A la ola de histeria en Washington contra los refugiados le falta algo: hechos
Esta entrada ha sido escrita por Michael Clemens, investigador principal del Centro de Desarrollo Global en Washington D.C., e investigador titular en el IZA Institute for the Study of Labor en Bonn. Su trabajo se centra en la econom¨ªa de las migraciones globales, desarrollo y ayuda exterior. Es Doctor en econom¨ªa por la Universidad de Harvard, y su investigaci¨®n ha sido galardonada con el Royal Economic Society Prize.
En tiempos de miedo, los hombres y las mujeres sensatos tienen una responsabilidad de hablar de hechos.
Entiendo el miedo. Escap¨¦ por poco a una bomba terrorista en Colombia cuando era joven. El miedo puede llevarte a hacer cosas de las que te arrepientes cuando conoces los hechos. Y en Estados Unidos ahora, la comprobaci¨®n de datos ha sido reemplazada por el alarmismo, y las evidencias s¨®lidas por la histeria.
El Congreso de los Estados Unidos vot¨® hace pocos d¨ªas por bloquear la posibilidad de que el pa¨ªs reciba refugiados de Irak y Siria. Un senador est¨¢ promoviendo un proyecto de ley para que se proh¨ªba dar asilo a personas de 34 pa¨ªses, desde Indonesia a Turqu¨ªa. La mayor¨ªa de los gobernadores de estados han prometido rechazar a todos los refugiados sirios, incluidas mujeres, ni?os hu¨¦rfanos y heridos graves. Justifican estos actos en referencia a los acontecimientos ocurridos en Par¨ªs el viernes 13 de noviembre, sin ninguna relaci¨®n con ellos.
Ni uno solo de estos pol¨ªticos tiene ninguna evidencia de que los ataques de Par¨ªs tuvieran relaci¨®n con ning¨²n refugiado. Se ha confirmado que un pasaporte sirio que se situ¨® cerca de uno de los atentados es falso, comprado a un falsificador. Es hipot¨¦ticamente posible que uno de los atacantes pudiera convertirse despu¨¦s en un refugiado, pero ninguno de los pol¨ªticos que ahora se apresuran a tomar represalias contra los refugiados tiene evidencias de ello.
E incluso si un refugiado estuviera conectado de alguna forma con los ataques de Par¨ªs, eso no justificar¨ªa dejar atrapados a decenas de miles de hombres, mujeres y ni?os inocentes en una zona de guerra terrible. Es el equivalente moral y l¨®gico a encerrar a todos los hombres blancos estadounidenses por las acciones del terrorista blanco estadounidense Dylann Roof.
Como var¨®n blanco estadounidense, tengo la misma conexi¨®n con Dylann Roof que tienen b¨¢sicamente todos los refugiados con las acciones de los perversos asesinos de Par¨ªs: ninguna conexi¨®n en absoluto.
Cualquier persona sensata tiene que recordar tres hechos:
- Los acad¨¦micos han estudiado a los inmigrantes durante d¨¦cadas y no han encontrado ninguna relaci¨®n estad¨ªstica entre la inmigraci¨®n y los delitos en general, ni los delitos violentos en particular. No hay evidencia de que los refugiados sean diferentes. Est¨¢s por lo menos en tanto riesgo por parte de tu vecino actual como lo est¨¢s con respecto a cualquier refugiado asentado. Los Estados Unidos todav¨ªa vetan el asilo de forma extensa a los solicitantes con vinculaci¨®n al terrorismo, como debe ser.
- De los 859.629 refugiados que los Estados Unidos han acogido desde 2001, tres han sido condenados por planear ataques terroristas fuera del pa¨ªs. Ninguno ha sido condenado por estar implicado en ataques dentro de Estados Unidos. Ninguno ha sido condenado por llevar a cabo un ataque terrorista en ninguna parte. Los ataques en Estados Unidos por terroristas del pa¨ªs como Michael Page son responsables de 5 veces m¨¢s muertes que los ataques por parte de musulmanes norteamericanos, de acuerdo con el Profesor Charles Kurzman de la Universidad de Carolina del Norte.
- Los refugiados benefician directamente a los Estados Unidos, tambi¨¦n en lo econ¨®mico. Los refugiados t¨ªpicos trabajan m¨¢s, ganan m¨¢s y hablan mejor ingl¨¦s que los inmigrantes no refugiados, como ha demostrado la profesora Kalena Cortes de la Universidad de Texas A&M. Por eso los refugiados, a pesar del apoyo que reciben a su llegada, hacen una contribuci¨®n neta positiva a las arcas p¨²blicas a largo plazo. Un refugiado fue cofundador de Intel Corporation, otra refugiada fue Secretaria de Estado de Estados Unidos, otro refugiado es uno de los hombres de negocios con m¨¢s ¨¦xito de Am¨¦rica de todos los tiempos, otro refugiado rod¨® Easy Rider y Ghostbusters. Los refugiados en general son un regalo, y admitirlos es un acto de inter¨¦s compartido.
El pa¨ªs est¨¢ ahora atenazado por una ola de peligroso miedo a los musulmanes. Los candidatos a la presidencia de los Estados Unidos ahora hablan abiertamente de prohibir la acogida de refugiados no cristianos, hablan de ni?os hu¨¦rfanos de tres a?os como una aut¨¦ntica amenaza para la seguridad, y propugnan un registro nacional de americanos musulmanes. Esta ¨²ltima propuesta se parece terriblemente al censo que se us¨® en Estados Unidos para encarcelar sin motivo a casi todos los americanos de origen japon¨¦s o a la lista negra de Joseph McCarthy, utilizada para arruinar la vida de cientos de personas inocentes.
Estas ideas amenazadoras da?an directamente el inter¨¦s nacional estadounidense, seg¨²n han se?alado republicanos reflexivos como Michael Gerson. Son tambi¨¦n una vergonzosa traici¨®n de los valores de Am¨¦rica, que incluyen la promesa de hace 63 a?os de ser un puerto seguro para los refugiados, y su tradici¨®n de 239 a?os de tolerancia religiosa.
Luchar contra los terroristas significa mantener con fuerza el pensamiento racional y la dignidad com¨²n de la humanidad. No significa rendirse a los bajos instintos de los miedos infundados y el odio. Las grandes instituciones americanas de tolerancia y acogida sobrevivieron a los intentos de los terroristas de envenenarlas el 11 de septiembre de 2001. Esta magn¨ªfica tradici¨®n puede y debe sobrevivir a los meses dif¨ªciles que se avecinan.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.