Los docentes a examen
Solo si se cree a fondo en la educaci¨®n p¨²blica se puede actuar para mejorarla
He dedicado mi vida a la docencia, tanto como catedr¨¢tico de instituto, especialidad Lengua y Literatura, como profesor de Teor¨ªa de la Literatura de la Universidad Complutense de Madrid. As¨ª que algo s¨¦ de lo que se cuece en ambos ¨¢mbitos educativos. Hablemos ahora de evaluaci¨®n de la actividad docente puesto que ha salido recientemente ese tema a la palestra. En la universidad los profesores son evaluados fundamentalmente por lo que se llama su actividad investigadora, no por su actividad docente. En la universidad la docencia importa mucho menos que lo que llaman investigaci¨®n, el verdadero santo y se?a de esa instituci¨®n que naci¨® ¨Coh contradicci¨®n¨C para y por la docencia. Esa evaluaci¨®n es llevada a cabo por una instituci¨®n llamada ANECA, de rostro desconocido, integrada por profesores que act¨²an con antifaz. Me atrevo a asegurar lo siguiente: ni Harold Bloom, ni George Steiner, dos de mis ¨ªdolos en el ¨¢mbito en el que yo he sido profesor universitario, habr¨ªan sido aprobados nunca jam¨¢s por esos oscuros vigilantes del m¨¦rito investigador. Recomiendo a este respecto lo que dice el profesor Jordi Llovet en su magn¨ªfico e indispensable libro Adi¨®s universidad (Galaxia Gutenberg).
Ahora leemos que el actual ministro de Educaci¨®n ¨Cun hombre que confiesa no saber nada de educaci¨®n, como el infortunado Wert- ha encargado a Jos¨¦ Antonio Marina un libro blanco sobre los docentes en el ¨¢mbito no universitario. Marina ¨Csi no estoy mal informado¨C ha sido catedr¨¢tico de instituto y, por ello, debe de conocer bien uno de los ¨¢mbitos docentes que ahora est¨¢n en juego con su proyectado libro blanco (el otro es el de la ense?anza primaria). Marina asegura algo as¨ª como que el encargo que le han hecho est¨¢ al margen del debate ideol¨®gico puesto que ¨¦l fue muy criticado por el PP en su momento, debido a las posiciones que adopt¨® sobre la asignatura Educaci¨®n para la Ciudadan¨ªa, bestia negra del PP. Sin embargo, y a pesar de su c¨¢ndido optimismo, dif¨ªcilmente el debate de la evaluaci¨®n profesoral escapa a esa ideologizaci¨®n de la que hablo porque, de entrada, se sit¨²a ya en un marco fuertemente ideologizado. No en vano el actual ministro representa a un partido que ha puesto en pr¨¢ctica medidas que revelan una marcada ideolog¨ªa en temas educativos. Los dram¨¢ticos recortes en la educaci¨®n p¨²blica son pura y dura ideolog¨ªa, no lo olvidemos.
En la universidad la docencia importa mucho menos que lo que llaman 'investigaci¨®n'
En ese contexto, muy generalizado en buena parte de Espa?a ¨Cincluida la dominada por los independentistas catalanes¨C, se propone una medida como la evaluaci¨®n de los profesores con el fin de distinguir entre los buenos y los malos docentes para que los primeros ganen m¨¢s que los segundos. De entrada me asombra que esta evaluaci¨®n deje fuera a la ense?anza universitaria donde los p¨¦simos profesores ¨Cque abundan- campan por sus respetos con suma tranquilidad mientras que los profesores de primaria y secundaria se ver¨¢n sometidos a una evaluaci¨®n en un terreno donde la docencia con frecuencia es sumamente compleja y dif¨ªcil. Tambi¨¦n me asombra esto: parece que hay una sospecha que afecta ¨²nicamente a la profesi¨®n docente, como si fueran los docentes los responsables ¨²nicos de la buena o mala marcha de la educaci¨®n en un pa¨ªs. La buena docencia est¨¢ con frecuencia directamente relacionada con los buenos medios para ejercer la docencia. Si atentas contra un buen equilibrio entre carga docente y rendimiento en clase, corroes de lleno los fundamentos de una buena docencia. Si sobrecargas las clases de alumnos, a veces con serios problemas de todo tipo, socavas de lleno los fundamentos de una buena docencia. En ese contexto plenamente ideologizado, del que es responsable el actual partido que ha gobernado durante cuatro (largos) a?os, surge esta idea de evaluar la funci¨®n docente. Me escandaliza la paradoja: ?no hay que evaluar previamente al Gobierno que mina la educaci¨®n p¨²blica y que propone luego medidas que apuntan el dedo acusador a los pobres docentes de esa misma educaci¨®n p¨²blica?
Se?alo, por tanto -y solo para abrir boca-, una contradicci¨®n de origen en la propuesta gubernamental que me resulta casi ofensiva, al tiempo que sugiero que no se empiece la casa por el tejado. Conviene ponerse plenamente de acuerdo sobre esta cuesti¨®n y conviene afinar sumamente para impedir simplificaciones preocupantes, hechas adem¨¢s desde una c¨®moda barrera, que es la barrera del laboratorio (en este caso, un think-tank integrado por una sola persona). La mejor idea de las escuchadas a Marina ¨Ca pesar de las reservas que acabo de expresar al procedimiento en s¨ª: un ministro de un Gobierno que no cree en la educaci¨®n p¨²blica encarga un proyecto a un antiguo profesor que no capta la contradicci¨®n en la que est¨¢ atrapado- es la de apostar por una especie de MIR educativo que conseguir¨ªa hacer una bastante rigurosa selecci¨®n de profesores que garantizar¨ªa un docencia m¨¢s solvente, siempre y cuando no se minaran la condiciones para ejercerla. Lo cual, de nuevo, nos trae al terreno de la pura y dura ideolog¨ªa. Solo si crees a fondo en algo ¨Cla educaci¨®n p¨²blica¨C puedes poner toda la carne en el asador para hacerla mejor. Y solo si la conoces a fondo, puedes pedir cuentas a quienes se rompen muchas veces la crisma por defenderla.
?ngel Rup¨¦rez es doctor en Filosof¨ªa y Letras. Ha sido catedr¨¢tico de instituto y profesor de Teor¨ªa de la Literatura de la UCM. Acaba de publicar el libro de relatos Las l¨¢grimas necesarias (Izana Editores)
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