaci¨®n sobre sus marcianos eran constantes y los titulares espectaculares abundaban.
Unas d¨¦cadas antes de estos eventos, la invenci¨®n de la fotograf¨ªa permiti¨® a los cient¨ªficos cumplir con uno de sus principios: Mira y comprueba lo que he observado. Consciente de ello, Lowell envi¨® a Oficina Alianza, regi¨®n chilena de Tarapaca, a Earl Slipher y a David Todd, para fotografiar Marte durante la oposici¨®n de 1907. Con un peque?o telescopio, obtuvieron numerosas fotograf¨ªas, donde el tama?o de la imagen de Marte era de menos de un cent¨ªmetro. Adem¨¢s, los largos tiempos de exposici¨®n y la turbulencia atmosf¨¦rica causaron que se obtuvieran im¨¢genes muy borrosas.
Slipher prosigui¨® la campa?a en Flagstaff, aun despu¨¦s de la muerte de Lowell en 1916, obtuvo cerca de 100.000 im¨¢genes de Marte y defendi¨® que en ellas se ve¨ªan claramente los famosos canales. Pocos a?os despu¨¦s de la muerte de Slipher, la Mariner IV mostr¨® en 1965 una superficie de Marte m¨¢s similar a la de la Luna que la que idealizaba Powell
En este ambiente, H.G. Wells publica, en 1898, su Guerra de los Mundos, donde marcianos desesperados invaden la Tierra, siendo finalmente vencidos por los microbios terr¨ªcolas. Desde entonces, numerosas obras han seguido esta idea. Mi preferida sigue siendo la hilarante pel¨ªcula Mars attacks, de Tim Burton.
Si exist¨ªa una civilizaci¨®n marciana, una buena idea era comunicarse con ellos. Nikola Tesla (1856-1943), uno de los convencidos, comentaba en una conferencia: ¡°Tarde o temprano, todos los seres humanos de este globo levantar¨¢n su mirada hacia el firmamento con sentimientos de amor y reverencia, embargados por la buena nueva: ?Hermanos! tenemos un mensaje de otro mundo desconocido y lejano. El mensaje dice as¨ª: uno ... dos ... tres¡¯¡±. Desde 1899 realiz¨® con sus equipos varias escuchas, de las que comentaba en 1914 en The New York Times: ¡°Para ser veraces, no tenemos pruebas de que Marte est¨¦ habitado [...] Personalmente, tengo una d¨¦bil convicci¨®n de que la interferencia el¨¦ctrica que descubr¨ª en 1899, y de acuerdo con mi investigaci¨®n, haya sido causada por el Sol, por la Luna o por Venus. Algunos estudios desarrollados por m¨ª m¨¢s tarde demostraron que las se?ales eran necesariamente provenientes de Marte¡±. Afirmaci¨®n que mantendr¨ªa hasta su muerte.
En ciencia, es esencial verificar las observaciones y ¨¦ste no fue el caso de los astr¨®nomos contempor¨¢neos de Powell cuando observaron Marte con telescopios mayores
En ciencia, es esencial verificar las observaciones y ¨¦ste no fue el caso de los astr¨®nomos contempor¨¢neos de Powell cuando observaron Marte con telescopios mayores. Entre ellos destac¨® Eug¨¨ne Antoniadi, quien trabajando en el observatorio de Flammarion comentaba que, en buenas condiciones de observaci¨®n y con un buen telescopio, ¡°no hay canales en absoluto, sino matices de brillo complejos resultantes de detalles irregulares, demasiado peque?os para ser accesibles a nuestros medios¡±. Ahora conocemos que lo que observ¨® Lowell fue una ilusi¨®n ¨®ptica. Adem¨¢s de las im¨¢genes, la astrof¨ªsica hab¨ªa avanzado para poder obtener informaci¨®n sobre las condiciones de la atm¨®sfera de Marte. Los datos sobre presiones, temperatura y composici¨®n qu¨ªmica no parec¨ªan ser compatibles con la existencia de agua liquida sobre su superficie.
Un p¨¢rrafo de la obra Esc¨¢ndalo en Bohemia, de Arthur Conan Doyle, puede ilustrar esta historia ¡°Es un error capital teorizar antes de tener datos. Sin darse cuenta, uno empieza a deformar los hechos para que se adapten a las teor¨ªas, en lugar de adaptar las teor¨ªas a los hechos¡±.
Hoy en d¨ªa, los canales artificiales de Marte ya solo existen en la Historia. Sin embargo, las naves en ¨®rbita marciana y sobre la superficie nos se?alan la existencia de canales gigantescos, como el Valle Marineris. Adem¨¢s, diferentes estructuras indican que hace miles de millones de a?os el agua debi¨® de fluir sobre la superficie de Marte. Por consiguiente, nuestro planeta vecino pudo haber albergado una vida primitiva, similar a nuestros microbios, los que vencieron a los marcianos de Wells. Para encontrar sus restos f¨®siles o comprobar si ha sobrevivido en alg¨²n ambiente, necesitaremos ir con astronautas dotados de pico, pala, un buen laboratorio y con conocimientos sobre lo que es vida o lo que no lo es. Mientras tanto, todos debemos evitar que la divulgaci¨®n de la ciencia se convierta en un espect¨¢culo m¨¢s de los que ya existen.
Manuel V¨¢zquez Abeledo es investigador del Instituto de Astrof¨ªsica de Canarias (IAC), especialista en F¨ªsica Solar. Coautor de los libros La b¨²squeda de vida extraterrestre y The Earth as a distant planet, editados por McGraw-Hill Interamericana y Springer, respectivamente.
Cr¨®nicas de AstroMAN?A es un espacio coordinado por el Instituto de Astrof¨ªsica de Canarias (IAC), donde se publican relatos con el Universo como inspiraci¨®n, desde an¨¦cdotas hist¨®ricas relacionadas con la astronom¨ªa hasta descubrimientos cient¨ªficos actuales. Un viaje literario por el espacio y el tiempo.
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