La memoria de la Humanidad
Algunos de los momentos estelares de la historia, de sus documentos culminantes, sus archivos m¨¢s preciados conforman un estricto registro creado por la Unesco Una gran oportunidad de proteger las ra¨ªces m¨¢s profundas de nuestra cultura mirando al futuro
En el verano de 1992, las bombas incendiarias de las milicias serbias destruyeron unos 700 manuscritos e incunables de la Biblioteca Nacional de Sarajevo, que qued¨® reducida a cenizas. No era la primera vez que ocurr¨ªa algo as¨ª, pero a partir de ese momento se hizo evidente para la Unesco la necesidad de cuidar ¡°una memoria compartida¡± que se transmite de generaci¨®n en generaci¨®n a trav¨¦s de los documentos, archivos y bibliotecas. Naci¨® as¨ª el Programa Memoria del Mundo y, poco despu¨¦s, un registro que, a la manera del listado de lugares patrimonio de la humanidad, reconoce los textos, dibujos, fotograf¨ªas, pel¨ªculas que pueden ayudar a comprender mejor la historia de la humanidad.
En ese programa se encuentran protegidos desde el libro impreso con caracteres m¨®viles met¨¢licos m¨¢s antiguo que se conserva (Antolog¨ªa de ense?anzas zen de los grandes maestros budistas, de 1377) hasta el archivo completo de la construcci¨®n y ca¨ªda del muro de Berl¨ªn, desde el Tratado de Tordesillas con el que los reyes de Castilla y Arag¨®n y el de Portugal se repartieron el Nuevo Mundo en 1494 hasta grabaciones originales de Carlos Gardel o la pel¨ªcula de V¨ªctor Fleming de 1938 El mago de Oz. Se trata de un listado heterog¨¦neo, a ratos ca¨®tico y desordenado y, sin duda, interesant¨ªsimo. Y tambi¨¦n pol¨¦mico, como demuestra la reciente queja de Jap¨®n por la entrada en el registro de una serie de documentos sobre la Masacre de Nanjing, en 1937, durante la ocupaci¨®n de China por parte del ej¨¦rcito nip¨®n; el Gobierno japon¨¦s ha llegado a amenazar con retirar los 28,5 millones de euros que aporta cada a?o a la Unesco.
Severiano Hern¨¢ndez, subdirector general de los Archivos Estatales del Ministerio de Educaci¨®n y Cultura, defiende el trabajo de la Unesco y del comit¨¦, su seriedad, y a?ade, orgulloso, que a Espa?a le han aprobado, de momento, las siete candidaturas que ha presentado. Admite, eso s¨ª, que, aparte de hacer bien las cosas y de apuntalarlas cient¨ªficamente, no est¨¢ de m¨¢s buscar amigos para tener ¨¦xito. ?Y c¨®mo se consigue hace eso, si las decisiones las toma un comit¨¦ internacional formado por 14 expertos de otros tantos pa¨ªses del mundo? Hern¨¢ndez sonr¨ªe y afirma con las ideas muy claras: ¡°Haciendo lobby¡±.
La mejor prueba es, por ejemplo, cuando se present¨® la candidatura de los Decreta de Le¨®n, de 1188, que plasman un modelo de Gobierno y de Administraci¨®n en los que el pueblo participaba por primera vez en la toma de decisiones del m¨¢s alto nivel, junto al rey, la iglesia y la nobleza, a trav¨¦s de representantes elegidos de pueblos y ciudades. Rogelio Blanco, que fue director general del Libro durante el Gobierno de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, cuenta que hubo que vencer resistencias de los brit¨¢nicos, en posesi¨®n de la Magna Carta, el documento por el que el rey de Inglaterra se vio obligado a aceptar en 1215 que ning¨²n ciudadano, ni siquiera el monarca, est¨¢ por encima de la ley. Ese texto ha sido se?alado sistem¨¢ticamente como la primera referencia parlamentaria de la Europa moderna para la tradici¨®n anglosajona, la cual ha inundado la cultura popular con ese mito gracias al cine. ?Qui¨¦n no conoce al monarca que firm¨® ese documento, Juan Sin Tierra, el hermano malo del rey Ricardo en las pel¨ªculas de Robin Hood?
Los Decreta de Le¨®n tienen particularidades muy distintas a las de la Magna Carta, y cada uno de esos textos, el espa?ol y el ingl¨¦s, aporta elementos diferentes a la construcci¨®n de las democracias modernas, pero cuando se trata de cuestiones que tocan sensibilidades nacionales, t¨®picos hist¨®ricos inoculados en las personalidades colectivas, siempre salta alguna chispa.
Los que se dedican a la ciencia de los archivos saben que lo suyo supone m¨¢s que guardar papeles. ¡°La memoria colectiva de la humanidad tiene sus ra¨ªces en esos registros dejados por las generaciones pasadas¡±, asegura Boyan Radoykov, uno de los responsables del Programa Memoria del Mundo.
Radoykov explica que el objetivo es proteger el patrimonio documental de la humanidad, siempre en peligro. Y no solo por culpa de las guerras. Si algunos soportes como el papel, la piedra, la tela y el papiro pueden perecer a manos del tiempo, la humedad, el calor y mil variedades de microorganismos, las pel¨ªculas, los archivos de audio y v¨ªdeo, discos y disquetes pueden hacerlo por la obsolescencia tecnol¨®gica.
Cuando Espa?a present¨® la candidatura de los Decreta de le¨®n, de 1188, hubo que vencer la resistencia de los brit¨¢nicos, en posesi¨®n de la Magna carta
Dentro del programa hay distintas iniciativas (premios, redes de expertos que ofrecen gu¨ªas de digitalizaci¨®n y otros m¨¦todos de conservaci¨®n, proyectos para proteger o reconstruir archivos en todo el mundo¡), pero desde el principio sus responsables sab¨ªan que lo m¨¢s eficaz era hacer un registro, un listado como el de Patrimonio de la Humanidad que en tanto ha contribuido para aumentar el respeto por los edificios, monumentos y espacios naturales de gran valor para nuestra cultura. En el momento en que un documento o archivo entra en el listado Memoria del Mundo, el pa¨ªs o pa¨ªses que lo ha propuesto se comprometen a protegerlo y cuidarlo del modo m¨¢s adecuado y a facilitar su conocimiento y su acceso (a ser posible, digitaliz¨¢ndolo). La Unesco no guarda documentos, solo otorga un sello de calidad que atestigua su importancia universal.
Echar un vistazo al registro es una curiosa forma de acercarse a un pa¨ªs y a c¨®mo se ve dentro de la historia. Espa?a, por ejemplo, tiene varios documentos relacionados con el Nuevo Mundo como el Tratado de Tordesillas, pero tambi¨¦n las Capitulaciones de Santa Fe, es decir, los acuerdos entre Crist¨®bal Col¨®n y los Reyes Cat¨®licos. En Italia, la mayor¨ªa tienen que ver con la Edad Media; por ejemplo, el Archivo de Lucca, que guarda, entre otros, 1.800 pergaminos anteriores al a?o 1000. En la lista francesa est¨¢n desde el Tapiz de Bayeux (una enorme tela del siglo XI en la que est¨¢ bordada la historia previa a la conquista normanda de Inglaterra) hasta el archivo del cient¨ªfico Louis Pasteur. Igualmente ocurre con la participaci¨®n estadounidense, donde se pueden encontrar papeles sobre la construcci¨®n del canal de Panam¨¢ o los registros del programa Landsat, es decir, las im¨¢genes v¨ªa sat¨¦lite m¨¢s fieles de la superficie terrestre proporcionadas desde los a?os setenta por un consorcio formado por el Servicio Geol¨®gico de EE UU y la NASA.
?Podr¨ªa este azaroso listado ser la base de esa memoria colectiva compartida de la que habla la Unesco? ¡°No creo demasiado en esos rankings, ni en los Nobel¡ Que exista ese registro no est¨¢ mal, como la celebraci¨®n de d¨ªas internacionales, las maravillas del mundo, las declaraciones de patrimonio de la humanidad, etc¨¦tera¡±, contesta el historiador Carlos Forcadell. ¡°Pero no lo veo necesario. Las memorias, por definici¨®n, son plurales, y es un vano empe?o construir, oficializar, imponer una sola, sea nacional (que ya es dif¨ªcil) o global (que lo es m¨¢s). No creo que ni la Unesco ni nadie pueda construir una memoria colectiva com¨²n, aunque del intento se pueda derivar alguna utilidad¡±.
??til? Tal vez. ?Conflictivo? Seguro. Precisamente en Espa?a, con heridas a¨²n abiertas de la Guerra Civil y en pleno proceso soberanista en Catalu?a, ha quedado claro en los ¨²ltimos a?os que la memoria no es solo algo muy fr¨¢gil, sino que tambi¨¦n puede ser voluble, interesada, controvertida y muy molesta.
En 2013, fue Estados Unidos quien protest¨® en¨¦rgicamente por la inclusi¨®n en el registro de los escritos del Che Guevara: ¡°Es una figura pol¨¦mica que defendi¨® la violencia¡±, escribi¨® el embajador del pa¨ªs ante la Unesco, David Killion. Hace unas semanas, Rusia critic¨® que se hayan registrado papeles sobre los prisioneros japoneses en Siberia despu¨¦s de la II Guerra Mundial. Mientras, Jap¨®n pon¨ªa el grito en el cielo a cuenta de la Masacre de Nanjing; los 28,5 millones de euros que el Gobierno nip¨®n ha amenazado con quitarle a la Unesco suponen nada menos que el 10% del presupuesto de la organizaci¨®n, con el que financia el Programa Memoria del Mundo y muchos otros.
El analista del Real Instituto Elcano Mario Esteban, experto en Asia, explica que a los Gobiernos tanto chino como japon¨¦s les conviene exagerar o minimizar lo que pas¨® en Nanjing en 1937 porque favorece sus intereses pol¨ªticos de exaltaci¨®n de sentimientos nacionalistas. ¡°No hubo 300.000 muertos civiles como defiende Pek¨ªn, pero s¨ª hubo unos 60.000, se produjo una matanza sistem¨¢tica de j¨®venes en edad de incorporarse al ej¨¦rcito y se cometieron saqueos, violaciones y otras barbaridades, si no fomentadas, s¨ª consentidas por los mandos¡±, asegura Esteban.
No le corresponde a la Unesco juzgar ni interpretar los hechos hist¨®ricos, ¡°se busca preservar y hacer disponible la documentaci¨®n de valor universal e importancia mundial en la que los historiadores puedan basar sus propios an¨¢lisis¡±, contesta Abdullah El Reyes, director general de Archivos de los Emiratos ?rabes Unidos y presidente del Comit¨¦ Asesor Internacional del Programa Memoria del Mundo.
Este comit¨¦ es el encargado de examinar las candidaturas que aspiran a entrar en el registro. ¡°La inscripci¨®n est¨¢ basada en una evaluaci¨®n rigurosa, imparcial y profesional¡±, asegura El Reyes. Formado por 14 expertos internacionales, elegidos por la directora general de la Unesco (en estos momentos hay un alem¨¢n, una antillana, un australiano, un austriaco, una b¨²lgara, un brasile?o, una camboyana, un checo, un emirat¨ª, un finland¨¦s, una neozelandesa, una nigeriana, un senegal¨¦s y un tunecino), el grupo se re¨²ne cada dos a?os y votan: una persona, un voto.
En 2013, EE UU protest¨® por la inclusi¨®n en el registro de los escritos del Che Guevara. ¡°Es una figura que defendi¨® la violencia¡±, afirmo el embajador americano
La ¨²ltima vez fue el pasado mes octubre en Abu Dabi. Aprobaron 47 nuevos registros y rechazaron otras tantas propuestas; entre ellas, una serie de 1.600 carteles sobre la resistencia palestina recopilados desde los a?os setenta del siglo pasado. La directora general de la Unesco, Irina Bokova, hab¨ªa asegurado unos meses antes al diario The Times of Israel su intenci¨®n de vetar la entrada de esos p¨®steres en el registro, aunque el comit¨¦ lo apoyara, porque algunos fomentan el antisemitismo. ¡°No comentamos noticias de prensa¡±, responde Radoykov sobre este tema, e insiste en que la Unesco no ha vetado nunca una decisi¨®n del comit¨¦ de expertos.
Desde Espa?a, tanto el subdirector general de los Archivos, Severiano Hern¨¢ndez, como el ex director general del Libro Rogelio Blanco admiten esos juegos de lobbies y apoyos que suelen funcionar en este tipo de organismos multilaterales, pero a la vez minimizan su impacto y defienden el programa de la Unesco. Hern¨¢ndez apoya la b¨²squeda de una memoria que ¡°aunque no sea com¨²n, sea compartida¡±, y Blanco, que esa b¨²squeda la pilote un organismo ¡°que se supone neutral¡±. ¡°Nadie puede abstraerse de las presiones externas ni de los prejuicios propios, eso es imposible¡±, a?ade el experto del Instituto Elcano Mario Esteban, ¡°pero con todos los fallos que pueda tener, siempre ser¨¢ mejor que sea la Unesco la que haga de ¨¢rbitro y no que lo decidan, por ejemplo, China o Jap¨®n¡±. Otra cosa es que, al final, la memoria m¨¢s extendida no sea la que fijen los historiados a partir de esos documentos, sino la que fije Hollywood. Pero eso ya es otra pel¨ªcula.
La Alhambra, el flamenco y el Beato de Li¨¦bana
La tercera lista m¨¢s larga del mundo
Archivos y documentos son los hermanos pobres de las tres grandes iniciativas de la Unesco de protecci¨®n del patrimonio cultural. La de Patrimonio de la Humanidad (que celebra y protege los sitios de gran valor art¨ªstico, hist¨®rico y natural) y la de Patrimonio Cultural Inmaterial (que hace lo mismo con pr¨¢cticas, expresiones, conocimientos y habilidades) no solo son m¨¢s conocidas, sino que cuentan con m¨¢s apoyo y protecci¨®n jur¨ªdica; a ambas les amparan sendas convenciones internacionales firmadas en el primer caso por 191 pa¨ªses y en el segundo por 150. Memoria del Mundo se queda en la categor¨ªa de programa.
Las tres, sin embargo, tienen muchas cosas en com¨²n. Por ejemplo, todas se apoyan en esas listas de patrimonio que les dan una enorme visibilidad y han llegado a tener adem¨¢s gran importancia econ¨®mica como sello de calidad que atrae al turismo. Aparte de los sitios y los bienes inmateriales de enorme importancia, los programas tambi¨¦n mantienen listados de patrimonio en grave peligro, como la ciudad de Potos¨ª, en Bolivia; el parque natural de Simien, en Etiop¨ªa; la danza Saman de Indonesia o la caligraf¨ªa tradicional de Mongolia.
Espa?a, con 44 sitios patrimonio de la humanidad (la Alhambra de Granada, la Torre de H¨¦rcules en A Coru?a, los edificios de Gaud¨ª en Barcelona y alrededores, el monasterio de El Escorial¡), tiene la tercera lista m¨¢s larga del mundo, solo por detr¨¢s de China (48) e Italia (51). Tambi¨¦n cuenta con 11 entradas (sola o junto a otros pa¨ªses) en la de Patrimonio Inmaterial: entre otras, la dieta mediterr¨¢nea, el flamenco, los castells o el silbo (el lenguaje silbado de la isla de La Gomera).
En el caso del Programa Memoria del Mundo, la Unesco impulsa la creaci¨®n de listas de ¨¢mbito regional (ahora hay tres, en Asia y Pac¨ªfico, Am¨¦rica Latina y el Caribe, y ?frica) y nacional. De estos ¨²ltimos hay 64, y Espa?a no tiene. Sin embargo, el Gobierno ha presentado hasta el momento siete candidaturas al registro internacional y todas han sido aceptadas. Las dos ¨²ltimas, el pasado mes de octubre. Por un lado, a propuesta tambi¨¦n del Estado portugu¨¦s, est¨¢n los c¨®dices manuscritos y fragmentos que se conservan en distintos archivos y bibliotecas de los Comentarios al libro del Apocalipsis, del monje asturiano del siglo VIII conocido como Beato de Li¨¦bana, cuyas "fastuosas im¨¢genes han dado lugar al mayor acontecimiento iconogr¨¢fico de la historia de la humanidad", seg¨²n Umberto Eco. Tambi¨¦n se ha inscrito una serie de vocabularios de lenguas ind¨ªgenas del Nuevo Mundo, escritos en el siglo XVIII, conservados en el Archivo General de Indias de Sevilla y que contienen la lexicograf¨ªa de 35 lenguas americanas.
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