Miley y el ¡®Playboy¡¯

Ser ni?o prodigio debe ser dur¨ªsimo. Tan tan duro que uno solo lo deja atr¨¢s a base de coca¨ªna, montar broncas, o dar la campanada. V¨¦anse el caso del peque?o ruise?or, de nuestro querido Justin o de la pizpireta Marisol, devenida en Pepa Flores por mor de una m¨ªtica portada de Intervi¨².

Aqu¨ª donde me ven, tir¨¢ndome el pisto con The Affair -qu¨¦ gran serie-, lo ¨²nico que me he tragado desde el episodio piloto hasta la despedida entre l¨¢grimas han sido las nueve temporadas de Friends ¡ªesa tele en maquillaje, antes de entrar al plat¨® de Lo + Plus¡ª y, en el sof¨¢, junto a mi hija, los 98 episodios de Hannah Montana. Qu¨¦ buenos ratos pasamos con Miley, su verdadero padre, Billy Ray Cyrus, y Dolly Parton, la madrina-t¨ªa salada, tetona y con banjo. Eso s¨ª que era autoficci¨®n, y no lo de Emmanuel Carr¨¨re y Houellebecq.

Al ver las fotos de Miley full frontal, chupando una porra de caucho negro y con un gato peludo tap¨¢ndole la cara (y nada m¨¢s), pensaba escribir un alegato en contra de la degradaci¨®n de la imagen de la mujer, pero una es madre; esta criatura solo quer¨ªa acabar con el rollo Hannah Montana de una vez.

Chica, Miley, si no hac¨ªa falta. Yo me pas¨¦ a Juego de Tronos hace a?os, y mi hija ya no ve la tele, solo WhatsApp. Y el disgusto que le habr¨¢s dado a la pobre Dolly, que en 1978 fue la ¨²nica portada (vestida) de Playboy.