Puntadas de doble filo
Durante siglos, las mujeres aprendieron el abecedario con aguja e hilo en lugar de con l¨¢piz El arte contempor¨¢neo ha incorporado el bordado a sus m¨²ltiples t¨¦cnicas
En el bordado, las t¨¦cnicas permanecen inalteradas desde hace siglos. Lo distinto ahora son los motivos que se plasman con aguja e hilo sobre la tela, el relato que surge de ellos, el uso y la intenci¨®n, incluso el estado de ¨¢nimo o la actitud. En el arte contempor¨¢neo, el bordado se ha incorporado a las t¨¦cnicas mixtas de muchos creadores, de mujeres y tambi¨¦n de hombres. Y lo hace con aguja de doble filo: una figura bordada significa mucho m¨¢s que el mismo trazo sobre un papel. Porque cada puntada est¨¢ cargada de la historia dom¨¦stica de las mujeres.
El bordado, por s¨ª solo, sigue remitiendo a la sumisi¨®n patriarcal en el silencio del hogar, a la exigencia de pureza, de recato; alude a la laboriosidad, la reclusi¨®n. Pero hace tiempo que las bordadoras se han soltado el pelo. Cuando Tracey Emin, la chica mala del arte brit¨¢nico, dibuja un desnudo femenino con el aparente trazo libre de la pluma y vemos que est¨¢ bordado sobre una tela, adquiere no solo el significado de la forma, sino que viene cargado con todo el peso social e hist¨®rico de la t¨¦cnica empleada. Como dec¨ªa McLuhan, el medio es el mensaje.
Las feministas de los a?os setenta cosieron para denunciar y contradecir los roles o prejuicios ligados al bordado y la mujer. Una de las piezas emblem¨¢ticas es The Dinner Party (1979), de Judy Chicago. Otra de sus obras m¨¢s significativas es The Birth Project, incluida en la exposici¨®n ?Por qu¨¦ no Judy Chicago?, que puede visitarse en el Azkuna Zentroa de Bilbao (hasta el 10 de enero). ¡°A partir del movimiento feminista de los setenta, el bordado entra a formar parte de la gran variedad de t¨¦cnicas usadas por los creadores¡±, explica la artista norteamericana. ¡°Yo selecciono las t¨¦cnicas en funci¨®n de lo que necesito expresar, y cuando quiero darle textura a una pintura a?ado bordados u otras t¨¦cnicas de aguja. Suelo repetir que un hilo puede ser como una pincelada. Es m¨¢s, considero rid¨ªculo pensar que las t¨¦cnicas tienen un g¨¦nero sexual. Solo los artistas tienen g¨¦nero, las t¨¦cnicas deben trascender los roles de g¨¦nero. Est¨¢n disponibles para quien quiera usarlas¡±.
El feminismo de hoy es tambi¨¦n para los hombres. Pero antes de aludir a artistas masculinos que bordan, vamos a se?alar a algunas de las mujeres y lo que hacen. Hay quienes marcaron la senda: Louise Bourgeois, Ghada Amer, Orly Cogan, los tejidos de Rosemarie Trockel, los entramados de Chiharu Shiota. Cogan dice estar en busca de la ¡°reina de belleza feminista¡±, y lo hace a trav¨¦s de escenas llenas de ¡°subversi¨®n y flirteo, humor y poder, intimidad y frivolidad¡±. Sus telas representan arquetipos y estereotipos. Mujeres desnudas pasando el aspirador o meti¨¦ndose una raya de coca¨ªna, complejas escenas sobre la maternidad y las relaciones con los hombres. ¡°Los personajes que represento son irreverentes con los convencionalismos de la feminidad¡±, explica.
La sexualidad manifiesta y desinhibida ha entrado al bordado art¨ªstico. La colombiana Mar¨ªa Alejandra Garz¨®n, alias Suntuosa Vulgaridad, cose escenas de sexo expl¨ªcitas y recrea con aguja, hilo y minuciosidad p¨¢ginas completas de revistas femeninas a partir de una posici¨®n cr¨ªtico-er¨®tica. Pero no se trata solo de la representaci¨®n figurativa bidimensional. La peruana Ana Teresa Barboza, que combina dibujo con bordado en obras que involucran a la mujer (con animales, en escenas ¨ªntimas), ha trascendido ese nivel desarrollando en el espacio paisajes que desbordan el bastidor de costura y se agarran a la pared como enredaderas o se deslizan como cataratas. ¡°No solo lo femenino necesita ser subvertido para poder explorarlo. Yo creo que todo lo que nos rodea necesita una cierta subversi¨®n para darnos cuenta de que todo est¨¢ transform¨¢ndose constantemente¡±, comenta.
Un dechado de prejuicios
Los dechados eran esas telas en las que se bordaban muestras de distintos tipos de puntos que sol¨ªan ir encabezados por las letras del abecedario. A falta de escolarizaci¨®n, muchas mujeres aprendieron a leer as¨ª. Y ya en siglos pasados algunas dieron peque?as muestras de rebeld¨ªa dom¨¦stica bordando frases consideradas subversivas en su momento, im¨¢genes alejadas de lo convencional. Es lo que cuenta el libro The Subversive Stitch. Embroidery and the Making of the Feminine, de Rozsika Parker, referencia inexcusable en este tema.
El norteamericano Bren Ahearn se vale de los dechados bordados a gran escala para hacer una nueva lectura a partir de sus experiencias como homosexual. ¡°Tuve la oportunidad de ver una colecci¨®n de dechados antiguos utilizados como herramienta educativa y me hizo pensar que pod¨ªa ser una manera de explorar de qu¨¦ forma me hab¨ªan criado para ser un hombre en la sociedad americana. Algunos de mis dechados aluden a esa dificultad de encajar en moldes de g¨¦nero, como el Dechado #9, que habla del momento en que me di cuenta de que los ni?os no deb¨ªan llevar al colegio tarteras con motivos florales¡±, relata.
¡°Trabajar en una t¨¦cnica considerada artesanal y emplearla en el contexto del arte contempor¨¢neo incomoda a ciertas personas. Para m¨ª es un acto de rebeld¨ªa y tambi¨¦n de afirmaci¨®n como persona y como artista¡±.
Barboza es tambi¨¦n dise?adora de moda, la familia de Garz¨®n trabaja en el ramo textil y la murciana Sonia Navarro aprendi¨® de sus abuelas bordado y patronaje. Las tres j¨®venes artistas incorporan a su obra pl¨¢stica la dimensi¨®n de lo femenino a partir del uso de estas t¨¦cnicas. La obra de Navarro alude con frecuencia a los moldes para la confecci¨®n de ropa. ¡°Me interesa salir de la norma establecida¡±, dice. ¡°En 2012, cuando aterric¨¦ en Roma con una beca de la Academia de Espa?a, pens¨¦ en seguir utilizando estos patrones en mi obra, pero la capital italiana me pareci¨® tan impresionante que no pude evitar utilizarlos sobre fotograf¨ªas de la ciudad. De esa manera se fueron mezclando mis recorridos con los patrones de costura en los que est¨¢n cosidos moldes con mis medidas corporales¡±.
Bordado a mano¡ o bordado en la mano. Eliza Bennett ha creado unas im¨¢genes impresionantes. Su obra A Woman¡¯s Work Is Never Done nos muestra im¨¢genes de sus manos bordadas. Una sensaci¨®n de autolesi¨®n, de castigo y sufrimiento. Sin embargo, su intenci¨®n era otra. ¡°Lo que yo quer¨ªa era llamar la atenci¨®n sobre la gente que trabaja con las manos, sobre eso que tradicionalmente ha sido denominado las labores femeninas. Es una muestra de respeto para ese trabajo an¨®nimo y no reconocido, una expresi¨®n esencial de su dignidad¡±.
Pero tambi¨¦n hay labores consideradas muy masculinas que se realizan con hilo y agujas. Maurizio Anzeri es hijo y nieto de pescadores. ¡°Siempre me ha parecido divertido que mis bordados sean entendidos como una apropiaci¨®n de t¨¦cnicas tradicionalmente asociadas a las labores femeninas¡±, afirma. ¡°Pero mi primera experiencia con el bordado procede de un mundo de hombres rudos haciendo una actividad muy masculina. Soy descendiente de pescadores y he visto a hombres usar agujas e hilos toda mi vida. Me gusta esa paradoja y ambig¨¹edad sobre el uso del bordado en mi trabajo como artista. Los pescadores usan las redes para capturar peces; yo, agujas e hilo para capturar im¨¢genes¡±.
El campo de libertad que ofrece el arte contempor¨¢neo abona con estas t¨¦cnicas sus posibilidades expresivas y ampl¨ªa el espectro de significaci¨®n. Un arte o habilidad artesana doblemente apropiado porque permite, como dice la expresi¨®n popular, no dar puntada sin hilo.
elpaissemanal@elpais.es
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